Valencia
Julio José Iglesias y el termo de agua con su ADN
El primogénito de Julio Iglesias, convertido en llave maestra para la resolución de la paternidad de Javier Santos, relata cómo, cual película de espías, un detective le robó la botella.
El primogénito de Julio Iglesias, convertido en llave maestra para la resolución de la paternidad de Javier Santos, relata cómo, cual película de espías, un detective le robó la botella.
La posible nueva paternidad de Julio Iglesias está cada vez más cerca. Javier Sánchez, de 41 años, se convertiría así en el noveno hijo del cantante. Muy a su pesar, pues no tiene intención de someterse a las pruebas de ADN, como lo confirmaron en su día desde su entorno más cercano: «No lo hará nunca. Y no tiene que ver con el tema económico porque su patrimonio es inmenso y hay para todos, incluidos los hijos de sus hijos. Ya solo con los derechos de autor tienen las vidas resueltas. Es una cuestión de orgullo, no hay otra cosa». Y, efectivamente, hace unos días se confirmaba que Julio no tenía intención de viajar a España para someterse a ninguna prueba. Después de una larga búsqueda por parte del abogado Fernando Osuna para ubicar el domicilio de Iglesias y notificarlo al Juzgado de Primera Instancia número 13 de Valencia, por fin se cumplió con ese trámite. Los abogados del bufete lo tuvieron complejo porque el servicio de la casa de Ojén (Málaga) no quería líos aceptando un documento dirigido a su jefe. «Fue muy complicado. Hubo un día en que la procuradora tuvo que acudir varias veces para ver si por fin recogían la notificación», relataba Osuna. Dicho abogado fue el responsable de actualizar esta historia veintinueve años después de la primera demanda que declaró a Javier Sánchez su hijo. Pero solo durante un tiempo, pues un recurso ganado por el cantante lo devolvió a las tinieblas. Julio Iglesias resultó ganador y el chico, que en aquel momento era menor, se quedó como estaba: sin apellido y sin manutención. Ahora las cosas han cambiado. Ya no hay posibilidad de echar marcha atrás. Sobre todo, porque existe una prueba de ADN que ha sido definitiva para reabrir el proceso. Esta evidencia arrojaba un resultado de un 99,99%, que es el máximo posible para cotejar paternidades y que concluía que Iglesias tenía un hijo al que se le seguía calificando de secreto hasta que no hubiera sentencia. Pero lo más importante, y hasta ahora no relatado, son las peripecias que la defensa protagonizó para conseguir esas pruebas que darán como resultado el final feliz para Javier Sánchez. A Julio Iglesias «ni le preocupa, ni le quita el sueño», según su entorno. Ahora ya se conoce cómo se hizo, cuándo y quién fue el familiar protagonista que sin él saberlo se convirtió en la llave para conseguir el ADN que dio como resultado ese 99% por ciento de garantías para iniciar el proceso legal. El personaje fundamental en la trama detectivesca fue Julio José Iglesias Preysler, el primogénito varón de la amplia saga familiar del cantante. Él mismo relata a LA RAZÓN este capítulo de la historia. Desconocía que desde hacía tiempo un detective que trabajaba para el bufete Osuna seguía en Miami sus pasos para hacerse con un objeto del que se pudiera obtener la llave maestra que se presentaría en el juzgado. Seguir el rastro de Julio José era mucho más fácil que el de sus hermanos. Así fue como tras varios días de guardia y de un seguimiento controlado por fin el detective consiguió lo que quería en una playa donde el hijo de Preysler practicaba deporte. Nunca pudo sospechar que su distracción serviría para que el profesional cumpliera el encargo para el que se le había contratado.
La pérdida del termo
Julio José relata este capítulo de su vida como si fuera una película de espías: «No me imaginaba que nadie me pudiera seguir. Cuando me enteré me molestó. Mejor dicho, me sentó muy mal. Me encantan los deportes acuáticos, estaba haciendo surf y me pareció fatal que me dejaran sin agua (risas). Salía del mar, después de varias horas de estar con la tabla, y cuando busco mi termo no lo encuentro. Veo que no está, y eso que era de color amarillo. Muy llamativo. Como llevaba un coche abierto –prosigue– pensé que se había caído porque lo que tenía claro es que no se me había olvidado en casa. Los colegas me dieron de la suya y no le di más importancia, pero al cabo de los meses se empezó a hablar de este tema en los medios y entonces caí en la cuenta de que me habían robado el termo. Para mí fue un shock. Y así se escribe la historia. Ha sido una faena». Confirma también que no sabe qué hará si legalmente se pide su comparecencia en el juzgado al negarse su padre a que le hagan la prueba biológica: «No me ha llegado nada. Y en el caso de que así sea se lo comentaré a mi padre para ver qué quiere que haga. No he hablado nada con él de este asunto. Son cosas suyas». Y añade: «Conocí a Javier con 20 años en Miami y me pareció muy simpático. Si me lo encontrara otra vez, por supuesto que lo saludaría. Me da pena lo que está pasando con este asunto». Al comentarle que si por fin Javier Sánchez se convierte en su hermano también le corresponderá su parte proporcional de manutención de todos los años en los que que su padre no lo abonó, contesta que «a ver, que yo tengo mucho dinero. Soy rico, me sobra», zanja con su habitual sentido del humor.
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