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Palma de Mallorca

El peligro de ser Pierre Casiraghi en Mallorca

El hijo menor de Carolina de Mónaco y Stefano Casiraghi, practica como pasatiempo una actividad que recuerda la tragedia vivida en su familia, con la muerte de su padre. Pierre Casiraghi participará en la 35 Copa del Rey Mapfre de Vela en la bahía de Palma. No lo hará en un barco de regatas tradicional sino en la categoría de catamaranes, la CG32. Los Fórmula Uno de las regatas. La categoría más extrema

Pierre Casiraghi larazon

El hijo menor de Carolina de Mónaco y Stefano Casiraghi, practica como pasatiempo una actividad que recuerda la tragedia vivida en su familia, con la muerte de su padre.

Pierre Casiraghi tenía tres años de edad, cuando su padre, Stefano Casiraghi, se mató practicando deporte extremo sobre una lancha rápida «off shore» en la bahía de Montecarlo. Stefano prácticamente se desintegró al recibir un tremendo golpe en el mar, que equivaldría a impactar como a unos 150 kilómetros hora contra un muro. Las imágenes que quedaron grabadas en la retina de esa tragedia eran las de un niñito rubio, vestido con su traje de chaqueta negro, siguiendo una comitiva fúnebre acompañando a sus dos hermanos, Carlota y Andrea, y a su enlutada madre, la bella Carolina, que no podía ni mantenerse en pie del dolor por la pérdida. Siete años de matrimonio, tres hijos y viuda a los 33 años. Para el común de los mortales, es imposible evitar rememorar ese luctuoso accidente de partida al conocer que un hijo de Stefano se dedique a una actividad que enseguida recuerda la tragedia vivida en esa familia. Debe de ser que los «príncipes» son de otra materia o que el gen del riesgo existe y se hereda, porque el hijo menor de Carolina de Mónaco ha decidido seguir los pasos de un padre del que tiene vagos recuerdos, pero del que debe de admirar sus proezas deportivas al límite.

Categoría CG32

Pierre Casiraghi participará en la 35ª Copa del Rey Mapfre de Vela en la bahía de Palma de Mallorca, entre el 30 de julio y el 6 de agosto y no lo hará en un barco convencional de regatas, tipo el «Aifos» del Rey Felipe o el veterano «Bribón» del Rey Juan Carlos. No lo hará en la nueva clasificación de barcos que se incorporan a estas regias regatas: navegará en la categoría de los catamaranes, la llamada CG32. Es la primera vez que participan estos colosos náuticos. Son los Fórmula Uno de las regatas. La categoría más extrema. Si ya de por sí navegar entraña un riesgo, la categoría de los catamaranes lo supera todo. Tanto es así que van vestidos como si fueran a jugar rugby y el «Malizia», la embarcación de Casiraghi, irá permanentemente vigilada por una lancha rápida en la que va un buzo, un bombero alemán, que en cuestión de segundos, si volcasen o cayese un marinero al mar, se lanzarían a rescatarlo. No es la única medida de seguridad que tendrán, ya que al estar España en el nivel 4 de alerta antiterrorista y máxime cuando también participa el «Aifos», el barco de la Armada española en la que patronea el Rey Felipe VI, las precauciones tanto en el campo de regatas como en tierra son máximas. Aún así, es altamente probable que a Pierre le acompañe una seguridad privada para custodiarles a él y a su esposa, Beatrice Borromeo. Nadie duda de que también disfrute de las regatas y de las post-regatas, ya que el Real Club Náutico dispone de una de las terrazas gastronómicas más apetecibles para los acompañantes y tripulaciones. Además, también están invitados a una cena que tendrá lugar el día antes de la tradicional de armadores, donde podrán disfrutar de la música que tanto le gusta a Doña Letizia, que es la que entona Jaume Anglada, que en esta ocasión formará pareja artística con Carolina Cerezuela. Han grabado un disco juntos patrocinado por BMW, que es la marca que ofrece la exclusiva velada y pone los vehículos oficiales durante la regata. Cena a la que por supuesto están invitados los Reyes y toda la plana mayor de la firma automovilística.

El barco de Pierre Casiraghi se llama «Malizia» en honor de Franceso Grimaldi, que fundó su dinastía familiar allá por 1297 y que, según Pierre, es un nombre que representa al Principado de Mónaco, bajo cuya bandera compite e inspira el estilismo marinero de la tripulación, en blanco y rojo. La categoría escogida por el hijo pequeño de la princesa Carolina «es muy extrema y muy física. Hay que estar muy en forma para participar. Hace unos meses un experimentado regatista, Albert Camas, cayó al mar y casi pierde una pierna», nos cuenta un regatista que conoce el mundo del catamarán y las proezas náuticas de Pierre. «Cuando hay mal tiempo, pueden volcar, no es raro que haya accidentes mortales porque es muy extremo y radical. A Pierre le gusta muchísimo porque está haciendo el circuito profesional. No es el patrón, pero de vez en cuando sí que podría coger la caña. Generalmente a esta categoría se llega una vez que se ha participado en una copa del Mundo o unas olimpiadas. Hay que tener mucha experiencia para navegar en esos barcos». Una embarcación que se pone casi a lo que equivaldría ir por el mar a 80 kilómetros hora, esa velocidad en el agua es difícil de imaginar. Por ejemplo, una lancha rápida que va propulsada por motores le cuesta alcanzarla y esos catamaranes sólo se ayudan del viento. Claro que el mástil para su espectacular vela tiene 16 metros de alto. A esa velocidad si se cae al mar, el agua se convierte en asfalto y el cuerpo rebota. A Pierre será difícil distinguirle porque toda la tripulación va forrada, todos llevan casco y un chaleco que es como una coraza, que les sirve para flotar y, como las armaduras medievales, también les protege de un hipotético impacto, no sólo si caen al mar, sino también si el catamarán frena en seco o vuelca.

El «Malizia» de Pierre Casiraghi pertenece al Yath Club de Montecarlo, todo queda en la familia monegasca y competirá contra diez catamaranes. Ellos no comenzarán como el resto de participantes el lunes. Su regata lo hará el miércoles, dado que desarrollan una velocidad que les permite hacer en cada jornada seis pruebas de veinte minutos de duración cada una. Llegarán procedentes del Lago Garda en Italia, competirá en Mallorca, en la 35ª Copa del Rey Mapfre de Vela y de ahí pondrán rumbo a Sotogrande en Cádiz, donde también competirá.

Amante de la velocidad

Pierre, que es periodista como su esposa, Beatrice, es un apasionado de la velocidad, no sólo sobre el mar en su catamarán, también en coches y motos. Los que le conocen y le han tratado dicen que lleva una vida normal durante las jornadas de competición, que no se aísla y es un marinero más. En ese contexto de «normalidad», nadie duda de que tenga más de un encuentro con el Rey Felipe, que siempre acostumbra a pasar un buen rato de descanso en el Village del Real Club Náutico, donde se relaja y se le ve muy animado conversando con la marinería mientras degusta una cervecita bien fresquita. Hay tripulantes, que pudiera ser el caso de Pierre, que se alojan en un yate anclado en otro puerto y otros que prefieren hacerlo en el hotel donde se concentra toda la tripulación porque si los marineros deben ser equipo, en la categoría de los catamaranes han de ser una piña compacta, de ahí que suelan tomar un buen y proteico desayuno todos juntos, comen barritas energéticas y bebidas isotónicas en el mar y cenan contundentemente todos juntos para hacer balance de jornada. El «Malizia» entrará en el campo de regatas el miércoles sobre la una de la tarde y si todo se da bien, lo hará hasta el sábado por la mañana. Por la noche del sábado, Pierre lucirá su equipación monegasca y dado que los marineros suelen acudir acompañados de sus familias, probablemente Beatrice Borromeo sea una más, junto al resto de tripulaciones que forman la flota de competición, en la entrega de trofeos con el Rey Felipe a la cabeza, siempre que la situación política lo permita.

Choque mortal a 150 km/hora

El ocho de septiembre de 1960 nacía, en el lago italiano de Como, Stefano Casiraghi y treinta años después, el tres de octubre de 1990, moría en aguas francesas, en Sain Jean Cap Ferrat. La vida del empresario italiano que dejó viuda con 33 años a la princesa europea más bella, Carolina de Mónaco, empezó y terminó en el agua. Fueron siete años de un matrimonio mediático. Dejó tres hijos y una viuda desconsolada, tanto es así que Carolina se apartó un tiempo a vivir su duelo con sus tres hijos pequeños, Andrea con 6 años, Carlota con 4 y Pierre con 3. Éste último lleva como tercer nombre el de su padre, Stefano y también, es el que más se le parece física y profesionalmente, ya que ambos estudiaron Económicas en Italia. Carolina guardó un luto que le duró más de seis años. Aquel 3 de octubre de 1990, lo que parecía una jornada de competición más, de hecho Carolina ni siquiera estaba en el club náutico de Montecarlo sino en París, en la que Stefano quería revalidar su título de Campeón del Mundo de Off Shore, se convirtió en tragedia. Su embarcación «Pinot di Pinot» volcó a una velocidad, que en tierra equivaldría a impactar en seco con un muro a 150 kilómetros hora. Falleció en el acto.