Mónaco
El debut en solitario de la no princesa Jazmin Grace
Americana, menor de 25 años y estudiante de interpretación, Jazmin Grace Grimaldi, hija ilegítima de Alberto de Mónaco, busca su hueco en los actos de la alta sociedad monegasca
Americana, menor de 25 años y estudiante de interpretación, Jazmin Grace Grimaldi, hija ilegítima de Alberto de Mónaco, busca su hueco en los actos de la alta sociedad monegasca
Rubia, americana, explosiva y menor de 25 años. Jazmin Grace Grimaldi no forma parte de la línea de sucesión al trono monegasco, pero, desde ahora, se la considera oficialmente miembro de alta sociedad centroeuropea. Aunque no ostenta el título de princesa de Mónaco, Jazmin Grace es hija del Príncipe Alberto –fue reconocida oficialmente en 2006– y, por tanto, heredera de la parte correspondiente de la fortuna Grimaldi. Durante décadas ha disfrutado junto a su padre de las vacaciones familiares en las playas de la Costa Azul que cada año organiza el Príncipe para reunir a toda su prole (extramatrimonial y no). También, aunque en secreto, ha asistido a grandes eventos familiares como el picnic preboda de su primo Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo. Pero, no ha sido hasta ahora cuando ha sido autorizada su presencia en solitario en actos sociales de calado «casi institucional».
La relación con su progenitor es «excelente» y «muy estrecha», tal y como han expresado ambos en múltiples ocasiones –tanto en público como en presencia de sus más allegados. Aunque Alberto de Mónaco no quiso en un primer momento reconocer a sus dos hijos, fruto de diferentes relaciones extramatrimoniales anteriores a su matrimonio con Charlène Wittstock, lo cierto es que la presión social y mediática aceleró los procesos hace ya diez años. Los corrillos del principado comentaban que aunque sí se encargaba de su manutención, no quería reconocerlos hasta que su padre, el príncipe Rainiero, hubiera fallecido. Ahora, una década después, Jazmin Grace se ha convertido en una más de la familia Grimaldi y, en la práctica, en inmediata sucesora natural de su madrastra, la siempre triste y ausente, por desaparecida, ex nadadora surafricana.
Charlène vive prácticamente ajena a todo lo que ocurre en el Principado, participando prácticamente de manera testimonial en actividades institucionales –casi siempre fuera de Mónaco– y excusando sistemáticamente sus sonadas ausencias a los actos más representativos de Monte Carlo, como son el baile de la Cruz Roja y el tradicional de la Rosa.
Muy unida a sus primos, sobre todo a Pauline Ducruet (hija de la princesa Estefanía), su incorporación a la vida social de Mónaco no supondrá ningún problema. Durante años se ha curtido en fiestas y actos benéficos organizados por sus compañeras de instituto, en el Upper East Side, todas ellas herederas de las grandes fortunas neoyorquinas, donde cursó sus estudios superiores, en concreto en la Universidad de Fordham, un centro regentado por los Jesuitas, donde destacó desde el primer día por su excelencia académica. Allí cursa, entre otras materias, clases de interpretación por la «profunda conexión» que siente con su difunta abuela, la princesa Grace.
Inteligente y con grandes dotes sociales, a nadie le ha sorprendido su desenvoltura y naturalidad durante su presencia en los dos actos que han supuesto su debut en solitario: el pase de moda de la Amber Lounge party, que se celebró con motivo de la 74ª edición del Gran Premio de Fórmula 1, en el que se codeó con las personalidades habituales del Principado como la princesa Camila de Borbón y Dos Sicilias, lady Victoria Hervey o la top model Victoria Silvstedt, y el encuentro benéfico celebrado en el hotel Meridien de Monte Carlo. Ya acompañó en octubre de 2012 a su padre y madrastra durante los fastos organizados con motivo del 30 º aniversario de los Premios Princesa Grace en Nueva York. No extrañaría en el Principado ver juntos en actos oficiales –y de ocio– al Príncipe Alberto del brazo de su vistosa primogénita de ahora en adelante.
Y es que no ha podido tener mejor ejemplo en casa. Su padre, gran adepto a fiestas y actividades lúdicas –no suele faltar en los grandes acontecimientos del Principado y de las monarquías vecinas– le ha abierto las puertas a su hija del exclusivo mundo de la alta sociedad monegasca. Todo un universo de lujo y exclusividad en el que como todo parece apuntar, veremos a Jazmin Grace participar muy a menudo.
Habrá que ver si le roba a su prima Carlota, hija de la princesa Carolina, el puesto de heredera –en elegancia y sofisticación– de su abuela la actriz Grace Kelly, de quien se confiesa una admiradora incondicional, pese a que no tuvo nunca oportunidad de conocerla.
Una relación de quince días
Jazmin Grace es fruto de la fugaz relación que mantuvieron Alberto de Mónaco y Tamara Rotolo, una camarera americana que se quedó embarazada del príncipe durante un viaje con amigas a Monte Carlo de apenas quince días de duración. Rotolo, que viajó con el objetivo de desconectar del tortuoso divorcio que mantenía con su ex marido, conoció a Alberto Grimaldi durante un partido de tenis organizado por unos amigos en común. Esas dos semanas fueron suficientes para engendrar a Jazmine Grace, pero no para construir las bases de una relación solvente y duradera. Tamara Rotolo volvió a Los Ángeles, desde donde comunicó al Principado su embarazo. Desde ese momento comenzó la cruzada para conseguir el reconocimiento de la paternidad de su hija, no logrado hasta 2006.
Las enormes cantidades de dinero ofrecidas por medios de comunicación de medio mundo nunca la tentaron: jamás ha concedido una entrevista para hablar de su relación con Alberto.
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