Casa Real
Los secretos del joyero de la Reina Letizia
¿Os acordáis de la canción de Sara Montiel que decía “pisa morena, pisa con garbo”? Es un gran momento para dedicar este cuplé a nuestra reina y hablar de relicarios, joyas, y mujeres que pisan con fuerza. Que Doña Letizia cada vez se siente más segura como reina de España es un hecho, y si la talla de las monarquías se mide en quilates, esta semana se ha coronado espléndidamente durante la entronización del emperador Naruhito en Japón.
Durante mucho tiempo, nos acostumbraron a ver a la reina como la princesa del pueblo, una mujer divorciada, trabajadora y sin sangre real. La entonces Princesa de Asturias mantuvo un perfil discreto a la hora de escoger vestidos y joyas, lo que la hizo merecedora de elogios entre la voces más conservadoras, que no hubieran aceptado derroches en un momento en el que España estaba atravesando una crisis económica. Poco a poco, esta situación ha ido cambiando y Doña Letizia ha sabido impresionar a foráneos y nacionales con modelos de alta costura y las llamadas “joyas de pasar”.
A diferencia de países como Inglaterra, Dinamarca u Holanda, el estado español no tiene un tesoro, por lo que no existen las erróneamente llamadas joyas de la Corona, ya que todas ellas son propiedad privada de la familia Real. Estas piezas tienen como titular al Jefe de la Casa Real por decisión de la bisabuela de don Felipe, que creía que una corona es lo que más distingue en apariencia a una reina.
Fue la reina Victoria Eugenia la que dejó claro en su testamento firmado en Suiza en 1963 las joyas que iban a ser calificadas como las de pasar: “las alhajas que recibí en usufructo del rey don Alfonso XIII y de la misma infanta Isabel... desearía, si es posible, que se adjudicasen a mi hijo don Juan, rogando a éste que las transmita a mi nieto don Juan Carlos. El resto de mis alhajas que se repartan entre mis dos hijas”.
(extracto de “Las joyas de las reinas de España. La desconocida historia de las alhajas reales”. Fernando Rayón y José Luis Sampedro. Editorial Planeta)
Estas piezas son un grupo de joyas de gran valor y representativas de la historia de nuestro país. Esto no quiere decir que todas las alhajas del joyero real sean automáticamente de pasar: se cuenta por ejemplo, que el espectacular collar de chatones de la reina Victoria Eugenia era muy largo porque Alfonso XII le regalaba dos brillantes nuevos en cada uno de sus cumpleaños y que doña Sofía mandó dividirlo en tres, dos para las infantas Cristina y Elena y otro para la Reina Letizia.
Así pues, siguiendo con la tradición de soberana a soberana, Doña Letizia recibió en el año 2014 estas joyas de la mano de su suegra, Doña Sofía. Entre estas joyas están una de las piezas favoritas de Doña Letizia, las llamadas pulseras gemelas. Este brazalete (son dos pulseras gemelas, y la reina las usa indistintamente en cada brazo o juntas) lo realizó expresamente Cartier emulando las columnas de los templos griegos para homenajear el origen de la reina emérita doña Sofía. Estos diamantes provienen de una corona que el rey Alfonso XIII regaló a la reina Victoria Eugenia y que fue desmontada cuando los reyes huyeron al exilio.
No podemos dejar de destacar una de las joyas más valiosas que ha heredado Doña Letizia, la tiara prusiana que sujetó su velo de novia, la misma que lució Doña Sofía en su enlace con Don Juan Carlos en 1962. La diadema está inspirada en las columnas del Partenón y las hojas de laurel con las que se coronaba a los campeones de los juegos olímpicos.
Una Reina sin reloj
Menos en ocasiones formales, la Reina siempre ha apostado por la discreción y la sencillez, haciendo suyo el menos es más. Hay dos constantes en el estilismo de nuestra reina, la primera que nunca se pone reloj y la segunda que nunca sale de palacio sin pendientes, ya sean unos chatones de diamantes o coloridas piezas de alta bisutería.
Es habitual ver a Doña Letizia con joyas con valor sentimental, como es el caso de las pulseras universo, un regalo de la reina Sofía a su nuera cuando nacieron sus dos nietas. Esta pulseras llevan colgando las iniciales de Doña Leonor y Doña Sofía. Tras la muerte de Erika Ortiz, doña Letizia añadió a la pulsera una C, inicial del nombre de su sobrina Carla.
Una de las joyas propias más valiosas de Doña Letizia es la tiara Ansorena que su marido le regaló por su quinto aniversario de boda. Cincuenta mil euros se gastó don Felipe por esta diadema compuesta por 450 brillantes y diez perlas australianas.
En el año 2011 corrieron ríos de tinta porque la Reina decidió no volver a usar ni alianza de casada ni su anillo de compromiso. La misma soberana contó en una ocasión que se había despojado de su alianza porque los continuos apretones de manos de las recepciones le habían producido heridas en los dedos.
El motivo por el que Doña Letizia no luce su anillo de compromiso, llamado por su diseño “alianza de la eternidad” corre por los mentideros nacionales sin haber sido confirmada ni desmentida por Casa Real, y es que al parecer, el Príncipe Felipe encargó por catálogo la joya y pidió a su cuñado Iñaki Urdangarín que fuera a recogerlo a la joyería Suarez. Urdangarín pagó el anillo con la tarjeta de Nóos, caso por el que el cuñado de los reyes está ingresado actualmente en prisión. Después de ser declarado culpable, Doña Letizia desterró el anillo a su joyero de forma permanente.
En la actualidad, es habitual ver a la Reina luciendo un anillo dorado de la diseñadora londinense Karem Hallam. Para las que quieran lucir esta pieza real y emular así a Doña Letizia, el anillo se vende en la web por 114 euros mientras que la versión plata cuesta 89.
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