La Columna de Carla de La Lá
Crónica de la investidura de Biden o “El discreto encanto de la progresía”
¿Se fijaron que ninguno, (¡nadie!) llevaba una mascarilla quirúrgica? Otro nivel, queridos amigos.
El católico pero sin embargo pro abortista Joe Biden puso la mano sobre una Biblia casi tan grande como su incoherencia y se convirtió en el nuevo Presidente de atrezzo de los Estados Unidos de América; digo, de atrezzo, porque la verdadera presidenta, dados los evidentes achaques de Biden, será, es ya, Kamala Harris, que a su vez juró sobre la Biblia siendo activista pro aborto entre otras causas absolutamente incompatibles con los principios cristianos.
Kamala Harris, en teoría la Vicepresidenta, es la primera mujer en ocupar el segundo puesto de mayor rango político en el país norteamericano y lo hizo luciendo un espantoso estilismo morado, el color de feminismo (y no critico el feminismo, en absoluto, ¿eh?), para hacer hincapié en su talante adanista y de paso, acariciar las sensibilidades de los tontos, que en América abundan, igual que en todo el globo.
A tal efecto, eligió un atuendo del diseñador emergente estadounidense Christopher John Rogers, que es joven y queer, cosa que me parece muy bien, y de Sergio Hudson. Ambos diseñadores negros, porque entre otras portadas marketinianas de su profile, Kamala dice ser la primera mujer negra en alcanzar su posición y no sólo ha decidido declararse negra, sino que también se proclama afroamericana; lo precioso del asunto es que ninguno de sus ancestros conocidos fue un africano de piel negra trasladado como esclavo a los Estados Unidos. En cambio, es hija de inmigrantes de la India y Jamaica, lo que nos lleva a una idea divertidísima: que Kamala Harris es negra y afroamericana porque lo dice y punto, ¿nos encontramos ante el advenimiento de la Etnografía fluida?
Los zapatos con los que la nueva VP coordinó su conjunto son del diseñador español Manolo Blahnik y yo le aplaudo el gusto porque los tengo iguales.
Joe Biden es un millonario de izquierdas, de 78 años, el presidente de mayor edad en llegar a la Casa Blanca, que ha sido acusado de pederastia, palabras mayores, espero y deseo que sea inocente de tales acusaciones, y de comportamiento inadecuado con las mujeres. Esto último me consta (tal vez es que chochea) porque lo he visto, como cualquiera de ustedes puede verlo en las decenas de videos que hay al respecto (o había hasta hace un par de meses) en youtube.
Joe Biden es el típico señor toquetón, les remito a los videos, porque se le van las manos (las mujeres de los videos proyectan una nerviosa sonrisa) y te habla a una distancia insuficiente para respirar… Pero este hombre afirma sin ninguna clase de rubor ser “la democracia” (también afirma ser católico) y apareció de la manita de su esposa Jil.
¿Cómo les gusta a los americanos proyectar esa imagen de higiene familiar y salud matrimonial, ¿verdad? ¡Qué hipocritillas! ¡me encanta!
Jill Biden se inclinó por la pequeña marca Markarian, cuya diseñadora Alexandra O’Neill ideó para ella un vestido correctísimo y aburrido de tweed y un abrigo azul océano igualmente sedante con solapas y puños de terciopelo en un tono más oscuro. Cabe destacar que iba totalmente despeinada, lo que aportaba un toque de lo más oportuno pero aun con eso, Jil (discúlpeme Jil) no nos promete nada maravilloso.
¡Mientras, nuestra bellísima Melania se ha saltado el pacato evento… y lo ha pasado tomando el sol en Florida y bebiendo daiquiris con la música a tope…! ¡Cómo vamos a echarla de menos…! Siempre divertida, fantasiosa, con esa preciosa carita como de pertenecer a una banda de vendedores callejeros de armas blancas, crack, empanadas y heroína en Grozni, con su barriguita cervecera y sus hechuras generosas de terca y salvaje hembra sioux (de origen esloveno). Carne roja, bombones, cerezas, champagne…. Encantadora Melania y estilosísima, a la que nunca concedieron una portada de moda, como a Kamala, que ya ha protagonizado una, por no hablar de Michelle Obama que atesora nisesabe cuántas…
Durante los dos mandatos de su marido, la elegantísima ex primera dama Michelle Obama también vistió regularmente diseños de creadores estadounidenses negros, latinos o asiáticos. Hay que reconocer que con gran acierto. En esta ocasión, se enfundó en un look de Sergio Hudson monocromático y “glamuroso sin esfuerzo”, color burgundy (que es como los cursis llaman al color borgoña o vino) digno de su fama, aunque le hacía unas piernas muy feas, las cosas como son. Un look precioso, adecuadísimo y setentero combinado con una melena a juego, con las puntas hacia afuera, a lo Farrah Fawcett.
Joe Biden y el marido de Harris, Doug Emhoff, optaron en sus trajes por el diseñador más estadounidense: Ralph Lauren. (Biden con una corbata satinada pastel, que siendo algo catetilla, sin embargo, hacia juego con sus falsos manierismos angelicales). Pero lo que llevaban los hombres sinceramente me da igual.
El vestido glorioso de Lady Gaga, firmado por Schiaparelli... ¡Qué fantasía! ¡Y cómo cantó el himno nacional! Brutal. J Lo, no me gustó en cambio, ni ese look como de rapera (aunque iba de Chanel)… Y luego ese postizo tirante, absolutamente Pantojil.
Muy interesante, en cualquier caso y muy estético todo, ¡Vivan los Estados Unidos de América! ¿Se fijaron que ninguno, (¡nadie!) llevaba una mascarilla quirúrgica? Otro nivel, queridos amigos.
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