La columna de Carla de la Lá
8 lecturas que cambian a las personas
Les dejo unas recomendaciones tan eclécticas e irresistibles como esta, su cronista favorita, todas ellas, se lo aseguro, tienen en común su poder de hacer mejores a las personas, y más felices.
A propósito de este singular día del libro confinados les dejo unas recomendaciones tan eclécticas e irresistibles como esta, su cronista favorita, todas ellas, se lo aseguro, tienen en común su poder de hacer mejores a las personas, y más felices:
American Psico, de Bret Easton Ellis: cuando estudiaba Estética en la facultad de Arte de la Complutense, un catedrático nos recomendó dos libros a aquellos que nos fascinaba la rama de la filosofía que estudia la esencia y la percepción de la Belleza. Una de ellas fue esta polémica pero indiscutible novela, donde el protagonista es un yuppy narcisista que descuartiza tías buenas después de cenar con ellas en restaurantes carísimos en la sociedad del consumismo hipertrofiado neoyorquino de finales del XX. Créanme, lo de menos es el argumento (la película un horror que nada tiene que ver), si se conoce esta obra maestra; una de las grandes novelas de la literatura estadounidense, sin duda. 576 páginas de brillantísima prosa que se leerán en dos días.
Historias de San Petersburgo, de Nicolai Gogol: Se trata de un libro amable y sencillo pero no por eso menos sofisticado y deslumbrante en la historia de la literatura rusa que quizá sea lo mejor de la literatura en general. Contiene algunos de los mejores relatos que jamás se hayan escrito o leído como el Abrigo o la Nariz, tan entretenidos como desgarradores. La obra, modernísima, ejerció una importante influencia en la literatura posterior, evidente en Herman Melville, Kafka o Dostoievski. Nabokov consideró El abrigo como la única obra “sin grietas” de la historia de la literatura. A mí se me humedecen los ojos sólo con olisquear el título de esta genialidad.
Meditaciones, de Marco Aurelio: el emperador romano Marco Aurelio escribió en griego esta obra acerca de la condición humana, el universo, la creación y la moralidad, entre los años 170 y 180. Decía que deberíamos aspirar a un grado tal de elevación, que habría que ser tan íntegros, tan consistentes, respetuosos, desprendidos e inteligentes que pudiéramos pensar en alto sin ofender ni escandalizar a nadie. Cuando lo leí, hace años, me impresionó como discurso ético estético, pero a los 40, comienzo a comprender su administración más funcional.
El mundo como voluntad y como representación, de Arthur Schopenhauer: “Hay seres de los que no se concibe cómo llegan a caminar sobre dos piernas, aunque eso no signifique mucho”; “Los amigos se dicen sinceros; ¡los enemigos sí que lo son! Por eso debiera tomarse la crítica de éstos como una medicina amarga”; “Cuantas menos razones tiene un hombre para enorgullecerse de sí mismo, más suele enorgullecerse de pertenecer a una nación”. Esta obra indispensable de la filosofía (autores como Freud, Nietzsche, Karl Popper, Cioran y Borges son consecuencia directa de ella) se considera la más elaborada manifestación del pesimismo, pero a mí me reconforta y me hace reír a carcajadas. Durante muchos años este fue mi libro de cabecera y di por hecho que era el más completo, inteligente y cómico análisis del mundo hasta que comencé con la Biblia.
La Biblia: Como saben, este es el único libro que leo a diario y que espero leer hasta mi último día en este mundo. Me hace gracia cuando me topo con algún fanfarrón que la desprecia (es imposible desestimar este libro si lo has leído) y cree conocerla porque estudió en colegio de curas. Pocas personas se han leído siquiera cinco páginas, pero hablan… que hablar tenía que doler o engordar. A mí, que aún no la domino en absoluto, porque es una obra dificilísima que requiere de una vastísima cultura y paciencia (ríanse del Ulises) me parece el libro más ingenioso, eminente, sublime, valioso, poético, higiénico y digno de consideración, sea uno creyente o ateo. Ah...y el más elegante. Desde la Fe, es la carta donde Dios nos revela a los hombres lo que hay y qué hacer con ello. Desde el laicismo, se trata de una joya literaria y filosófica sin precedentes ni parangón en la historia. No es un libro para niños, ni para perezosos, no. Les recomiendo empezar por el Nuevo Testamento, y continuar, por los libros más fáciles del Antiguo…Ah… y los mejores tips para la convivencia y el encierro están entre sus páginas, así, al azar, no en Cosmopolitan.
La importancia de llamarse Ernesto, de Oscar Wilde: “Yo no soy partidaria de las relaciones largas. Dan ocasión a que los novios se conozcan demasiado bien antes de casarse, cosa que nunca es prudente”; “Si no tarda usted mucho, le esperaré aquí toda la vida”; “¡Detesto todos los argumentos! Son siempre vulgares, y a menudo convincentes”; esta obra que ironiza con milagrosa profundidad y humor sobre las costumbres y la seriedad de la sociedad victoriana fue su última comedia y creo que la mejor; pero a Wilde no hay que dejar nunca de leerlo, aunque sí de parafrasearlo. Probablemente el autor con el que más me identifico, desde la humildad (se lo aseguro) y con el que más me he reído. Le adoro, le invitaría a mi casa y le seduciría, y me casaría con él, a sabiendas de que pronto me abandonaría por un jovencito de su agrado.
Ulises de Joyce: Aquí me pasa como con la Biblia y como con los que dicen que han escuchado toda la obra de Bach ¡Mentirosos!… Veamos, estuve un año entero en un curso de El Ulises y ni así, conseguí entenderlo del todo (no creo que lo entienda ni su autor). Sin embargo, tuve la suerte de disfrutar esta obra de vanguardia desde el primer momento, desde el primer párrafo, que es un desafío para la paciencia, para el ego y las entendederas de los amantes de lo figurativo. Un verdadero hallazgo por parte de Joyce que es, indiscutiblemente, el Picasso de la Literatura; y como decía el pintor: “Artista no es el que busca, artista es el que encuentra, algo”. Un libro tan desesperante y coñazo (no es para cualquiera*) como necesario para todo aquel que quiera escribir o conocer la escritura. *No es “El perfume” de Patrick Süskind, la novela más comercial, amena y atractiva que se me ocurre y que recomiendo encarecidamente a todo el mundo porque es maravillosa.
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