La amenaza atómica
Zaporiyia, ante el desastre nuclear y ecológico
Al igual que hizo con la presa, Zelenski acusa a Putin de querer volar la planta nuclear de Zaporiyia
Desde la pequeña, bucólica y veraniega ciudad costera de Chervonohryhorivska, situada en la ribera opuesta de la central nuclear de Zaporiya, nadie diría que toda la vida en muchos kilómetros a la redonda podría desaparecer en un chasquido de dedos. El conflicto de Ucrania ha puesto en peligro varias veces las instalaciones, pero nunca tanto como la emergencia que ha provocado la voladura de la presa de Nova Kajovka.
La amenaza reside en que, tras la destrucción de la central hidroeléctrica del embalse, el nivel de la reserva acuífera de Kajovka, situada por encima de la presa, descendió tanto que el agua necesaria para el buen funcionamiento del estanque de enfriamiento de la central nuclear bajó tanto que, durante unos días, la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) temió estar a las puertas de un nuevo Chernóbil.
LA RAZÓN ha estado resiguiendo esa línea costera del río Dniéper y la reserva acuífera, donde el agua ha descendido dramáticamente. Las boyas para indicar a las embarcaciones la profundidad del río yacen ahora sobre la arena, en la que los restos de los moluscos, peces, cangrejos y toda la vida marina se pudren al sol. “No me lo podía creer. En cuestión de horas, toda la ribera desapareció”, explicó Tania, una de las residentes de la cercana aldea de Prydniprovs’ke, donde el desastre es más que evidente. “Desde ahí lanzábamos nuestra lancha”, añadió, señalando un pequeño amarre de cemento dentro de su propiedad. “Si el agua no vuelve, será el final para todo esto”, sentenció.
De momento, el peligro inmediato para la central ha sido evitado. “La situación es grave, pero se están tomando medidas para estabilizarla” ya que, hoy en día, Zaporiya “dispone de agua para varios meses”, según informó el jefe de la OIEA, Rafael Grossi, quien visitó las instalaciones el jueves con el objetivo de determinar hasta qué punto el suministro grande y constante necesario para enfriar tanto los núcleos del reactor como el combustible nuclear gastado, había sido mermado, amenazando así a la instalación nuclear más grande de Europa.
Asimismo, Grossi hizo hincapié en que “pasarán muchos años antes de que la presa sea reconstruida” y el embalse vuelva a tener un nivel de agua óptimo para el funcionamiento de esta. Por ello, “los trabajadores de la planta han tenido que instalar bombas de agua”. Por otro lado, el jefe de la OIEA también informó de “daños significativos en las ventanas del edificio de la sala de turbinas de la unidad de energía No. 4”, los cuales “no corresponden a ningún incidente reportado anteriormente”.
Otros peligros
La destrucción de la presa de Nova Kajovka no es la única amenaza que podría desencadenar el mayor desastre nuclear de la historia, el cual condenaría a Europa, y parte de Rusia, a un cataclismo de proporciones bíblicas. El mayor de ellos sería la presunta intención de Putin de hacerla detonar, según declaró el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski: “Rusia quiere volar la central nuclear. Porque, al igual que con el embalse, no están interesados en la seguridad de Ucrania. Necesitan que el país esté constantemente desestabilizado. De esta manera, pretenden que el mundo nos presione para que detengamos el conflicto”, según informó la agencia de noticias ucraniana.
Por su parte, el ministerio de Defensa ucraniano asegura que el Ejército ruso ha colocado minas en los terrenos adyacentes a la planta nuclear para evitar un posible ataque de Kyiv en la zona, así como sigue acusándolos de estar almacenando armas y explosivos en el interior de las instalaciones. No obstante, de momento no ha trascendido ningún intento por parte del Ejército de Zelenski para intentar reconquistar la central nuclear.
Esta es la primera vez en la historia que una potencia militar extranjera ocupa una planta nuclear durante un conflicto activo, el cual llegó hasta las mismísimas puertas de su infraestructura cuando, en agosto de 2022, Zaporiyia sufrió diversos bombardeos cuya autoría todavía no ha podido ser verificada, puesto que, inmediatamente, ambos bandos se acusaron mutuamente.
A esto hay que sumarle todos los problemas relacionados con el mantenimiento de las infraestructuras, sobre todo en lo que se refiere al personal encargado del control y la gestión de la central nuclear, después de que esta fuese tomada por las tropas rusas en marzo de 2022. Desde entonces, “el Kremlin ha impuesto a sus gestores, los cuales presionan a los trabajadores para que rompan sus contratos con la compañía nuclear estatal de Ucrania, Energoatom, y firmen con la compañía nuclear rusa, Rosatom”, según informó el "New York Times".
Además, también los estaría “obligando a que soliciten pasaportes rusos”, según aseguró Oleh Korikov, inspector de seguridad nuclear y radiológica de Ucrania. Desde que las fuerzas de Putin tomaron el control de la central, “el personal de 11.000 trabajadores se ha reducido hasta solamente 2.000”, añadió. Por otra parte, a los 9.000 operarios restantes “no se les permite ir a la planta porque se niegan a firmar contratos con sus controladores rusos”, según confirmó el propio Rafael Grossi después de su visita.
El suministro de electricidad es otro de los grandes problemas a los que se enfrenta Zaporiyia. Desde el inicio de la guerra, hasta en siete ocasiones, la central se ha visto obligada a depender de generadores diésel porque los bombardeos han cortado el tendido eléctrico. Y, sin un suministro constante de electricidad, las bombas que hacen circular el agua de refrigeración no pueden funcionar. Motivo por el que, cuando empezaron las hostilidades, “cinco de los reactores han estado en modo de apagado en frío (es decir, un estado inactivo en el que no producen energía), mientras que el sexto está en modo de apagado en caliente para producir la energía suficiente para la seguridad de la planta”, según informó la OIEA.
✕
Accede a tu cuenta para comentar