Comercio
Vladimir Putin engatusa a África con promesas de trigo
La segunda Conferencia Parlamentaria Internacional Rusia-África ha llevado a Moscú a los representantes de 40 naciones africanas, donde Putin ha profundizado en su discurso antieuropeo
“Quiero hacer un énfasis en que nuestro país siempre ha dado y siempre dará prioridad a la cooperación con los estados africanos”. Vladimir Putin sólo utilizó frases amables a la hora de dirigirse este lunes a las delegaciones de 40 países africanos, reunidos en Moscú para celebrar la segunda Conferencia Parlamentaria Internacional Rusia-África. El mandatario ruso exponía así un recorrido sobre las relaciones históricas entre Rusia y el continente africano, que comenzaron durante los años de la descolonización y que hoy viven su momento dorado tras el repunte iniciado en 2008.
La segunda Conferencia Parlamentaria Internacional Rusia-África tuvo lugar entre el 19 y el 20 de marzo, pudiendo considerarse como una conferencia diseñada para atraer hacia sí un mayor número de apoyos africanos. El pasado domingo se organizó dentro del marco de la conferencia una mesa redonda bajo el título: “Neocolonialismo del Oeste: cómo prevenir la repetición de la Historia”, en la que parlamentarios rusos y africanos conversaron acerca de las posibilidades de diálogo basado en los principios de mutuo respeto. El diputado ruso Viacheslav Nikonov, nieto del ministro estalinista Viacheslav Mólotov, llegó a afirmar en esta reunión que “los países BRICS ya tienen más capacidad económica que el G7. Ellos [el G7] no son el primer mundo, bajo ningún concepto. Y el hecho de que se autodenominen primer mundo es racista. Históricamente, en realidad son el último mundo”.
A la hora de referirse a las similitudes que les unen, Putin remarcó que Rusia, al igual que África, “defiende los valores morales tradicionales” a través de “la resistencia frente a la ideología neocolonialista impuesta desde fuera”. El esfuerzo ruso por transmitir la idea de un mundo multipolar, nuevo a la vez que tradicional, quedó patente a lo largo de las sucesivas reuniones y del discurso de Vladimir Putin. Una estrategia que causó el impacto deseado en Zimbabue, cuando el presidente de la Asamblea Nacional, Jacob Munenda, aseguró que “Zimbabue está con Rusia a la hora de enfrentarse a las sanciones”. Jacob Munenda es el representante de una Asamblea Nacional que lleva siendo gobernada por el mismo partido político desde la década de 1980, asociada con un gobierno de corte autoritario y conocido por su afición a la hora de arrestar a líderes de la oposición y de recortar libertades del pueblo. Siempre a caballo entre la paradoja y la contradicción, Vladimir Putin se encontró así hablando de derechos y libertades cuando el representante de una dictadura se levantó para aplaudirle.
Uno de los puntos principales de la conferencia fue el transporte de grano ruso y ucraniano a los países africanos. Desde el comienzo de la guerra, tanto Naciones Unidas como la Unión Africana han puesto su empeño en conseguir un envío continuado de grano, ya sea levantando el bloqueo inicial impuesto por Vladimir Putin como regateando con las naciones occidentales quién se lleva qué cantidad. Actualmente se encuentra en vigor un acuerdo de exportación segura de grano ruso y ucraniano desde los puertos del Mar Negro, un acuerdo que tendrá una duración de 60 días (la mitad de lo que Naciones Unidas y Ucrania solicitaron a Moscú) y que, según el Kremlin, sólo se renovará si Occidente se decide a levantar algunas de las sanciones impuestas a raíz de la invasión de Ucrania. Putin llegó a afirmar ante los representantes africanos que “si el acuerdo no se renueva en los próximos 60 días, estaremos dispuestos a enviar el grano a África de manera gratuita”. Otras promesas incluyeron un aumento de la cooperación con África en los campos energético y sanitario, además de un aumento de las cuotas emitidas para estudiantes africanos en las universidades rusas.
El presidente ruso criticó con dureza que la mayoría del grano que debía enviarse a países en desarrollo ha terminado en Europa, en un intento de revolver aún más la indignación de las naciones africanas. Cabe a recordar que su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, ha completado ya dos giras africanas en lo que llevamos de año y que en la mayoría de sus reuniones con los líderes de los países visitados ofreció grano y combustible para hacer frente a la escasez a la que se enfrentan muchas naciones africanas desde el inicio de la guerra de Ucrania. Asimismo, Putin allanó el camino para la próxima cumbre Ruso-Africana, que tendrá lugar entre los días 26 y 29 de julio en San Petersburgo y donde se espera que prosiga la ofensiva diplomática rusa en detrimento de Occidente.
Relaciones en aumento
Las relaciones ruso-africanas atraviesan actualmente su punto fuerte. Moscú saca constantes beneficios de la venta de armas a naciones tan variadas como Etiopía, Angola, Argelia, Guinea Ecuatorial, Sudán del Sur, Ruanda y Egipto, mientras ha abastecido a Mali, República Democrática del Congo, Mozambique y Libia de mercenarios a cambio de exploraciones mineras y petroleras. Los proyectos mineros rusos se extienden por estos cuatro países pero también a Burkina Faso, Zimbabue y Angola, mientras se han establecido importantes partenariados comerciales con Nigeria, Sudáfrica, Egipto y Argelia. Incluso existe un eje probado de cooperación norte-sur que lleva de Libia hasta Sudáfrica, pasando por República Centroafricana, Madagascar y Zimbabue.
El beneficio ruso no se limita a lo económico, ya que este último año ha significado un volantazo en la política africana a la hora de relacionarse con Rusia, China y Occidente. Las recientes votaciones de los países africanos en la ONU demuestran una inclinación hacia el eje ruso, mientras los Jefes de Estado del continentehan expresado últimamente su hartazgo frente al paternalismo europeo en lo referente a sus relaciones. A sabiendas de que el camino a Europa está cortado, Vladimir Putin abre nuevas vías en África. Tanto Rusia como Irán iniciaron el año pasado el desarrollo de una nueva ruta comercial que desafía a las sanciones y que permitiría a sendos países un comercio seguro a través del Mar Caspio y de la vía abierta por el Mar Rojo. De hecho, Lavrov ratificó en su última visita a Sudán la construcción de una base naval en el Mar Rojo, gracias a la cual podrán salvaguardarse los intereses rusos en esta región.
Basta concluir con una de las frases pronunciadas por Putin a los representantes africanos pero con los líderes europeos como verdadero receptor, y que demuestra que el interés ruso por África está subordinado a Europa, que no es un interés sincero: “Si Bruselas, Washington y Londres están realmente interesados en continuar la exportación de comida desde Ucrania a través del corredor marítimo humanitario, entonces tienden dos meses para excluir de sus sanciones aquellas que afectan al sector agrícola ruso”. Así chantajea Putin a Occidente, sin despeinarse, la voz fría fingiendo calor, poniendo en juego las vidas de millones de africanos mientras sus dirigentes aplauden su caída con una rabia inconsciente.
✕
Accede a tu cuenta para comentar