Geopolítica
La “quinta columna” de China en África: los medios de comunicación que conquistan un continente
La política de China en África, basada en un “poder blando” dirigido por los medios de comunicación, ha permitido al gigante asiático estrechar lazos con los africanos y conseguir así jugosos beneficios comerciales
El 4 de diciembre de 2015, el presidente Xi Jinping anunció en un discurso pronunciado en Johannesburgo que China implementaría una red de televisiones por satélite a lo largo de 10.000 localidades africanas. El proyecto, conocido como “Acceso a la Televisión por Satélite para 10.000 Pueblos Africanos” (el nombre no precisaba originalidad) concluyó en 2019 y, realmente, 10.000 localidades africanas se beneficiaron de él. 10.112 localidades, si queremos ser exactos. La idea inicial de dicho proyecto consistía en romper con la evidente brecha digital que lleva sufriendo África, pero también pretendía derrumbar los monopolios de la industria digital en el continente para “diversificar” la programación a la que tienen acceso los africanos. Nigeria, Sudáfrica, Kenia, Senegal, República Democrática del Congo y Camerún fueron algunos de los 25 países beneficiados por esta medida.
Basta con visitar estos países para encontrar como fogonazos los carteles anunciando que esta o aquella localidad remota fueron receptoras de la televisión satelital traída por la China de Xi Jinping. Una medida a todas luces desinteresada, pero que abre el camino al complejo entramado diseñado por el gigante asiático para hacerse un hueco en los medios de comunicación africanos.
Una industria en constante crecimiento
Aunque las operaciones de China en África abarcan desde la construcción de carreteras (el documental Empire of Dust, disponible en YouTube, es fundamental para comprender las relaciones chino-congoleñas en este respecto) hasta la edificación de puertos mercantiles de considerable envergadura, así y como la explotación minera de recursos repartidos en todo el territorio, nada de esto sería posible sin la “quinta columna” que nace de Pekín y que desfila a los hogares de un número creciente de africanos: los medios de comunicación. El despliegue mediático de Pekín se extiende de manera constante y acaricia cualquier aspecto relacionado con la comunicación: las agencias de noticas africanas distribuyen contenido enviado por medios chinos, series de t1elevisión y documentales chinos se difunden en las televisiones locales del continente, periodistas africanos cursan sus estudios universitarios en China, las emisiones de Radio China International se difunden en dialectos locales... incluso se ha llegado a dar la adquisición directa de editoriales en Sudáfrica.
Dani Madrid-Morales, periodista experto en la desinformación en África y profesor de Periodismo Global por la Universidad de Sheffield, considera que el interés de Pekín por los medios africanos “se remonta a los años 50 y 60, en plena guerra fría, cuando hubo bastante actividad en medios impresos y radio, no sólo por parte de China, sino también de la Unión Soviética”. Tras un parón ocasionado por la caída del Muro de Berlín y la reestructuración de los poderes globales, los medios chinos “regresaron en la década de los 2000 a África, a raíz de una estrategia de la globalización de la economía promovida por el Gobierno chino”.
Uno de los ejemplos más citados por él y otros expertos es StarTimes. Fundada en 1988, se trata de una compañía dedicada a proveer operadores de antena y contenidos nacidos en la industria televisiva china. La expansión de su modelo de negocio llegó a África en 2007, y desde entonces han establecido sucursales en 30 países africanos, entre los que se encuentran Ruanda, Nigeria, Kenia y Sudáfrica, es decir, naciones de un peso considerable dentro del continente. A finales de 2021 contaban con 13 millones de suscriptores africanos en su televisión digital y más de 20 millones de suscriptores de telefonía móvil. Se autodefinen como “el operador de TV más influencia y con mayor crecimiento de África”.
Evolución de objetivos
Es evidente que el objetivo último de StarTimes no se limita a entretener a los hogares africanos con series de acción y programas de dibujos animados. Dentro de sus intereses entra una “responsabilidad social” especificada nebulosamente y la firme intención de desarrollar un “ecosistema de negocio” que permita en un futuro la integración de las empresas chinas en África.
De cara al público, el Gobierno chino asegura que su interés por África se aplica de forma estricta a los campos de la cooperación y de la economía. Incluso alardean de la llamada “política de los cinco noes”, que garantiza la no intervención de China en los asuntos internos de las naciones africanas, para desvincularse así de la perspectiva colonial que mantiene el continente a la hora de enfrentarse a Europa. Sin embargo, compañías como StarTimes demuestran una creciente injerencia basada en el “poder blando” que configuran las estrategias mediáticas impulsadas desde Pekín.
Madrid-Morales habla de una “evolución en los objetivos”. Mientras los primeros movimientos de los medios chinos en África respondían a “contar la verdad acera de las relaciones sino-africanas”, a raíz de la información que expresaban los medios europeos, “con el tiempo esto ha ido cambiando, y el enfoque ha ido hacia otros objetivos de la política exterior china, como serían la creación de una opinión pública favorable en temas importantes para Pekín (por ejemplo, Hong Kong, Taiwán o Xinjiang), así como la crítica de países rivales, como sería el caso de los Estados Unidos”.
El estudio China´s ICT Engagement in Africa: A Comparative Analysis, publicado en febrero de 2021 por La Revista de Estudios Internacionales de Yale, llegó a la conclusión de que China ha sido desde comienzos de los 2000 el mayor inversor de Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) en África, donde inyectó más de 3 mil millones de dólares entre 2000 y 2007. Además, el presidente Xi Jinping se comprometió en 2015 a invertir otros 60.000 millones de dólares en proyectos de desarrollo, entre los que se incluyen el desarrollo de las TIC. Países como Zimbabue y Sudáfrica aplaudieron entonces esta inversión, y las relaciones entre China y ambos países no ha hecho sino crecer desde entonces.
Una relación “romántica”
No es casualidad, por tanto, que los medios anglosajones se hayan referido desde 2007 a la relación entre China y Sudáfrica como una de índole “romántico”, mientras el gigante mediático sudafricano, Naspers, mantiene una estrecha relación con la Tecnológica china Tencent, de la que poseía en 2018 una participación del 31%. Ambos países se encuentran integrados dentro del bloque de naciones BRICS, algo que no debe pasarse por alto, según Madrid-Morales: “cuando Iqbal Survé buscó capital para comprar Independent Media, se aprovechó de una visita de negocios de una delegación sudafricana a Pekín, que estaba enmarcada en la cooperación entre países BRICS”. Suma y sigue.
Suma y sigue con Kenia, la que se considera sede africana de la mayoría de redacciones de medios chinos en el continente. Pekín aprovechó que este país está considerado como la “capital mediática” de África, y Kenia es ahora (casualidad o no) el tercer país africano con una mayor deuda pendiente con China, sólo por detrás de Angola y de Etiopía.
Y los ejemplos de medios chinos en África prosiguen: en 2012 se lanzó la versión africana de China Daily, el periódico chino de habla inglesa más distendido en el mundo; el periódico ChinAfrica comenzó a difundirse tan atrás como 1988; la sucursal africana de la China Global Television Network, conocida como CGTN Africa, cuenta con una sede propia y 100 trabajadores en Kenia; la emisora de radio ArrowLine Chinese Radio mantiene su presencia en Johannesburgo desde 2011... todo ello con el fin de aproximar las relaciones entre los africanos y un país que, una televisión a cada vez, se ha convertido en el mayor acreedor del continente más pobre y peor comunicado del mundo.
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