Rusia en África
Lavrov concluye su segunda gira africana en lo que va de año y regresa a Moscú con una base en Sudán
El ministro de Relaciones Exteriores ruso ha dedicado los últimos cuatro días en reunirse con los dirigentes de Mali, Mauritania y Sudán
El ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, ha visitado siete países africanos desde el comienzo de 2023. Viajó a Eritrea, Angola, Esuatini y Sudáfrica a finales de enero, mientras su segunda gira africana en lo que va de año, que le ha llevado a Mali, Mauritania y Sudán, concluyó este jueves con una estancia de 48 horas en la capital sudanesa. La ofensiva rusa por extender su influencia en el continente es evidente, y más aún cuando el paso de Lavrov por los sucesivos países que visita comienza a dejar una huella innegable, producto de esta privanza en ascenso.
Mali
Su llegada a Mali el 6 de febrero era tan esperada por la población civil como la última visita del papa a República Democrática del Congo. Cabe recordar que Rusia es hoy el máximo aliado del régimen de Assimi Goita en la lucha contra el yihadismo que asola la nación africana, en parte gracias a la donación de helicópteros y aviones de combate, en parte gracias a la presencia de mercenarios Wagner en el centro del país. El representante ruso fue recibido en el aeropuerto por su homólogo maliense, Abdoulaye Diop, con el que se reunió y mantuvo una rueda de prensa conjunta, antes de encontrarse con Assimi Goita para conversar sobre futuras alianzas entre Rusia y Mali. Lavrov ratificó asimismo el apoyo de su país a Mali en lo referente al suministro de trigo y combustible.
Entre idas y venidas, Sergei fue nombrado comandante del orden nacional como extranjero, una condecoración que el jefe de la diplomacia maliense justificó en el hecho de que “el ministro Lavrov ha tomado decisiones fuertes y valientes que han permitido que Malí siga existiendo como un país unido, independiente y soberano. Decisiones que han hecho posible fortalecer la cooperación entre Malí y la Federación Rusa”. El ruso contestó a su vez que “dirige una política encaminada a contrarrestar las tendencias destinadas a pisotear las cartas de las Naciones Unidas” y se encaminó a su esperada reunión con Assimi Goita. El coronel Assimi Goita, que ya ha dilucidado un puñado de conjuras, tramas, complots e intentos de golpe de Estado contra su Gobierno y que apenas sale de la base militar de Kati si no es para que le limpien el barracón, recibió a Lavrov en una habitación fuertemente protegida por las fuerzas especiales malienses y con un extraño bulto bajo el chaquetón militar, cuyas formas parecían indicar que el líder maliense llevaba a lo largo del encuentro una AK-47 plegada bajo la ropa. ¿Temía Goita que Lavrov fuera a ejecutarle? ¿Acariciaba la idea de disparar él a Lavrov? ¿Estaba el coronel maliense al tanto de un golpe de Estado esa misma noche, otro más?
Pocos saben lo que cruza por la cabeza de Assimi Goita. En cualquier caso, al día siguiente de su reunión con Lavrov, el coronel cesó a seis altos mandos de sus Fuerzas Armadas por recomendación del ministro ruso, entre los que se encontraban el Jefe del Estado Mayor del Ejército de tierra, el Director General de la Gendarmería nacional y el Jefe de Estado Mayor de la Guardia nacional de Mali.
Mauritania
Mauritania era un destino inesperado dentro de la gira de Lavrov. Cuando salen a relucir los nombres de naciones africanas cuya balanza de apoyos se inclina a favor de Rusia, este enorme país con un 90% de su superficie cubierta por desierto no entra en la lista. De hecho, la de Lavrov fue la primera visita de un ministro de Exteriores ruso a Mauritania. El moscovita aterrizó este miércoles su capital, Nuakchot, y se entrevistó con su Presidente, Mohamed Ould Ghazouani. A medida que las reuniones avanzaron, quedó claro el motivo del creciente interés de Mauritania por Rusia: el trigo escasea hoy en África, y Rusia tiene trigo de sobra.
Lavrov se comprometió al envío de trigo y fertilizantes a Mauritania, y aquí se descubre la estrategia del Kremlin para atraer hacia sí al mayor número de aliados africanos, hoy afectados por la crisis alimentaria desatada tras el inicio de la Guerra de Ucrania. Si a Europa nos chantajea con el gas, a África puede dominarla con algo mucho más barato, le basta con un puñado de trigo y varios sacos de fertilizantes. El ruso metió el dedo en la llaga cuando afirmó durante su reunión con Ghazouani que “el riesgo del colapso [alimenticio y energético] es obvio en relación con las acciones unilaterales, absolutamente ilegítimas e ilegales, de Estados Unidos y sus protegidos”.
Moscú no pide mucho a cambio. De momento se contenta con promesas de amistad. El representante de Exteriores apenas si comentó el interés de Rusia por “colaborar” con Mauritania en la lucha contra el yihadismo, tal y como hace ya en la vecina Mali, aunque no llegó a firmarse ningún acuerdo al respecto.
Sudán
Sudán fue el último destino de Lavrov y también el más provechoso. La nación africana vive sometida desde hace años a las sanciones impuestas por Naciones Unidas y se trata de un aliado asequible para los rusos, que saben jugar las cartas del tablero africano. En la rueda de prensa que sostuvo con el ministro de Exteriores sudanés, Ali al-Sadiq, el moscovita reiteró su “apoyo a la parte sudanesa en su esfuerzo por levantar las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”. Un apoyo a todas luces vacío y engañoso, ya que Rusia cuenta con el derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y le bastaría aplicar dicho derecho para reconducir la situación sudanesa.
Sudán cuenta desde 2014 con mercenarios Wagner en su territorio, que Lavrov calificó en su última visita como “necesarios para normalizar la situación en la región”. Lo que no dijo, quizás por un despiste, es que la planta de procesamiento de oro en al-Ibaidiya pertenece a una empresa fantasma con sede en Sudán pero con múltiples conexiones con Meroe Gold (empresa a su vez vinculada al Grupo Wagner) y que un informe reciente de la CNN desveló que desde Sudán se han efectuado en el último año y medio hasta 16 vuelos de contrabando de oro en dirección a Rusia.
Pero el plato fuerte fue el postre de esta visita de dos días a Jartum. Sergei Lavrov anunció este jueves que ha alcanzado un acuerdo con Sudán para construir una base naval en su costa. El Mar Rojo contará así con la capacidad de dar cobijo a los buques rusos, incluyendo aquellos con capacidad nuclear. El acuerdo se firmó en diciembre de 2020 y acaba de ser ratificado. Permitirá el emplazamiento de una base durante 25 años, con una capacidad máxima de 300 militares y cuatro buques estacionados a la vez.
Lavrov regresa a Moscú habiendo cambiado la cúpula militar maliense, acortando distancias con Mauritania y con la próxima base naval en Sudán ratificada, todo esto ofreciendo tres regalos: trigo, combustible y mercenarios. Cabe a reconocer la labor del ruso: donde Albares realiza giras exprés para visitar tres países africanos en 48 horas, Lavrov dedica 48 horas a cada uno de los tres países que visita. Se toma su tiempo, a sabiendas de que el africano se burla de las prisas con las que se mueve Occidente. Juega según las normas africanas. Y gana.
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