Yemen
Turquía confirma que Khashoggi fue descuartizado
El cuerpo sin vida de Jamal Khashoggi fue descuartizado hace dos semanas en el consulado saudí en Estambul, según fuentes oficiales turcas confirmaron ayer a la cadena CNN. La noticia, que ya había sido adelantada hace días por «The New York Times», sacudió a la opinión pública internacional el mismo día en el que Mohamed Bin Salman recibía en Riad al secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo.
La más que probable complicidad del príncipe heredero de Arabia Saudí en el caso del asesinato de Khashoggi ha destapado la verdadera cara de MBS. La candidez, sonrisa y áurea de modernidad que tanto ha encandilado a mandatarios mundiales ha resultado ser un fiasco. MBS, como se le conoce al heredero al trono, ha estado vendiendo en los últimos tres años un espejismo en el desierto. Mientras, por un lado, ha impulsado reformas en el anclado y tradicional reino saudí, como un mayor control de la Policía religiosa, la histórica ley que permite a las mujeres saudíes poder conducir su propio vehículo o un abanico de opciones para el ocio como cines, conciertos y clubes, por otro, ha sido el instigador del mayor golpe de palacio en la historia de la Casa de Saud.
Sin duda, sus detractarse en el reino saudí se estarán frotando las manos si se prueba que MBS ordenó el arresto del periodista crítico con Riad.
El joven monarca, aficionado a adquirir lo más extravagante y prohibitivamente caro que se vende en el mercado de las subastas, como el Salvator Mundi, un cuadro de Leonardo Da Vinci valorado en 450 millones de dólares, también ha tenido ojo de halcón para invertir en el árido desierto saudí para convertirlo en un atractivo de compañías de negocios internacionales. Sin embargo, la prosperidad a la que aspira el heredero de Arabia Saudí con su proyecto «Visión 2030», lanzado en abril de 2016 –que incluye la venta de una parte del gigante petrolero Aramco y una serie de megaproyectos, como una ciudad dedicada al entretenimiento en Riad– podría verse dañado por el caso Khashoggi.
La mala imagen internacional que ha dado Riad desde la desaparición del colaborador del «Washington Post» ha llenado la lista de no asistencia en el foro «Davos del Desierto» de decenas de reputadas marcas e inversores internacionales que han decidido plantarse a última hora.
Si bien las reformas sociales que acompañan este plan económico, como la reducción de los poderes de la policía religiosa, «Mutawa», ha sido percibido como un signo de liberalización del país, el golpe de palacio para purgar a cientos de personalidades políticas y de la realeza consideradas una amenaza potencial para su liderazgo pone de manifiesto su despotismo. En su voracidad de poder, Bin Salman convirtió en una jaula dorada el lujoso hotel Ritz-Carlton de Riad, donde encerró a ministros, primos e influyentes empresarios para luchar contra la corrupción. Este escándalo salpicó al mismísimo primer ministro libanés, Saad Hariri, que se vio obligado a dimitir en suelo saudí.
A su corta edad, MBS tiene las manos manchadas de sangre. Como ministro de Defensa comenzó la guerra en Yemen en 2015, un conflicto que ha dejado hasta la fecha más de 10.000 muertos. El monarca treintañero también está detrás del régimen estricto al que ha tenido sometido a su vecino y rival Qatar, mediante un bloqueo comercial y el cierre de fronteras.
Ahora el escándalo Khashoggi podría jugarle una mala pasada a las ambiciones de Bin Salman. El príncipe heredero que embiste contra cualquier obstáculo que se le cruza en su camino al trono podría ver menguado su poder si pierde aliados en el reino y fuera del mismo.
Siguiendo con la presión a Arabia Saudí para que se esclarezca el destino de Khashoggi, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, se reunió ayer con el rey Salman y su sucesor en Riad durante unos veinte minutos. Tras el encuentro, el monarca saudí expresó su compromiso con una investigación «completa, transparente y oportuna» sobre el caso del periodista desaparecido. La visita del jefe de la diplomacia de EE UU al reino saudí se produce después de una semana de intensa actividad diplomática internacional para presionar a Riad para que investigue los hechos.
Nuevas averiguaciones
Mientras, en Estambul, la investigación seguía su curso. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, afirmó ayer que durante el registro en el consulado saudí para investigar la desaparición de Khashoggi la Policía turca está estudiando «tóxicos» y «cosas que se eliminaron pintando encima», sin dar más detalles de la inspección policial. Según informa la prensa turca, la Policía sacó del recinto dos furgonetas con muestras.
El equipo forense se proponía ayer registrar también la residencia del cónsul, que dista unos 200 metros del consulado, para buscar algún indicio del asesinato. Según la cadena de televisión CNNTürk, el cónsul saudí en Estambul, Mohamed Ibrahim Otaibi, regresó ayer a su país en avión, antes de que la Policía turca procediera a un registro de su residencia como parte de la investigación oficial. La cadena agregó que el cónsul decidió abandonar Turquía «por su propia voluntad».