Estados Unidos
Trump deja al descubierto a sus aliados con su chivatazo al Kremlin
La información clasificada compartida por el presidente de EE UU con los rusos podría proceder de fuentes israelíes, lo que amplía las derivadas del escándalo. El magnate defiende su «derecho» a filtrar datos a Moscú.
La información clasificada compartida por el presidente de EE UU con los rusos podría proceder de fuentes israelíes, lo que amplía las derivadas del escándalo. El magnate defiende su «derecho» a filtrar datos a Moscú.
Rusia y la Administración Trump son un binomio que preocupa seriamente a congresistas, periodistas, ciudadanos y aliados de Estados Unidos, pero que, según parece, poco inquieta al presidente. Tras la publicación de la exclusiva de «The Washington Post» donde se aseguraba que Trump habría compartido información clasificada al ministro de Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, durante su visita a la Casa Blanca, el mandatario avivó la polémica ayer por la mañana con un tuit en el que confirmaba dicha información. «Como presidente quiero compartir con Rusia lo que tengo el absoluto derecho a hacer en relación con el terrorismo y la seguridad de las aerolíneas. Por razones humanitarias, además quiero que Rusia aumente su lucha contra el Estado Islámico y el terrorismo», espetó a través de Twitter. Una mensaje que contradijo por completo a su equipo de seguridad y de comunicación, que habían cerrado filas en torno a él la noche anterior. Además, su torpeza, a la que tiene acostumbrados a los medios de comunicación, abrió la veda contra él en el Congreso.
Según explicó el «Post», Trump proporcionó supuestamente a Lavrov información relacionada con la posibilidad de que los yihadistas utilicen ordenadores portátiles para realizar algún tipo de ataque terrorista en vuelos comerciales. Esa información fue facilitada por un país aliado de EE UU y su contenido es tan secreto que ni siquiera otros de sus socios han recibido ese tipo de datos. En la misma información, que citaba a funcionarios estadounidenses, se aseguraba que el presidente con sus revelaciones había puesto en peligro a una fuente de inteligencia fundamental dentro del Estado Islámico. Sin embargo, el jefe de la Diplomacia estadounidense, Rex Tillerson, y el consejero de Seguridad Nacional, H.R. McMaster, intentaron contener el desastre que se avecinaba. «El presidente y el ministro de Exteriores repasaron amenazas comunes de organizaciones terroristas contra la aviación», intentó zanjar McMaster la noche anterior, y aclaró que no se habían compartido ni fuentes de Inteligencia ni métodos ni operaciones militares. «El artículo es falso», insistió McMaster.
También desde el Kremlin lo desmintieron. Pero Trump decidió ir por libre y confirmó el contenido del artículo, lo que podría suponer una violación del acuerdo de confidencialidad que existe entre los países cuando comparten este tipo de información.
Ante tal revuelo McMaster volvió a comparecer ante la Prensa. «Lo compartido con los rusos fue totalmente apropiado y basado en fuentes que conocemos todos. De ninguna manera las revelaciones del presidente han comprometido fuentes y métodos de Inteligencia», dijo el asesor de Seguridad Nacional, que modificó levemente su versión del día anterior. Lo cierto es que, según el «Post», Trump habría ofrecido el nombre de una ciudad clave para identificar a la fuente y, además, alertó de que la intención de los yihadistas no sería sólo atentar en aviones, sino controlar los sistemas de navegación. «No decimos qué es clasificado y qué no es clasificado», defendió McMaster, para después insistir que Trump «ni siquiera estaba al tanto de la procedencia de los datos que suministró».
El presidente, que tenía ayer rueda de prensa con su homólogo turco, no permitió preguntas y se limitó a decir que la reunión con Lavrov «fue un éxito». Él ya había sentenciado en Twitter. Desde la red social también trató de desviar la atención con el caso abierto de la destitución del director del FBI». «Desde el principio, el director Comey y otros me pidieron que encontrase a los soplones que hay en la comunidad de inteligencia», dijo. Pese a que la ley protege al presidente, que como comandante en jefe puede compartir información de Inteligencia con quien considere, en el Capitolio ya han empezado a pedir, una vez más, explicaciones al inquilino de la Casa Blanca, ya que la decisión del republicano puede provocar que los aliados de EE UU dejen de compartir información con la Inteligencia norteamericana. Aunque el comandante en jefe puede compartir o desclasificar la información que desee, está en su ética y sabiduría el hacerlo o no.
Por eso, los legisladores republicanos y demócratas expresaron su preocupación por las consecuencias de estas revelaciones. El senador republicano John McCain indicó que «todo esto es muy preocupante y podría afectar a la disposición de los aliados de EE UU y al resto de socios a compartir información con nosotros».
Sin embargo, el líder de los conservadores en la Cámara Alta, Mitch McConnell, acusó a los demócratas de querer utilizar lo ocurrido para desviar la atención de las prioridades del Senado con las votaciones de la reforma de impuestos y la sanitaria. El líder de la minoría demócrata, Chuck Schumer, solicitó al Congreso la transcripción del encuentro de Trump con los rusos. «Hasta que la Administración proporcione la transcripción sin editar, hasta que la Administración explique completamente los hechos de este caso, el pueblo estadounidense dudará con razón si su presidente puede manejar los secretos más delicados de nuestra nación», dijo Schumer. De hecho, antes de producirse esta nueva política, el congresista demócrata Al Green solicitó hace un par de días abrir un juicio político a Trump por el asunto del director del FBI. De momento, ayer se programó la comparecencia el director de la CIA, Mike Pompeo, ante el comité de Inteligencia.
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