Tensión en Asia
Las tres tácticas de China para obligar a Taiwán a volver al redil
Xi Jinping está empeñado en alcanzar sus grandes objetivos estratégicos de lograr el "rejuvenecimiento nacional" y poner fin al "siglo de humillación con la reunificación de la isla
La guerra entorno a Taiwán no la quiere nadie: ni China, ni Estados Unidos ni mucho menos los taiwaneses. Y, sin embargo, durante tres días todos han jugado a intimidar al adversario en el contencioso relativo a esta isla poblada por 24 millones de personas, que se ha convertido en la protagonista indiscutible de una de las zonas más peligrosas del mundo.
Los ejercicios denominados “Espada Conjunta” del ejército chino en torno a Taiwán desataron la quinta crisis del estrecho y tuvieron visos de un ensayo general para una eventual invasión de la isla. Se trataba de protestar por la reunión en California entre la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, y el presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Kevin McCarthy, y fueron un reflejo del deseo de China de calibrar las líneas rojas tanto de Taiwán como de Estados Unidos.
En esta ocasión, los medios desplegados por el Ejército Popular de Liberación chino fueron considerables, destacando la presencia del portaaviones Shandong, buque insignia de la marina pequinesa, y la novedosa aparición de losnuevos cazas chinos J-15, que violaron repetidamente la zona de identificación aérea taiwanesa. En este clima de extrema tensión y justo en medio del ejercicio, un destructor estadounidense llevó a cabo una misión de libertad de navegación en aguas internacionales.
Ante las amenazas chinas, Taipéi reafirmó su compromiso de reforzar la preparación de combate. Pero las medidas de Pekín para sacar pecho parecen haber tenido menor impacto del que le hubiera gustado al presidente chino. Cuando Pekín realizó maniobras militares similares en agosto de 2022, después de que la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, visitara Taipéi, llegó incluso a interrumpir el tráfico marítimo y aéreo en el estrecho de Taiwán. En esta ocasión y una semana más tarde, Taipéi ha anunciado que este domingo cerrará sus espacios aéreo y marítimo por un corto periodo de tiempo debido a la "posible caída de residuos espaciales", y China ha negado tal imposición.
Tras décadas de seguir el famoso lema de Deng Xiao-ping: "Esconde tu fuerza, espera tu momento", Xi parece que ha dejado de "esconderse y esperar". Tras lograr su codiciado tercer mandato como líder supremo, en el XX Congreso del Partido comunista, ahora está empeñado en alcanzar sus grandes objetivos estratégicos de lograr el "rejuvenecimiento nacional" y poner fin al "siglo de humillación" que tuvo lugar de 1839 a 1949, cuando China perdió el control de importantes territorios en favor de extranjeros.
También ha avivado las llamas del nacionalismo chino y ha permitido que el debate sobre una toma de Taiwán por la fuerza se cuele en la corriente dominante del Régimen. El cambio palpable en este pensamiento ha sido posible gracias a un esfuerzo de modernización militar de décadas, acelerado por Xi, y cuyo objetivo es permitir a China obligar a Taiwán a volver al redil.
“Xi se juega mucho en este asunto. Tomar el control de Taiwán ha sido el objetivo número uno del PCCh desde 1949, y debido al tremendo riesgo y coste de una invasión, lo más probable es que éste apueste la legitimidad del partido a su éxito. Eso implica que ha de estar seguro de que una intervención es la única opción que le queda”, comentó a LA RAZÓN Ben Lewis, analista de Defensa centrado en el desarrollo del Ejército de Liberación Popular y en cuestiones de seguridad de Taiwán.
Pero para Xi, el objetivo más amplio es, en esencia, convertirse en la potencia dominante en Asia y para ello, Estados Unidos debe ser expulsado de la región.
Separada de China continental por un estrecho, la isla se enfrenta a la amenaza constante de su poderoso vecino. Pese a estar armada hasta los dientes y contar con amigos muy fuertes, el riesgo de conflicto armado aumenta a medida que China se hace más firme y se muestra más agresiva.
Bloqueo naval
Algunos analistas apuntan a que un conflicto podría desarrollarse de diversas maneras, cada una de las cuales tendría diferentes repercusiones en la región de Asia-Pacífico y en la economía mundial. En el escenario de un posible bloqueo, la Armada china rodearía la isla principal de Taiwán e impondría un régimen arancelario o una unión aduanera para presionar a Taipéi a negociar la reintegración. Esto podría ir acompañado de ciberataques que inutilizarían las infraestructuras nacionales críticas taiwanesas, así como de guerra en la zona gris, junto con un acoso aéreo. En un segundo escenario, el ejercito ocuparía rápidamente una cadena de islas periféricas. Taiwán controla otras más pequeñas situadas en el estrecho y en el mar de China Meridional: Kinmen, Penghu y las islas Matsu.
En el caso de una invasión anfibia/aérea, los bombardeos aéreos chinos destruirían primero gran parte del ejército y la armada taiwaneses, mientras que ciberataques inutilizarían infraestructuras nacionales críticas. Un cerco de la Armada del PLA cortaría las líneas de suministro y los refuerzos, al tiempo que permitiría a los portaaviones de tropas cruzar el estrecho taiwanés. Esto podría desencadenar la llegada de la Séptima Flota estadounidense, así como de unidades de las Fuerzas de Autodefensa de Japón. Los combates en la isla podrían provocar la destrucción de las instalaciones de semiconductores del fabricante taiwanés TSMC, sumiendo al mundo en una recesión tecnológica.
Tomar la isla permitiría a Pekín asegurar su costa, romper su cerco marítimo y aprovechar sus ventajas geográficas. Con su creciente economía, China sigue preparando al Ejército Popular para esta misión. Mientras Taipéi anunció un fuerte aumento de su presupuesto de defensa en agosto de 2022, el de Pekín, el segundo mayor del mundo después del de Estados Unidos, sigue siendo veinte veces superior.
A su vez, Pekín está construyendo buques de asalto anfibio, adaptando sus transbordadores para misiones de transporte blindado y desembarco, y ampliando su flota de transporte aéreo y sus bases en Fujian. Para neutralizar la ventaja de la isla como puerto natural, China está aumentando la cantidad y calidad del arsenal de su Fuerza de Cohetes (PLARF), capaz de atacar posiciones estadounidenses y japonesas cercanas a la isla (Guam y Okinawa).
Pekín mejora sus capacidades de guerra electrónica
El ejército se entrena para el combate conjunto en maniobras anfibias y aéreas y está perfeccionando sus capacidades de guerra electrónica y cibernética, útiles para atacar infraestructuras críticas e interrumpir la cadena de mando del enemigo.
Los estadounidenses también están reforzando su postura militar. Tienen varias bases en Japón, la mayor de ellas en Okinawa (600 km al este de Taiwán). Acaban de firmar un acuerdo con Filipinas -cuyo territorio está cerca de Taiwán y del Mar de China Meridional - para reforzar su presencia militar allí. En términos más generales, los estadounidenses están debatiendo la mejor estrategia a adoptar para contrarrestar el ascenso del ejército chino con la mayor eficacia posible.
Washington, que ha armado a Taiwán con todo tipo de material, desde sistemas de defensa antiaérea hasta misiles antibuque y aviones de combate, no está obligado a intervenir en caso de una invasión. Pero Biden ha roto con la ambigüedad estratégica y ha asegurado que EEUU acudiría en defensa de la isla si se produjera una invasión, lo que significa que, si se desata una lucha, la situación podría complicarse en un abrir y cerrar de ojos.
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