Los nacionalistas escoceses del SNP aspiran a aprovechar la debilidad de «tories» y laboristas para convertirse en la fuerza política hegemónica de la región

En estos comicios están también en juego los intereses de los independentistas del Partido Nacionalista Escocés (SNP), que amenazan con poner en peligro la unidad de Reino Unido. En las elecciones generales de 2017, las filas de Nicola Sturgeon sufrieron la pérdida de hasta 21 escaños. Si en 2015 el SNP hacía historia consiguiendo 56 de los 59 escaños con los que cuenta la región en Westminster, en las últimas elecciones generales se quedaron con solo 35 asientos, lo que les conviertió en la tercera fuerza de la Cámara de los Comunes. Los «tories» se hcieron con 13, los laboristas con 7 (seis más) y los liberal demócratas con 4 (tres más que en 2015).

Sin embargo, ahora, tras la dimisión de la carismática Ruth Davidson, líder de los «tories» escoceses, y el declive de los laboristas, los nacionalistas aspira a recuperar su «momentum» para volver a plantear un nuevo referéndum independentista.

Si hay alguna mínima oportunidad de que el SNP se pudiera convertir en la llave del próximo Ejecutivo, la condición «sine qua non» sería la de tener un nuevo plebiscito pactado con el Gobierno central, como el celebrado en 2014. Entonces el «no» a la independencia de Escocia se impuso con el 55,3% de los votos, frente al 44,7% de los partidarios de la secesión. Claro que el Brexit ahora podría cambiar mucho las cosas. Para muchos el Brexit supone una salida impuesta de la UE, dado que el 60% de los escoceses votaron a favor de la permanencia en el reférndum de 2016.

Otra razón que lleva a Sturgeon a querer celebrar elecciones cuanto antes es el inicio del próximo juicio contra ex líder del SNP y ex ministro principal (2007-2014) Alex Salmond por 14 delitos de acoso y agresión sexual. La vista preliminar tendrá lugar en la Corte de Edimburgo el 21 de noviembre y el juicio comenzará formalmente a comienzos del próximo año.