Irán
Soleimani: un héroe nacional para cohesionar un régimen que se resquebraja
La República Islámica recurre a la figura del generalísimo iraní ante la creciente contestación interna
Cuatro años después de ser abatido por tropas de Estados Unidos en los alrededores del aeropuerto internacional de Bagdad, la figura del “mártir” Qasem Soleimani, jefe de la Fueza Quds de la Guardia Revolucionaria Islámica, es hoy, más que nunca, una de las figuras aglutinantes y cohesionadoras de un régimen sometido a fuertes tensiones y amenazas internas y externas cuando están a punto de cumplirse cuarenta y cinco años del triunfo de la Revolución Islámica.
La conmemoración del cuarto aniversario del asesinato del poderoso general en los alrededores del cementerio donde se veneran sus restos –y ciudad natal—, en la ciudad de Kermán, al sur de Irán, fueron ayer escenario del más mortífero atentado terrorista registrado en el país desde 1979. La doble explosión registrada en medio de la multitud que se concentró para honrar la memoria de Soleimani había causado la muerte a 103 personas –el balance seguirá previsiblemente aumentando—y heridas a dos centenares más al cierre de este texto. El régimen de los mulás se ha apresurado a elevar ya a la categoría de mártires a los fallecidos como consecuencia de una matanza cuya autoría sigue, por el momento, siendo una incógnita.
En vísperas del cuarto aniversario –y del atentado de ayer—, el ayatolá Ali Jamenei, que vinculó los atentados a “enemigos diabólicos y criminales” y advirtió de una “dura respuesta” aseguraba que “el más importante papel y servicio prestado por el general Soleimani fue la revitalización del frente de la Resistencia en Asia Occidental”, según recogía la agencia estatal IRNA. “El fortalecimiento del frente de la Resistencia debe continuar”, añadió el líder supremo del régimen.
Una y otra vez el ayatolá Jamenei ha venido repitiendo desde su muerte que Soleimani es “un mártir viviente” para la República Islámica, figura clave en el combate contra una de sus mayores amenazas regionales: el yihadista y suní Estado Islámico. Para Estados Unidos, Soleimani no fue sino el arquitecto de la red de fuerzas y milicias proxy pro iraníes en el exterior.
A finales del pasado mes de diciembre, el portavoz de la Guardia Revolucionaria, Ramazan Sharif, aseguraba a propósito de la reciente eliminación cerca de Damasco de otro alto cargo del cuerpo, Razi Musavi, que la cadena de atentados perpetrados en Israel por miembros de las brigadas Al Qassam el 7 de octubre fue la venganza diferida de Hamás por la muerte de Soleimani.
No en vano, el máximo responsable en Irán de la Yihad Islámica, Nasser Abu Sharif, vinculaba en las últimas horas al general abatido por la Administración Trump como ideólogo del “eje de la resistencia” que el régimen iraní se encarga de ponderar en plena guerra entre Israel y Hamás en Gaza: “En 2005, cuando comenzó este proyecto en Palestina, la franja de Gaza estaba ocupada por el régimen sionista y obtener armas por parte del pueblo gazatí era muy difícil. Ya somos testigos de que Gaza ha obligado al régimen sionista a entrar en la mayor guerra de toda su historia”. “Ahora vemos los resultados y logros del Eje de la Resistencia que él [por Soleimani] había diseñado”, zanjó ayer el líder de la organización islamista promotora de un Estado islámico en tierras palestinas en otra entrevista en una agencia oficial iraní.
Cuatro años después de su muerte –junto a varios miembros de milicias iraquíes pro Irán-, la figura de Soleimani sigue siendo objeto de una veneración solo comparable a la de los ayatolás, líderes supremos del régimen (los funerales del misterioso general en enero de 2020 solo fueron comparables por la multitud convocada a los celebrados con motivo del deceso del ayatolá Jomeini en junio de 1989). Y así lo seguirá siendo en un régimen cada vez más contestado en el interior por una juventud ávida de cambios y democracia y duramente golpeado el exterior, especialmente desde que comenzara la ofensiva israelí contra los proxy de Teherán el pasado 7 de octubre. Desde ayer la autocracia chiita sabe también lo que es ser golpeada cruelmente en el corazón espiritual del régimen.