Estados Unidos

Rubio y Cruz unen fuerzas para desmontar el discurso de Trump

Los dos senadores apoyarán al magnate si gana la nominación republicana. Éste presume de sus órganos sexuales en el último debate

Momento del debate en el que Trump alardea del tamaño de sus manos y otras partes de su cuerpo
Momento del debate en el que Trump alardea del tamaño de sus manos y otras partes de su cuerpolarazon

Los dos senadores apoyarán al magnate si gana la nominación republicana. Éste presume de sus órganos sexuales en el último debate

Donald Trump no defraudó en el último debate republicano protagonizado en Michigan, donde se celebran primarias el próximo martes. Tampoco bajaron el listón el resto de candidatos que tratan de frenar el empuje del magnate inmobiliario, el preferido por los electores hasta la fecha tras haber ganado diez de los quince Estados en donde se han celebrado primarias y «caucus».

Ted Cruz y Marco Rubio volvieron a mostrarse de lo más beligerantes contra Trump, quien respondió con dureza a los ataques de los dos senadores, lo que produjo momentos de auténtica agresividad y hasta de sonrojo. Especialmente cuando Trump se refirió al tamaño de su pene de forma velada. Y todo porque el senador Marco Rubio se refirió al tamaño de las manos de su rival: «Miren estas manos –replicó Trump–. ¿Son pequeñas? Mi oponente dijo que si mis manos son pequeñas, algo más podría ser pequeño, pero les garantizo que no hay problema con eso, se lo garantizo».

Rubio acusó al multimillonario de no tener valores conservadores: «Dos tercios de los votantes han dicho que no te quieren», le espetó Rubio. A él se le unió Ted Cruz, quien aseguró que durante cuarenta años «Trump ha sido parte de la corrupción de Washington con la que (sus votantes) están furiosos, es alguien que ha usado el poder del Gobierno para beneficios privados». Como ya había hecho en otras ocasiones, Cruz afeó a Trump sus apoyos anteriores a políticos demócratas. El magnate se defendió de estas acusaciones recordando que «hasta hace poco» él no era un político, sino un hombre de negocios y que, como tal, buscaba «lo mejor» para su empresa: «En 2008 apoyé a Hillary Clinton porque estaba haciendo negocios. También he apoyado a Ronald Reagan y a George Bush».

El debate no aportó nada nuevo. Más insultos y pocas propuestas. Sin duda, hubo un perdedor, el GOP (Grand Old Party, por sus siglas en inglés, el viejo gran partido), como se le llama en EE UU. Nadie discute que sea «viejo», pero quizá ya no sea «grande» ni tan siquiera «partido».

Mientras el «establishment» de la formación republicana busca fórmulas para deshacerse de Trump, los candidatos prometieron durante el debate que apoyarán al multimillonario en caso de que éste gane la nominación en la convención de julio. Sin embargo, cada vez más republicanos piensan que quizá una de las fórmulas para salvar al partido sea respaldar a Trump para que pierda contra Hillary en las presidenciales del 8 de noviembre. De otra manera, si desde la jerarquía del partido se opta por boicotear la nominación de Trump, existe el riesgo de que los millones de personas que le han votado puedan abandonar a los republicanos, lo que podría suponer la ruptura del partido.