Hamburgo
Putin y Trump... ¿encuentro en Viena?
Rusia admite que en las circunstancias actuales es clave celebrar una cumbre entre los presidentes ruso, Vladímir Putin, y estadounidense, Donald Trump. Según WSJ, se celebraría en Viena este verano.
No será el primero ni tampoco el último. Mientras el presidente de EE UU, Donald Trump, se enzarza con sus aliados en el marco de la cumbre del G7, desde el otro lado del planeta, Rusia admite que en las circunstancias actuales es clave celebrar un encuentro entre ambos líderes. De llevarse a cabo esta cumbre bilateral, sería la segunda al más alto nivel entre los dos mandatarios. La primera se produjo hace casi un año, en julio de 2017 en Hamburgo, seis meses después de que el magnate se alzara con la Presidencia en medio de un sin fin de rumores y especulaciones sobre la intromisión rusa en los comicios.
La relación entre Rusia y Estados Unidos nunca ha sido fácil. Las heridas de la Guerra Fría están cicatrizadas, pero en ocasiones, revientan y vuelven a abrirse las llagas. En un momento, en el que el presidente norteamericano parece estar dispuesto a dirigir a su país hacia el aislacionismo más trágico, el acercamiento a Rusia despierta suspicacias por el momento en el que se podría celebrar con un presidente norteamericano tan poco previsible y poco convencional en sus decisiones sobre política exterior que mira a corto plazo y no calibra las consecuencias de las mismas.
El Kremlin ha admitido que ese encuentro está más cerca que nunca y que Viena puede ser el escenario, según Wall Street Journal que asegura que el mandatario ruso pidió a Austria mediar en este asunto ante la Casa Blanca.
"La necesidad de celebrar esa reunión se trató en la última conversación entre los dos presidentes. También (se habló de) que Viena puede ser la ciudad"que acogerá la futura cumbre, respondió a los periodistas el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
De hecho, admitió que ese asunto salió durante la reunión que mantuvieron esta semana en Viena el jefe del Kremlin y el canciller austríaco, Sebastian Kurz, aunque evitó referirse a la publicación del diario estadounidense, según la cual Putin pidió ayuda a su interlocutor para que organice una cumbre con Trump este verano.
A la vista está que Putin trata de sacar rédito del malestar de los europeos con Trump. Primero sugiriéndose como amigo confiable y socio comercial de Europa, y segundo aprovechando el aparente aislamiento estadounidense. El mandatario ruso parece estar jugando a dos bandas para intentar rescatar la idea de un mundo multipolar cuyos hilos quiere se muevan desde Moscú.
La elección de Viena como sede de este hipotético encuentro no es baladí. Austria, oficialmente neutra, asumirá la presidencia rotatoria de la UE el mes que viene. Además, el joven canciller, Sebastian Kurz, se negó a expulsar a ningún diplomático ruso tras el envenenamiento del exespía Serguéi Skripal que desencadenó una oleada de destituciones en la Vieja Europa.
El líder austríaco forma parte de una coalición con el Partido de la Libertad, de extrema derecha, que en 2016 firmó un acuerdo de asociación con el partido Rusia Unida de Putin y pidió que se levanten las sanciones económicas.
Aunque todavía no hay nada sobre el papel, la sola probabilidad de que se celebre este encuentro desata todas las alarmas ante la posibilidad de que los Estados Unidos de Trump busquen cobijo en los brazos de su archienemigo político, Vladimir Putin.
De hecho, Putin, volvió a alabar a Trump en una entrevista difundida en televisión, e insistió en su deseo de celebrar una cumbre con el líder de Estados Unidos, justo cuando las críticas internacionales se ceban más que nunca con el inquilino de la Casa Blanca. "Pese a que sus acciones a menudo son criticadas, sobre todo en los últimos tiempos, mi experiencia me dice que es una persona reflexiva, que sabe escuchar y que atiende los argumentos de su interlocutor", aseveró Putin sobre el presidente de EEUU. Sus declaraciones llegan sólo dos días después de que Trump defendiera la vuelta de Rusia al formato G8, del que fue expulsada tras la anexión de la península ucraniana de Crimea en 2014.