Elecciones en Japón
El partido gobernante de Japón pierde la mayoría absoluta por primera vez desde 2009
Ni siquiera el apoyo de su socio minoritario garantizaría la continuidad en el poder del Partido Liberal Democrático (PLD) del primer ministro Shigeru Ishiba
El Partido Liberal Democrático (PLD), que ha gobernado de forma casi ininterrumpida en Japón desde su fundación en 1955, ha perdido este domingo su mayoría absoluta en unas elecciones legislativas anticipadas por el recién estrenado primer ministro, Shigeru Ishiba. Según las proyecciones de la cadena nacional NHK, la formación conservadora podría perder el control de la Cámara baja del Parlamento o Shūgiin por primera vez desde 2009. Ni siquiera el respaldo de su tradicional socio de coalición, Komeito, un partido budista de centroderecha, garantizaría la continuidad de los de Ishiba en el Gobierno.
El sondeo a pie de urna del diario Asahi Shimbun estima que el PLD pasará de contar con 247 escaños a tener alrededor de 185 de los 465 asientos que componen la Cámara baja. Komeito, por su parte, perderá otros seis escaños, por lo que los socios de coalición no alcanzarían la mayoría absoluta de 233. Mientras, el principal partido de la oposición, el Partido Constitucional Democrático, podría pasar de 98 a rondar los 152 escaños, una fuerte subida en comparación con los últimos comicios de hace tres años. En 2021, el PLD alcanzó holgadamente la mayoría absoluta, con 259 escaños en la Cámara baja. Komeito tenía 32 asientos. En esta ocasión, a los de Ishiba no les salen las cuentas.
El exministro de Defensa y Agricultura, de 67 años, tomó las riendas del Ejecutivo el 1 de octubre, en sustitución del impopular Fumio Kishida, tras las primarias del PLD. Su primera decisión en el cargo fue adelantar las elecciones con el objetivo de consolidar su liderazgo. En cambio, el electorado japonés parece haber expresado en las urnas su descontento con el encarecimiento del coste de vida y la mala gestión del Gobierno anterior. La formación conservadora también acusa el desgaste provocado por los escándalos de corrupción que contribuyeron a la dimisión de Kishida y que ensombrecen el legado de su predecesor, el difunto Shinzo Abe.
Ishiba, sin embargo, se había fijado como objetivo para la coalición una mayoría de 233 escaños en la Cámara baja. Perder esta mayoría, como apuntan los sondeos a pie de urna, socavaría gravemente su posición al frente del PLD. El partido se vería abocado a buscar otros socios de coalición o liderar un Gobierno en minoría.
Ishiba ha prometido revitalizar las regiones rurales deprimidas y abordar la «emergencia silenciosa» que supone el descenso de la población japonesa con medidas favorables a la familia, como horarios de trabajo flexibles. Pero el primer ministro ha dado marcha atrás en cuestiones de igualdad entre hombres y mujeres, como el hecho de permitir que las parejas casadas lleven apellidos separados. Además, solo nombró para su Gabinete a dos ministras. Obsesionado confeso de la política de seguridad, Ishiba también se ha mostrado favorable a la creación de una alianza militar regional al estilo de la OTAN para contrarrestar a China, aunque ha advertido de que «no ocurrirá de la noche a la mañana».
El PLD es uno de los partidos más exitosos del mundo democrático, una máquina electoral de talla única en el poder durante los últimos 69 años, excepto cuatro. En 1993, el PLD fue expulsado del poder por primera vez, tras el dramático estallido de la burbuja inmobiliaria japonesa de los años ochenta y un escándalo de corrupción. La última vez que estuvo fuera del poder fue entre 2009 y 2012, cuando fue sustituido durante tres caóticos años por el partido de centroizquierda CDP, que tuvo que hacer frente al desastre nuclear de Fukushima en 2011.
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