Terrorismo

Omagh recuerda 25 años después el atentado más atroz de Irlanda del Norte

Los disidentes del IRA colocaron el 15 de agosto de 1998 un coche bomba en una calle comercial que dejó 29 muertos, dos de ellos españoles

Familiares de las víctimas les rindieron homenaje el domingo
Familiares de las víctimas les rindieron homenaje el domingoPAUL FAITHAFP

Era un día soleado en Omagh (Irlanda del Norte) y las calles estaban llenas de gente. La mayoría había viajado desde los pueblos de los alrededores para comprar uniformes escolares para el nuevo curso y ver un desfile de carnaval por la tarde. Un grupo de estudiantes españoles de intercambio que pasaba el verano en Buncrana, una localidad costera de la República de Irlanda, también había hecho parada en la ciudad para comer antes de una excursión a un parque de atracciones.

Los acuerdos de paz del Viernes Santo se habían firmado trece semanas antes, por lo que aquel 15 de agosto de 1998, el Ulster parecía un lugar transformado. O eso al menos era lo que todos querían creer. Pero a las 15:10 detona la bomba escondida en un coche con 250 kilos de explosivos. Hay una fracción de segundo de silencio. Luego comienzan los gritos.

Todo está lleno de polvo. Los edificios se han derrumbado como un juego de naipes. Las cañerías se han roto y el agua es un río de sangre. La céntrica Market Street se acaba de convertir en un escenario de guerra con cuerpos descuartizados. Veintinueve personas pierden la vida. Alrededor de 300 resultan heridas. Entre las víctimas mortales, hay dos españoles, la monitora Rocío Abad, 23 años y Fernando Blasco, uno de los estudiantes de 12 años. También se halla una mujer embarazada de siete meses de mellizos.

Durante los 30 años que duraron los «Troubles»–el sangriento conflicto entre católicos y protestantes– se cometieron atroces atentados. Pero ninguno como el de Omagh, considerado el peor acto de terrorismo de la historia de Irlanda del Norte.

Su 25º aniversario hoy coincide con uno de los momentos de máxima inestabilidad en la provincia británica, donde no hay Gobierno desde hace ya más de un año. En las últimas elecciones autonómicas, el Sinn Fein, en su día el brazo político del IRA, hizo historia al convertirse por primera vez en la formación más votada. Sin embargo, los unionistas del DUP se niegan a formar coalición en protesta por los nuevos controles aduaneros post Brexit.

El clima ha llevado a los grupos radicales a incrementar su actividad. En febrero, fue en Omagh cuando el Nuevo IRA, uno de los principales grupos de disidentes republicanos, intentó asesinar a un policía atestándole varios disparos en presencia de su hijo.

El domingo, los familiares de las víctimas del atentado se reunieron en el jardín conmemorativo que hay en la ciudad para recordar a sus seres queridos. Se leyeron todos los nombres de las víctimas y hubo oraciones en inglés, gaélico y español. Donna Marie McGillion, quien resultó gravemente herida en la explosión junto con su esposo Gary, asegura que el aniversario histórico también refleja las luchas de los supervivientes. «Siempre es muy importante recordar a aquellos que estuvieron con nosotros en la ciudad ese día, aquellos que están luchando, aquellos que han encontrado formas de sobrellevarlo porque realmente nunca lo superas», dice.

Aunque cueste creerlo, a día de hoy, nadie ha sido condenado por el peor atentado. Solo dos hombres han sido acusados, pero los errores e irregularidades cometidos por la Policía norirlandesa (PSNI) e irlandesa (Garda) durante sus pesquisas obligaron a las autoridades a ponerles en libertad. El IRA Real reivindicó el ataque. Su líder, Michael McKevitt (que murió hace dos años), y otras tres personas fueron declaradas responsables en un juicio civil en 2009 y obligadas a pagar casi dos millones de euros en compensaciones.

Pero hasta ahora las víctimas no han recibido un céntimo.

En febrero, el Gobierno británico anunció que establecerá una investigación legal independiente, después de que la Justicia norirlandesa dictaminara en 2021 que el atentado pudo «prevenirse». Aunque las víctimas entienden que pudieron cometerse negligencias, también albergan la sospecha de que tanto Londres como Dublín han evitado tomar medidas que «pongan en dificultades al proceso de paz» en el Ulster, un planteamiento que encaja con el habitual recelo de Reino Unido para abordar las actividades de sus servicios secretos en el pasado.

Los terroristas hicieron tres llamadas, dos de ellas a la televisión del Ulster, informando de que una bomba iba a estallar. Pero no supieron explicar bien la ubicación. La Policía comenzó a evacuar el área de alrededor del Palacio de Justicia, enviando a la gente a Market Street sin saber que les estaban dirigiendo al mismo infierno. El IRA Real reivindicó el ataque, pero alegó que se trató de un error, que la bomba no tenía que haber hecho explosión.

El atentado tuvo tal repercusión, tanto a nivel nacional como internacional, que el propio IRA Provisional (protagonista durante los "Troubles") pidió a los disidentes que detuvieran sus actividades. El alto el fuego llegó el 8 de septiembre.