"Top jobs"
Meloni pugna por una vicepresidencia en la UE
La primera ministra italiana ha sido ignorada en la lucha de carteras después de superar su partido a los liberales en la Eurocámara
Los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete vuelven a reunirse este jueves y viernes en Bruselas para llegar a un acuerdo que permita la renovación de la cúpula comunitaria. Aunque las negociaciones del pasado lunes se presentaron finalmente más complicadas de lo previsto en un principio, la máxima sigue siendo llegar a una fumata blanca la próxima semana para que la candidatura de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pueda someterse a la votación de la Eurocámara en la sesión plenaria que comienza el 16 de julio. Los favoritos siguen siendo los mismos: Antonio Costa se haría con la presidencia del Consejo y la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, sustituiría a Josep Borrell como máxima representante de la diplomacia comunitaria.
El auge de la extrema derecha en Francia y Alemania –que ha alejado cualquier conato de revuelta por parte de Emmanuel Macron contra Von der Leyen– y la complicada situación internacional por la guerra en Ucrania y el posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca hacen imperioso que la incógnita sobre los altos cargos («top jobs) se resuelva lo antes posible y sin demasiados dramas.
Todas las miradas estarán puestas en la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, la gran triunfadora de las elecciones europeas y anfitriona del pasado G-7, que, sin embargo, fue ninguneada en los encuentros informales entre los diferentes líderes ya que su partido no forma parte entre las grandes familias políticas europeas.
Aunque Von der Leyen piropeó a Meloni durante la campaña electoral, al subrayar su compromiso anti Vladimir Putin y su perfil europeísta, tras conocerse el resultado de las elecciones ha priorizado la alianza con socialistas y liberales y la reedición de la actual coalición de centro. El canciller Olaf Scholz ya avisó a su entrada a la cumbre del lunes que cualquier alianza con partidos considerados de extrema derecha supondría el «no» de los socialistas, por lo que las posibilidades de que Roma consiga colocar a uno de los suyos en la cúpula comunitaria parecen casi nulas.
Eso no significa que Meloni no luche esta semana para que Italia se haga con una vicepresidencia o una vicepresidencia ejecutiva dentro del próximo organigrama de la Comisión Europea que se desvelará en el mes de septiembre si todo sucede según lo previsto. Se da por supuesto que, para pasar el examen del hemiciclo, Meloni elegirá un perfil tecnócrata, alejado de polémica, como aspirante.
La fortaleza de Meloni también se basa en los buenos resultados del grupo al que pertenece en el hemiciclo europeo, los Conservadores y Reformistas (CRE), la fuerza que aglutina a los conservadores polacos de Ley y Justicia y a Vox en España. Tras los últimos comicios, este grupo ha adelantado a los liberales de Renew, la fuerza política de Macron. El fichaje más significativo ha sido el del partido Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), una fuerza política nacionalista que tiene como prioridad la «unificación de todo el pueblo rumano» y contraria a las minorías húngaras presentes en el país. Esto cierra la puerta a que Fidesz, el partido del primer ministro húngaro, Viktor Orban, expulsado del Partido Popular Europeo, acabe formando parte de los Conservadores y Reformistas.
En todo caso, los liberales caen a cuarta fuerza y también deben enfrentarse a sus contradicciones internas. Aunque durante la campaña electoral se anunció la expulsión del holandés Partido Popular por la Libertad y la Democracia tras haber pactado con la extrema derecha de Geert Wilders para formar Gobierno en Países Bajos, de momento este paso no ha llegado. La salida de ANO, el partido de Andrej Babis, ex primer ministro de República Checa, también le ha hecho perder a los liberales siete escaños.
No solo importa el papel de Meloni y la caída de los liberales. Las negociaciones sobre la cúpula comunitaria también dependen de la actitud del Partido Popular Europeo, el más votado en los pasados comicios. Los populares no solo se conforman con la presidencia de la Comisión Europea para la alemana Von der Leyen y la de la Eurocámara para la maltesa Roberta Metsola, sino que han subido la apuesta.
“Sobre las responsabilidades, creo que hay que tener una perspectiva más amplia sobre los puestos. Por ejemplo, el Banco Europeo de Inversiones está ocupado por una socialista española, para la secretaria general de la OTAN los liberales han presentado un liberal holandés y para el Consejo de Europa, institución guardiana de nuestros valores fundamentales, Renew (liberales) ha propuesto a Didier Reynders. El Partido Popular Europeo tendrá todo esto en cuenta en la mesa de negociaciones.
"Hay que recordar que el Partido Popular Europeo es el claro ganador, mientras que los liberales y Los Verdes son los claros perdedores y los socialistas no han conseguido ganar con respecto a 2019”, aseguro el presidente de los populares europeos, Manfred Weber, en una entrevista al periódico LA RAZÓN y otros medios europeos justo antes de la cumbre del pasado lunes. En este tiempo, Mark Rutte se ha asegurado su puesto como sucesor de Jens Stoltenberg al frente de la Alianza y se espera que el futuro de Reynders se clarifique el próximo martes.
Poco después de esta entrevista, se supo que los populares europeos pidieron dividir el mandato del presidente del Consejo Europeo, de dos años y medio, para colocar a uno de los suyos en la segunda parte. Los socialistas, sin embargo, se niegan a que Costa no complete los cinco años y acusan de prepotencia a los populares. Una de las opciones es que, como cesión, los populares europeos permitan a Costa la presidencia completa y consigan a cambio que Metsola permanezca cinco años en la Eurocámara, a pesar de que existe una norma no escrita por la que este puesto de manera tradicional se divida en dos mandatos entre los dos principales partidos.
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