Independencia de Reino Unido
May fracasa en su último intento de evitar la consulta en Escocia
La «premier» se reunió ayer en Glasgow con la nacionalista Nicola Sturgeon, que pedirá hoy permiso a su Parlamento para convocarla
La «premier» se reunió ayer en Glasgow con la nacionalista Nicola Sturgeon, que pedirá hoy permiso a su Parlamento para convocarla
El choque de trenes es evidente: Theresa May y Nicola Sturgeon protagonizaron ayer uno de los momentos de máxima tensión entre Londres y Edimburgo. La primera ministra británica viajó hasta Escocia en su último intento por detener los planes independentistas de la líder del SNP, que está dispuesta a convocar un segundo referéndum separatista antes de que Reino Unido abandone la Unión Europea (UE).
Mañana, el Gobierno británico activará oficialmente el artículo 50 del Tratado de Lisboa para dar comienzo al Brexit. Pero los intentos de la líder «tory» por mostrar ante Bruselas que el país está más unido que nunca han quedado frustrados por los nacionalistas escoceses, decididos a sacar de nuevo las urnas al no haber conseguido del Gobierno central la promesa de un «trato especial» para la nación, donde la mayoría del electorado votó a favor de quedarse dentro del bloque comunitario.
Como parte de un «tour» por las cuatro naciones de Reino Unido antes de solicitar formalmente el divorcio de la UE, May viajó hasta Escocia para pronunciar un discurso en el Departamento de Cooperación Internacional en la localidad de East Kilbride, donde se mostró a favor de promover el respeto a los acuerdos autonómicos, pero reforzando la unidad.
Posteriormente, se reunió a puerta cerrada en un hotel en Glasgow con la ministra principal escocesa. Downing Street insistió en que el encuentro no fue para discutir un segundo referéndum de independencia, sino para tratar cuestiones relacionadas con el Brexit. Pero fuentes del Gobierno escocés habían advertido de que las conversaciones no podrían centrarse sólo en este asunto. La falta de química quedó constatada al finalizar la cita, cuando Sturgeon, la única que quiso hablar con la BBC, expresó su «frustración ante un proceso donde [May] parece no estar escuchando», ya que no accedió a otorgar en las negociaciones del Brexit un estatus especial a Escocia. «Tenía la impresión de que venía a ofrecer algo, en el sentido de nuevos poderes, pero no fue el caso», dijo. «No hubo ninguna garantía de que las competencias, cuando sean devueltas de Bruselas, no acabarán centralizadas en Westminster», afirmó.
Por otra parte, la líder nacionalista también explicó que May le había dicho que espera que los términos de la futura relación de Londres con la UE se aclaren en los próximos 18 o 24 meses, dentro del periodo en que la escocesa quiere convocar otro referéndum de independencia. «Quiero que los escoceses puedan elegir su futuro cuando los términos del Brexit estén claros», matizó.
Sturgeon se ha comprometido a sacar de nuevo las urnas entre otoño 2018 y primavera de 2019, y para ello ha presentado una moción que se votará hoy en el Parlamento de Edimburgo. La sesión estaba prevista para el pasado miércoles, pero tuvo que ser suspendida por el atentado en Westminster. Los independentistas del SNP gobiernan en minoría –cuentan con 63 de los 128 escaños en Holyrood–, pero se espera que saquen adelante sus planes con el respaldo de los seis asientos del Partido Verde.
El Ejecutivo central no cierra la puerta en el futuro a otra consulta, pero insiste en que no se deben sacar las urnas hasta que Reino Unido no haya salido formalmente de la UE. «Ahora no es el momento», insiste May. «Abordar el asunto en este momento sería injusto, porque la gente no tendría la información necesaria para tomar esa decisión», argumenta.
El 53% de los escoceses se opone ahora a la celebración de una segunda consulta, frente al 44,7% que la ve con buenos ojos, según un sondeo de Sky News. Aunque también es cierto que la mayoría asegura que si el Parlamento de Edimburgo aprueba la moción, Westminster no debería interponerse. Por otra parte, el apoyo a la independencia apenas ha cambiado desde el plebiscito de 2014, donde el 55,3% apoyó la permanencia en Reino Unido, frente al 44,7% que apostó por cortar el cordón umbilical con Londres.
Pero los nacionalistas escoceses demostraron hacer mejor campaña que el bando contrario. En año y medio consiguieron que el apoyo a su causa creciera de un 30% a un 55% en la semana previa al referéndum. La Comisión Europea ya ha advertido de que una Escocia independiente tendría que solicitar de nuevo su adhesión a la UE. Pero una parte importante del electorado que apoyó en 2014 la independencia votó por el Brexit el año pasado. Por lo que, llegado el momento, los nacionalistas no podrían abusar del vínculo con Bruselas en una eventual campaña.
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