Geopolítica
Marruecos-Israel-Emiratos Árabes Unidos: un triunvirato que pretende dejar su huella en el Sahel
Marruecos ha iniciado en el mes de diciembre una ofensiva diplomática en el Sahel que podría perjudicar a los argelinos y beneficiar en su lugar a emiratíes e israelíes
La emisora argelina Radio Argelie dio la noticia el 13 de diciembre de 2023: que Emiratos Árabes Unidos había “desbloqueado un presupuesto de 15 millones de euros en beneficio de Marruecos para financiar campañas mediáticas subversivas” que debilitasen la imagen de Argelia en el Sahel. En la noticia, mencionaban igualmente los esfuerzos de Israel por colaborar con ambos países, dentro del supuesto interés de este trío a la hora de organizar las campañas mediáticas subversivas que se avendrían.
Los tres países que mencionó Radio Argelie no fueron escogidos al azar, desde que mantienen una serie de relaciones diplomáticas que han venido estrechándose en los últimos años, gracias en parte a la firma de los Acuerdos de Abraham y a los esfuerzos de Emiratos Árabes Unidos para acercar posturas entre el mundo árabe e Israel. La guerra de Gaza ha supuesto un obstáculo delicado para el desarrollo del triunvirato Emiratos Árabes Unidos-Israel-Marruecos, que además encuentra en África un territorio ansioso por firmar con nuevos socios internacionales que salgan de Occidente.
Tres países y un destino (africano)
Emiratos Árabes Unidos ha terminado otro año de récord en el continente, después de cerrar un 2022 igualmente fructífero. Los emiratíes han conseguido el monopolio de las minas de diamantes en República Democrática del Congo, partenariados militares en Somalia, proyectos de sostenibilidad energética en Nigeria, han vendido armas y materiales para el hogar a Sudán y Chad, etc. La cuestión religiosa y económica del Sahel (donde proliferan la yihad y las minas a partes iguales), ha despertado en los últimos años un interés fehaciente por la región de parte de los países árabes, que hace mil años iniciaron su relación comercial y religiosa con el Sahel y que, tras décadas afectados por las guerras en Oriente Medio y la anterior colonización, ha sido sólo en el último puñado de años cuando pudieron posar la vista, más sosegada, más allá de Sudán.
Israel mantiene una industria armamentística prolija y provee o ha proveído de armamento a un creciente número de países africanos, entre los que se encuentran Sudáfrica, Uganda, Tanzania, Ruanda, Zambia, Camerún, Etiopía o Senegal. Hasta el inicio de la guerra de Gaza, los Acuerdos de Abraham habían permitido a Netanyahu establecer bases diplomáticas con las que normalizar las relaciones diplomáticas con Marruecos, pero también con Sudán y con Egipto por haber firmado ambos países tratados similares de acercamiento con Tel Aviv. Sudán se encuentra ahora envuelta en una guerra civil de actitudes polarizadas y El-Sisi hace equilibrios entre la comunidad árabe y su vecino israelí, negándose a acoger a más refugiados palestinos en Egipto. Lo que parecía una prometedora carrera de Israel en el Sahel y el Magreb corre un serio peligro de descalabrarse por la guerra en Gaza y sus consecuencias en las sociedades árabes y musulmanas, que se suman al auge del islam radical en el Sahel y la situación en Sudán.
Marruecos practica en África una política doble y que pasa por la globalización (con sus recientes alianzas con EAU, Israel o Estados Unidos) y lo regional, donde prevalece la idea del Gran Marruecos: un proyecto imperialista ideado por las herramientas propagandísticas de monarquía alauí en el siglo pasado y que englobaría el Sáhara Occidental, Mauritania y zonas de Argelia y Mali. Su condición global lleva a Rabat a adherirse a las causas de sus socios internacionales en África, sea en la lucha antiterrorista o participando en las ofensivas diplomáticas que pretenden aproximar posturas con las juntas militares del Sahel, a la vez que gana terreno en el Sáhara y prevalece su eterno enfrentamiento con Argelia, nación que, por otro lado, ha optado por inclinar sus relaciones hacia los bloques ruso e iraní. En el contexto de la política internacional, Rusia es la moneda opuesta de Estados Unidos en África, Irán la de Israel y Argelia la de Marruecos.
No cabe duda de que los beneficios africanos de cada uno de los componentes de los dos grupos se traducen como buenas noticias para el resto de los países asociados. Prueba de ello es que Estados Unidos provee de armas desde hace años a Israel, Emiratos Árabes Unidos y Marruecos, cosa que no hace con Irán, Argelia o Rusia, por no encontrarse estas tres últimas naciones dentro del programa de Foreign Military Sales estadounidense. Mientras tanto, Israel comenzó este año a venderle a los marroquíes sus sistemas de misiles Barak MX, por valor de 500 millones de dólares, así y como drones kamikaze del tipo SPY-X y fabricados por la empresa israelí Bluebird Aero Systems. Emiratos Árabes Unidos se considera el mayor aliado de EE. UU en la lucha antiterrorista y es hoy el mayor comprador de materias primas en Mali, Zimbabue, Sudán, Uganda, Níger y Botsuana. Argelia apoya al Frente Polisario y se configura un silogismo desde que Rusia está asociada con los argelinos; Rusia aparece así vinculada al Frente Polisario en los últimos meses. Etc. Los dos bloques están claramente diferenciados en el contexto internacional pero también en la dirección de sus acciones en África.
Aproximaciones en diciembre
Sabiendo todo esto y que Estados Unidos prosiguió en las últimas semanas, a través de su nueva embajadora en Niamey, sus aproximaciones a la junta militar de Níger, el ministro de Exteriores marroquí, Nasser Bourita, se reunió el pasado sábado con sus homólogos en Mali, Burkina Faso y Níger para promover el acceso a los países del Sahel al Atlántico y establecer el marco de una “cooperación Sur-Sur”. Conociendo además los vínculos de Marruecos y EE. UU. en los últimos años y la crisis diplomática provocada por los golpes de Estado en el Sahel, que han agrietado malamente las relaciones entre África y Europa, cabe la duda de que la reunión del ministro marroquí con los representantes de tres naciones gobernadas por juntas militares (y supuestamente contrarias a Occidente) haya ocurrido sin el beneplácito de su poderoso socio en Washington.
El resultado de este encuentro ha sido inmediato, al menos en lo referente a la política regional marroquí. Tanto, que los resultados se vieron antes incluso de que ocurriera el encuentro. El 13 de diciembre se conoció la intención de Israel, Emiratos Árabes y Marruecos de obstruir la posición de Argelia en el Sahel; el 22 de diciembre estalló un incidente diplomático entre Argelia y Mali con motivo de las supuestas relaciones entre diplomáticos de la nación magrebí y los rebeldes tuareg vinculados al independentismo de Azawad; el 23 de diciembre se reunió Nausser Bourita con sus homólogos subsaharianos (recordar que el mayor comprador de materia prima de Mali y Níger es Emiratos Árabes Unidos). El incidente diplomático del 22 de diciembre se agravó cuando Argelia llamó a su embajador en Mali con efecto inmediato, decisión que se produjo tras la convocatoria de su diplomático por parte de las autoridades malienses.
El perfil en la red social X de la Alianza de Estados del Sahel (formada por Burkina Faso, Mali y Níger) preguntó a sus seguidores el 24 de diciembre la siguiente cuestión: Mali limita con Argelia, pero Marruecos sigue siendo su mayor socio comercial en el norte de África. ¿Cree que Mali debería reforzar las relaciones diplomáticas con Marruecos? 24 horas después, el 84% de los usuarios habían votado de forma positiva.
El deseo de Mali de acercarse a Marruecos en detrimento de Argelia procede también del actual interés de los malienses de ser quienes reciban los derechos de explotación de la cuenca petrolera de Taoudeni, ubicada en la frontera entre Argelia, Mali y Mauritania. En 2007, la empresa argelina Sonatrach firmó un acuerdo con Mali para su exploración, pero el acuerdo fue suspendido en 2012 con motivo de la rebelión de Azawad. Según la Alianza de Estados del Sahel, el verdadero motivo de la disputa diplomática del 22 de diciembre es que Argelia desea reanudar la exploración y explotación de la cuenca petrolífera sin la participación de Mali. Lo que no quita tampoco que un elevado número de ciudadanos malienses acusen a los argelinos desde hace años, en las conversaciones de los cafés y a pie de calle, de asociarse al yihadismo del Sahel para su beneficio en cuanto a sus intereses regionales.
Pero Argelia no permanece inmóvil en este escenario. El ministro de Exteriores nigerino, Bakary Yawo Sangari, fue recibido el 26 de diciembre en Argel por su homólogo argelino, Ahmed Affat, donde ambos mantuvieron conversaciones centradas en la evaluación de las relaciones de cooperación entre sus respectivos países. La ruta migratoria transahariana y la evolución de la crisis de este verano en Níger fueron algunos de los principales puntos a tratar, según un comunicado oficial de la Alianza de Estados del Sahel.
¿Qué significan estos movimientos para España?
¿Participaremos en esta nueva estrategia en África? Quien se encuentre anclado en el siglo XX podría considerar que las acciones de Estados Unidos y sus aliados se trasladan de forma automática a España, pero la situación de nuestro país ha variado en los últimos años. Ciertos sectores de la izquierda que han criticado duramente a Ucrania desde el inicio de la agresión rusa, igual que se conocen sus vínculos económicos con Irán, inclinan sus intereses hacia el lado de la balanza opuesto al de Estados Unidos e Israel, aproximándose a su vez a Argelia e Irán. Una prueba reciente de esta inclinación de una parte de la izquierda española puede encontrarse en las políticas de Podemos pero también en la reciente negativa de España a la hora de participar en una misión europea en el mar Rojo, teóricamente destinada a proteger los buques mercantes de los ataques de las milicias hutíes. Milicias que se conocen aliadas de Irán y, en definitiva, enemigas de Israel y de Estados Unidos, pero también de Marruecos y de Emiratos Árabes Unidos en la guerra de Yemen.
Asimismo, la aparente proximidad que sostiene Marruecos con el PSOE se ve empañada por la cercanía de otros sectores de la izquierda con la causa saharaui… y por la posición del gobierno de Pedro Sánchez a la hora condenar las acciones de Israel en Gaza. Pese a que el ministro de Exteriores argelino negó en una entrevista reciente que España haya iniciado a nivel de Estado un cambio de postura en la cuestión saharaui, sí que es cierto que las relaciones entre ambas naciones han experimentado un arreglo relativo en los últimos meses de 2023. Lo que deja a España en una postura ambigua y de acciones poco fiables a la hora de participar en esta nueva ofensiva diplomática marroquí en el Sahel y que tan útil podría resultar para la maltrecha diplomacia europea en África.
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