Elecciones en Estados Unidos
Manuel Pastor: «La fortaleza de Trump es que carece de pasado político»
Manuel Pastor / Catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense. Atribuye el éxito electoral del magnate y de Sanders al malestar de la población con la política de Washington
Atribuye el éxito electoral del magnate y de Sanders al malestar de la población con la política de Washington
Buen conocedor de la política estadounidense tras sus asiduas estancias como estudiante de posgrado primero y como profesor visitante después, Manuel Pastor explica el éxito de Donald Trump y Bernie Sanders en las primarias como la consecuencia directa del malestar de la población con la política en Washington. En su opinión, el magnate inmobiliario moderará su discurso si llega a ser finalmente nominado como candidato republicano a la Casa Blanca.
-Donald Trump, Marine Le Pen, Pablo Iglesias... El populismo crece tanto en Europa como en Estados Unidos. ¿El deterioro de la política tradicional es el motivo principal de este auge?
-Sin duda. Pero son populismos distintos. En Europa, se trata de una reacción contra la partitocracia y la corrupción. Paradójicamente, es un populismo de izquierdas porque es estatista, busca un control del Estado con unas políticas sociales y de nacionalización. Coinciden en muchas cosas como el antieuropeísmo o el rechazo al euro. El Frente Nacional, por ejemplo, se alimenta del voto del antiguo Partido Comunista francés. En cambio, en EE UU, el populismo es de derechas, porque arranca de corrientes individualistas contra el Estado. Recogen una tradición desde el tiempo de Teddy Rooseevelt y la defensa de los valores de la Constitución americana frente al excesivo intervencionismo del Estado, sobre todo a partir del Partido Demócrata durante el siglo XX. Este intervencionismo alcanzó su máxima expresión con la elección de Obama, lo que produjo el Tea Party, un movimiento contra la regulación y los impuestos. Varios candidatos republicanos (Ted Cruz, Rand Paul y Marco Rubio) proceden del Tea Party. Incluso Trump se ha beneficiado del aval de Sarah Palin. En el Partido Demócrata, mientras, ha surgido un populismo alternativo, más cercano al europeo.
-Pero Marco Rubio ganó su escaño en 2010 haciendo campaña contra el “establishment” y ahora es uno de sus valedores...
-Ha sido en esta campaña cuando ha pasado de ser candidato del Tea Party a candidato del “establishment” tras la retirada de Jeb Bush. Lo anticipó como senador en un movimiento de acercamiento con los demócratas para tratar de consensuar una reforma de la inmigración.
-¿Cómo explica el fracaso de Jeb Bush pese a sus contactos políticos y los cuantiosos fondos recaudados?
-El pueblo americano es muy contrario a las dinastías. Tras un padre y un hermano mayor presidentes, existe una fatiga Bush. El padre representaba una visión liberal dentro del Partido Republicano y fue un complemento perfecto al conservadurismo de Reagan. Pero su hijo George W. Bush fue el candidato de los neoconservadores. Finalmente, Jeb Bush tuvo éxito como gobernador de Florida, pero no tiene ni la inteligencia del padre, ni la simpatía de su hermano. Para colmo, se ve lastrado por el “common core”, su proyecto de ley de educación obligatoria, que no fue bien visto por el electorado republican tradicional.
-Esta campaña se ha convertido en una batalla entre candidatos del “establishment” y “outsiders”. Pero, ¿realmente qué es el “establishment”? ¿Wall Street, Washingon...?
-Es Washington, la clase política. Cada partido tiene su propio “establishemt”, que lo forma el aparato del partido. Bush y Rubio, en el caso republicano. Ted Cruz es el único senador que no pertenece al “establishment”. La mayoría del Capitolio no simpatiza con un candidato que ha sido muy crítico con la corrupción del “establishment”. Ese poder de la clase política se extiende a Wall Street. Cuando terminó su mandato como gobernador, Jeb Bush estuvo en Lehman Brothers hasta 2008, algo que se ha tratado de ocultar porque no era bueno para su campaña. En el campo demócrata, Hillary Clinton representa al “establishment”, lo que le ha beneficiado en las primarias.
-Cómo ha logrado calar el discurso radical y antiinmigración de Trump entre las bases republicanas.
-Se ha producido un cambio radical en la cultura política americana. Trump es un producto de la indignación de los electores con el “establishment”. Se han dado cuenta de que sus representantes, tras ser elegidos. no representan a los intereses de sus circunscripciones, sino a los del partido. Esto ha dado lugar a que los candidatos más destacados sean anti “establishment”, como Trump, Cruz y otros que tuvieron su momento como Ben Carson, Carly Fiorina. El electorado no se ha tomado al pie de la letra los excesos verbales de Trump. Es consciente de que en las primarias se radicaliza el discurso y aprecia en Trump que haya detectado el problema principal de la política hoy: la inmigración ilegal, que, después de muchas promesas, el “establishment” ha sido incapaz de solucionar. Esto explica el motivo de su indignación. El mensaje es xenófobo, no racista, porque se muestra contrario a los inmigrantes ilegales, no a los legales, ya que son fuente de problemas diversos, como la criminalidad o el narcotráfico. También se ha excedido al decir primero que iba a detener la emigración musulmana, pero quería referirse al terrorismo yihadista. Los americanos saben que la Constitución y los jueces no van a permitir una deportación masiva y que tampoco se puede impedir la llegada de ciudadanos de países musulmanes por el hecho de ser musulmanes. Son muy aficionados al espectáculo y la candidatura de Trump tiene mucho de espectáculo, de “showman”.
-Pero el magnate estuvo muy vinculado a la familia Clinton en el pasado...
-Trump financió alguna campaña de los Clinton, pero explica que como hombre de negocios necesita llevarse con el “establishment” republicano y demócrata. Su fortaleza es que no tiene pasado político, pues procede de la empresa privada.
-¿Existe el riesgo de fractura en el Partido Republicano si Trump se impone como candidato a la Casa Blanca?
-Es un peligro real que se verá en la convención. Existe una auténtica guerra civil. El “establishment” está desconcertado porque primero apoyó a Bush y luego al gobernador Chris Christie, que tras fracasar ha dado su apoyo a Trump. Decidieron después que su hombre era Marco Rubio, pero no ha dado de sí lo que esperaban. Los sectores conservadores le presionaron para que se retirara y así Cruz pueda enfrentarse como un auténtico republicano conservador a Trumpo. Hay muchos conservadores que ven a Cruz como un mal menor. Hasta ahora, los delegados se repartían proporcionalmente entre los candidatos según el número de votos, pero en la treinta de primarias y “caucus” que quedan quien gana se lleva todos los delegados. Tras retirarse Rubio, sus votos y los de Cruz podrán contrarrestar a los que las encuestas conceden a Trump.
-¿En la Convención republicana de Cleveland, podría Trump no ser nominado pese a tener más delegados?
-Eso es muy difícil porque para ser nominado se necesitan 1.236 delegados, y Trump ya reúne más de 700. Si se tiene la mayoría de delegados, resulta muy difícil no ser nominado. Y eso es lo que preocupa al “establishemt”, que se verá obligado a elegir al candidato con más delegado. En el Partido Demócrata, en cambio, el número de superdelegados (funcionarios del partido, miembros del Congreso, gobernadores, etc) votan como los delegados elegidos igual que los elegidos en las primarias. En este momento, bastarían los delegados de Cruz y Rubio para igualar a Trump.
-Como en 2008, Hillary, la candidata demócrata inevitable, se ha encontrado con un obstáculo en su camino, el socialista Bernie Sanders. ¿Su experiencia política la perjudica por ser vista como una representante del “establishment”?
-Los americanos aprecian mucho su experiencia, siempre que no vaya acompañada de corrupción. El problema de Clinton es que arrastra el escándalo de los emails cuando era secretaria de Estado. Recientemente, el juez federal Napolitano aseguró que el traslado de información clasificada a un servidor privado es un delito de espionaje y alta traición contra el Estado. Además, afronta los problemas de las donaciones a la Fundación Clinton y las mentiras sobre el atentado de Bengasi.
-¿Todo ello supondrá un lastre en la futura campaña electoral?
-Completamente. En unas pocas semanas, el FBI ha reunido abundantes pruebas contra Clinton en los casos de los emails y de Bengasi.
-¿Cómo explicar el “fenómeno Sanders”?
-Sanders es un socialdemócrata escandinavo. Es un socialista que no se diferencia de Obama, que ha evitado llamarse así, o de Hillary Clinton, que siempre ha estado más a la izquierda que su esposo, que era más centrista. Siendo primera dama, ya intentó una ley de sanidad universal que fracasó. En cambio, Sanders no lo ha ocultado nunca. Es un hombre mayor con mucho éxito entre los jóvenes, entre el voto de protesta del fenómeno “Occupy Wall Street”. Algunos de los líderes se ese movimiento se han convertido en asesores de campaña de Sanders, que es una especie de Tierno Galván de Vermont. El problema es que, si al final Clinton es imputada, el Partido Demócrata entrará en una situación de pánico porque sabe que con un candidato tan izquierdista no podrá ganar la mayoría del electorado independiente, la clave para ganar la Casa Blanca.
-¿No da por hecho que Clinton finalmente sea nominada como candidata presidencial?
-No me atrevo, pero sospecho que no. El problema será que el “establishment” tendrá que buscar a toda prisa a un candidato. Se ha hablado de Michael Bloomberg o de Joe Biden, que han rechazo presentarse. Pero si no lo hacen van a tener garantizada la victoria republicana, sea quien sea el candidato republicano.
-¿Pero la división y el radicalismo en el Partido Republicano no pondrán a los demócratas la Casa Blanca en bandeja?
-Cuando terminen las primarias, el perfil de Trump será más de centro, lejos del típico republicano conservador. Es muy radical en inmigración y yihadismo, pero socialmente es muy liberal. Como Nixon, presenta una cara más centrista para el electorado general. Si el candidato demócrata fuera Sanders, el electorado se decantaría, paradójicamente, por un aspirante más centrista como Trump. La clase media y la América profunda nunca aceptarían a un socialista.
-¿Ve a Sanders como compañero de “ticket” electoral con Hillary para ganarse a los partidarios del senador de Vermont?
-Eso se especula. Pero la clave es si Clinton es imputada o no. Si no se produce, veo muy posible el tándem Clinton-Sanders, pues no hay muchos más candidatos. Desde el principio, se dijo que lo máximo que aspiraba Sanders es ser presidente o miembro del Gobierno de Clinton.
-Tanto Trump como Sanders coinciden en su proteccionismo económico y su defensa de los trabajadores perjudicados por la globalización y la deslocalización industrial. ¿Cómo analiza esta paradoja?
-Es un denominador común de ambos candidatos, incluso de Hillary Clinton. Prueba de ello es que hay sectores sindicales que tradicionalmente votan demócrata y de los propios militantes demócratas que se están inclinando hacia Trump por sus promesas proteccionistas frente a China o México. En cualquier caso, un candidato republicano sería siempre menos proteccionista y estatista que uno socialista.
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