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Manfred Weber, el hombre que quiere un nuevo capítulo para Europa

Manfred Weber, el hombre que quiere un nuevo capítulo para Europa larazon

-No hubo sorpresas. Antes de la confirmación de su candidatura por su grupo este jueves, para muchos en Bruselas estaba cantado. El apoyo de la canciller alemana Angela Merkel a Manfred Weber parecía, no solo fundamental, si no también decisorio. Pero al principio, hasta hace tres meses, cuando Weber acudió a Merkel para proponerle su candidatura, tan solo contaba con un aval: el de la propia canciller, quien le animó desde el principio y le dijo: «Por qué no». Su elección no era tan evidente hasta hace dos meses, comentan a LA RAZÓN fuentes de su entorno en Bruselas, al contrario de muchos comentarios en la prensa internacional durante las últimas semanas. Luego, más tarde, se supo que el alemán sí contaba con el apoyo de las grandes delegaciones del PPE. Pero eso fue un poco más tarde.

El día que Manfred anunció su candidatura, el pasado 5 de septiembre, lo dijo claro y conciso, con un apunte que ya pronosticaba aires nuevos en la Unión Europea: «Quiero abrir un nuevo capítulo para la Unión Europea», publicó Weber en un tuit. El alemán sabe la importancia que tiene reconectar con los ciudadanos. En este sentido, las mismas fuentes han comentado que no se considera una persona de Bruselas, del sistema. Viaja por semana a la capital belga por trabajo, pero tres días por semana vive en Wildenberg, un pequeño pueblo de baja Baviera, con su familia, y participa activamente en varias organizaciones laicales católicas. Fuentes de su entorno en Bruselas le describen como «un hombre con los pies en la tierra y quiere oír los problemas de la gente», afirman .

Ingeniero de profesión y educado en los valores de la Democracia Cristiana, Weber ha estado activo en la política desde temprana edad. Profundamente arraigado en la Baviera rural, obtuvo su primer escaño en el Parlamento bávaro a los 29 años conviertiéndose en el diputado regional más joven de toda Alemania. También es el líder de grupo parlamentario más joven actualmente en Estrasburgo y el más joven en toda la historia del Partido Popular Europeo.

Weber cree que Europa debe mantenerse unida para afirmarse en la escena mundial. Como presidente del grupo político mayoritario del Parlamento Europeo desde 2014, se presenta a sí mismo como un mediador, que trata de tender puentes, dentro y fuera del PPE, el partido que más se ha mantenido unido en los últimos años en la Eurocámara. Pero no corren buenos tiempos para la UE, ni para para la clase política, ni siquiera para el Partido Popular Europeo, a pesar de esa unidad de la que presumen, que en los últimos meses parece haberse fragmentado principalmente por el Fidesz – dentro de la familia de los conservadores– que ha emprendido una peligrosa deriva autoritaria en Hungría. Dice el refrán que en todas las casas cuecen habas. Pero él insiste que en la UE «no hay un trato especial para nadie». En una entrevista con LA RAZÓN el pasado mes de octubre insistió en este punto: «El PPE ha aclarado la posición de Hungría con el voto a favor del artículo 7, a favor de un procedimiento contra el país, y no a nivel de partido». Eso sí: «No se pueden negociar los principios fundamentales de la Unión. Pero quiero sentarme con todo el mundo a negociar», también con Orban. Esa es la principal crítica a Weber.

Bajo la dirección de su grupo, el Parlamento ha convertido en ley muchas de las propuestas del grupo PPE, como la reciente propuesta de contratar a 10.000 guardias fronterizos y costeros adicionales de Frontex y billetes gratuitos de Interrail para los jóvenes de 18 años. Weber ganó su reelección en 2016 con el 98% de los votos. En el Congreso del PPE de esta semana, Weber consiguió casi otros tantos apoyos, concretamente un 80%. Los conservadores ya han hecho sus apuestas en su carrera a presidir la Comisión con el «Spitzenkandidaten» en marcha, un sistema que hasta ahora les ha favorecido al ser los más votados en las europeas. Hasta ahora. El auge de los partidos populistas en toda la UE vaticina un nuevo panorama político y una Eurocamara distinta que hará tambalearse a los partidos tradicionales.