Bruselas
Los Veintisiete salen al auxilio del plan de Johnson
Prosiguen la ratificación del acuerdo y postergan cualquier prórroga a los acontecimientos en Reino Unido.
Bruselas se ha convertido en la mejor aliada de Boris Johnson. Los embajadores de los Veintisiete utilizaron el procedimiento para que la Eurocámara refrende el acuerdo entre Bruselas y Londres.
Bruselas se ha convertido en la mejor aliada de Boris Johnson. Los embajadores de los Veintisiete se reunieron ayer en la capital comunitaria y, lejos de debatir el escenario de un aplazamiento tras la misiva enviada por Downing Street, se limitaron a utilizar el procedimiento escrito para que la Eurocámara pueda refrendar el acuerdo entre Bruselas y Londres esta próxima semana, si finalmente Westminster decide votar a favor en los próximos días.
Según fuentes diplomáticas, “los embajadores tomaron nota de los últimos acontecimientos incluida la recepción de la carta que solicita esta extensión”. Ahora corresponde al presidente permanente del Consejo, Donald Tusk, iniciar los contactos con las capitales antes de emitir un veredicto. No tiene demasiada prisa, las mismas fuentes aseguran que le costará varios días. Incluso es posible que el Parlamento británico vote antes el acuerdo, si se cumplen los planes de Johnson. El Parlamento Europeo baraja dar luz verde el pacto este próximo jueves durante la sesión plenaria convocada en Estrasburgo (Francia) aunque este punto todavía no ha sido incluido en el orden del día, a la espera de lo que suceda al otro lado del Canal de la Mancha. Antes, el pacto de divorcio deberá ser refrendado por la comisión parlamentaria de Asuntos Institucionales. Aunque no se espera que la Eurocámara suponga ningún obstáculo para la luz verde del acuerdo, cualquier retraso en Westminster más allá de esta semana complica la situación ya que la sesión plenaria del Parlamento Europeo se reúne tan sólo una vez al mes. Durante el día de hoy el Parlamento Europeo analizará lo sucedido en los últimos días.
Con la decisión de ayer, Bruselas se pone de perfil hasta que el panorama en Londres quede despejado. Este silencio temporal es, en realidad, una maniobra de las cancillerías europeas que prefieren no mostrar sus cartas como modo de apremiar a la Cámara de los Comunes. De facto, es un rechazo de la prórroga. Al menos, por el momento.
No es la primera vez que Westminster sorprende con un giro de guión imprevisto que descoloca a los Veintisete. Las cancillerías estaban preparadas para un posible “no” de la Asamblea de los Comunes pero no para un nuevo retraso. En caso de que Westminter decida rechazar el acuerdo de Johnson, Bruselas vaticina que este “no” irá aparejado a la convocatoria de nuevas elecciones. Hasta París, líder de la línea dura, tendría muy difícil negarse a conceder una neuva prórroga ya que siempre ha defendido que una nueva extensión estaría justificada por un cambio en el tablero político, ya sea con la convocatoria de nuevos comicios o incluso un nuevo referéndum.
Si el Parlamento británico no vote el acuerdo esta semana, argumentar una nueva prórroga – aunque sea meramente técnica- se antoja más complicado. De ahí la poca rapidez de Donald Tusk en su respuesta. A pesar de esto, se da por supuesto que, ante la eventualidad de un nuevo precipicio en próximo 31 de octubre, los Veintisiete acabarán respaldando una nueva extensión breve. Nadie quiere un Brexit a las bravas. El objetivo de esta prórroga sería facilitar la votación en Westminster a la espera del resultado y se convocaría una nueva cumbre en Bruselas a finales del mes de octubre. Una vez más al filo de la navaja.
De momento, los Veintisiete aún creen que se puede salvar el acuerdo de Johnson y que puede hacerse a tiempo. El primer ministro británico se ha ganado cierto crédito en los últimos días debido a su capacidad negociadora. De hecho, no ha habido ninguna crítica al curioso formato elegido para la solicitud de la prórroga: una carta sin firmar, acompañada de otro documento en el que Johnson explica por qué no quiere una nueva extensión. Bruselas incluso confía en que, ante un “no en el Parlamento y unos posibles nuevos comicios, Johnson sea capaz de resucitar este acuerdo a la segunda. Su popularidad es alta (siempre lo ha sido, incluso en los peores momento del cierre de la Cámara de los Comunes) y él ha cumplido su parte al llegar a un acuerdo con Bruselas contra todo pronóstico y antes del 31 de octubre.
La capital comunitaria sigue a la espera. Intenta, una vez más, no dejarse atrapar por la vorágine británica y seguir controlando los tiempos y no dar pasos en falso. Tal y como ha repetido el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, hasta la naúsea, “todo el mundo sabe inglés, pero nadie entiende a los británicos”. Bruselas ha empezado a entender en los últimos días a Boris Johnson, el acento del Parlamento sigue siendo ininteligible.
✕
Accede a tu cuenta para comentar