Riad
La condena para las presas saudíes continúa tras cumplir su pena
Cumplida su pena, un número cada vez mayor de ellas deben permanecer confinadas al ser rechazadas por sus familias
La condena para las presas saudíes va más allá del tiempo que dicta el juez. Cumplida su pena, un número cada vez mayor de ellas deben permanecer confinadas al ser rechazadas por sus familias, a la espera de que las autoridades les encuentren una alternativa.
En este reino ultraconservador, la administración suele rechazar la liberación de las presas que ya han purgado sus penas hasta que su tutor legal -que debe ser un hombre- no firme una autorización.
En tal caso, solo les queda seguir en prisión o ser trasladadas a centros sociales donde permanecen retenidas.
Eso le ocurrió a Amani, una saudí de 32 años que pasó cinco años encarcelada en Riad, y cuando podía salir del presidio no lo hizo porque las autoridades penitenciarias no se lo permitieron.
¿El motivo? Su padre se había negado a ir a recogerla.
Amani explicó a Efe que, tras la continuada negativa de su padre, fue ingresada durante nueve meses en la llamada "Casa de huéspedes", un centro social que depende del Ministerio de Asuntos Sociales y permite un nuevo entorno de vida, pero mantiene restringidas sus libertades.
Ese lugar era "mejor que la cárcel", pero en él las salidas estaban "definitivamente prohibidas".
La mujer fue puesta finalmente en libertad cuando la Comisión Nacional para la Atención a las Familias de los Presos y Expresos aprobó que un hombre se casara con ella.
"Lo he aceptado sin pensar mucho en la apariencia del hombre, en su ética o en su trabajo. Lo más importante para mí era conseguir mi libertad", destacó.
Amina también justificó el comportamiento de su padre: "Seguro que me echaba de menos, y se comportó de esa manera por la presión social que sufrió".
El director de la Organización Nacional de Derechos Humanos, Jaled Fajri, sostuvo, en declaraciones a la prensa saudí, que esa tendencia en aumento se produce porque "los padres temen las reacciones sociales y el daño a la reputación de la familia tras el regreso de la presa a su casa".
En cualquier caso, se trata de una práctica denunciable, asegura Suhaila Zinalabdin, integrante de la Asamblea Nacional de Derechos Humanos.
"Los padres reniegan de las mujeres cuando cometen un delito, mientras que por los hombres se preocupan y pagan millones para intentar sacarlos de la cárcel", dijo Zinalabdin al diario "Al Watan".
También hay muchas mujeres que se niegan a salir de la cárcel por temor a las consecuencias sociales e incluso temen por su vida, sobre todo aquellas condenadas por los llamados delitos contra la moral.
Para evitar ese tipo de problemas, el Gobierno saudí estudia una ley que obligue a los padres de las presas a acogerlas una vez terminada su condena.
Por su parte, la Asamblea Nacional de Derechos Humanos ha propuesto el establecimiento de asociaciones que reciban a las antiguas presidiarias para que puedan rehacer su vida y continuar su trabajo o sus estudios.
Ya en 2008, la Dirección de Prisiones saudí expresó su interés en fomentar las bodas de presas con las personas que ellas elijan, con el fin de evitar el repudio paterno.
En la actualidad, la Comisión Nacional para la Atención a las Familias de los Presos y Expresos se encarga de recibir solicitudes de hombres que quieren casarse con presas, a quienes se hace un seguimiento sobre su comportamiento antes de remitir las peticiones a la Dirección de Prisiones.
El subsecretario de esa comisión, Mohamed al Zahrani, señaló en una reciente entrevista con el diario "Okaz"que su órgano tiene pensado hacerse cargo de los gastos de los casamientos y que proporcionará viviendas adecuadas a las parejas.
Sin embargo, no hay cifras exactas sobre el número de presas que han continuado en la cárcel debido al repudio de sus tutores.
Hanan al Ahmadi, miembro del Consejo de la Shura (consultivo), pidió elaborar un listado con el número de reclusas y los detalles sobre su condena, así como el de quienes fueron rechazadas por sus familiares.
Al Ahmadi también exigió castigar a los padres que se niegan a recibir a esas mujeres, "porque su continuación en la cárcel es una injusticia y un acto de discriminación".