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Japón regresa a la energía nuclear tras Fukushima
El Gobierno nipón enciende el primer reactor tras cuatro años del desastre y en medio de una fuerte oposición social
En medio de la polémica que envuelve a Japón y que enfrenta a buena parte de la sociedad con el Gobierno por su oposición a revitalizar la industria nuclear, paralizada desde hace más de cuatro años tras el desastre de Fukushima, el país nipón reabrió ayer uno de sus reactores nucleares de la planta de Sendai en la prefectura de Kagoshima. «La vida humana y la naturaleza son bienes mucho más preciados que la economía», señalaba a una emisora nacional una de los cientos de personas que se reunieron a las afueras de la central para mostrar su rechazo a la reapertura, a pesar de las fuertes medidas de seguridad.
Tras el tsunami y el terremoto que el 11 de marzo de 2011 provocaron el peor desastre nuclear desde el de Chernóbil veinticinco años atrás, Japón apagó sus reactores nucleares. Más de 150.000 personas, de las que 120.000 todavía no han podido volver a sus hogares, fueron evacuadas por el peligro a la contaminación radioactiva y muchos otros perdieron sus negocios ante el temor mundial a consumir productos de la zona. Una a una, las centrales echaron el cierre y la última, Oi, lo hizo en septiembre de 2013.
Sin embargo, el primer ministro, Shinzo Abe, aseguró que el reactor de la planta de Sendai cumple con todas las nuevas medidas impuestas desde hace dos años por la Autoridad Reguladora de lo Nuclear (NRA) y, según dijo, son «las normas de seguridad más severas del mundo». Ayer, a las 10:30 horas de la mañana (3:30 horas de la madrugada en España), el reactor número uno de la planta de Sendai comenzó a funcionar, según informó la compañía eléctrica Kyushu, propietaria de la planta. Tras doce horas de calentamiento está previsto que comience a generar electricidad en dos o tres días y que en septiembre pueda empezar su uso comercial, tras una última revisión de seguridad. «Habrá que cambiar el lugar donde evacuar dependiendo de la dirección del viento. El plan de evacuación actual es un disparate», señaló a Reuters Shouhei Nomura, ex trabajador de una planta nuclear y ahora firme opositor a la energía atómica, en clara alusión a las medidas adoptadas por la NRA, que han aprobado la activación del reactor.
Como Nomura, muchos otros desconfían de una energía que ya ha golpeado a Japón en otras ocasiones. Un fallo en la seguridad es el mayor temor de los habitantes de Japón, país que en la actualidad cuenta con 43 reactores operables. Precisamente, para 25 de ellos, repartidos en 15 plantas, se ha solicitado permiso para volver a funcionar, pero la NRA sólo ha declarado aptos a cinco, que se encuentran situados en tres centrales diferentes. Uno de ellos también pertenece a la planta de Sendai y está previsto que se ponga en funcionamiento en octubre. Para el Gobierno, «la seguridad es lo primero», dijo el ministro de Industria japonés, Koichi Miyazawa.
Tras la llegada de Shinzo Abe al poder, la NRA estableció que las centrales que quieran volver a operar deberán activar defensas más sólidas (desde muros anti-tsunami más altos a mayor número de generadores auxiliares) de cara a protegerse contra terremotos y tsunamis. No obstante, el gasto millonario en materia de seguridad no se antoja suficiente para una mayoría de japoneses (en torno al 60%) que entienden que no volver a activar jamás un reactor es la mejor manera de no reeditar la tragedia. Son muchos los que piensan que el Gobierno nipón y las compañías eléctricas han impulsado la reactivación de estas plantas como una salida ante el aumento de los costes de producción de electricidad mediante fuentes fósiles de las que Japón carece. Según declaró el primer ministro, Shinzo Abe, la reactivación de la energía nuclear estimulará el crecimiento y reducirá los gastos en otros tipos de combustible y se espera que para 2030 alrededor de un 20% de la electricidad provenga de este tipo de plantas.
«No se pueden prevenir los accidentes y por eso pasan», declaró a los medios por su parte el ex primer ministro Naoto Kan, quien estaba al frente del Ejecutivo cuando ocurrió el desastre. Kan, convertido en una abierto crítico de la energía nuclear y que se encontraba entre los manifestantes que acudieron a las puertas de la planta de Sendai, añadió en respuesta a las declaraciones de Abe que «aquí no se han tomado todas las precauciones necesarias para prevenir un accidente».
Mientras la NRA señalaba que el organismo sólo es responsable de los aspectos técnicos de seguridad en la planta, Shoji Takagi, un artista de manga, se preguntaba de quién es la responsabilidad final en la seguridad y evacuación de la central. «Los planes de evacuación para Kagoshima asumen que la principal vía de acceso no se dañe en caso de accidente para evacuar y que la gente no esté expuesta a la radiación, pero ¿y si se dañara?», manifestó al diario «The Japan Times».
Con casi dos docenas de reactores repartidos por la geografía del país esperando su reinicio, tanto el Gobierno central como las autoridades locales, conscientes de que estas preocupaciones no van a desaparecer, tratan de aunar esfuerzos por convencer a la población de los beneficios de esta energía. Hideo Iwakiri, alcalde de la localidad de Satsumasendai, cercana a la planta, manifestó que «los reactores de la planta son seguros» y mostró sus satisfacción: «Espero que proporcionen el impulso financiero y económico que tanto necesita la zona».
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