Países Bajos
Los granjeros holandeses, grandes vencedores de las elecciones regionales
Su auge pone en peligro la política contra el cambio climático del Ejecutivo liberal
El primer ministro holandés, Mark Rutte, conocido como Mr Teflón por su resistencia a todas las crisis, se ha encontrado con unos enemigos inesperados: los agricultores y ganaderos del país que ven peligrar su modo de vida por la política contra el cambio climático promulgada por el Ejecutivo.
El partido derechista Movimiento Campesino se ha convertido en el gran vencedor de las elecciones regionales al contar con un 20% de los sufragios, según los últimos resultados provisionales. Estas elecciones eligen indirectamente la composición del Senado, lo que hace que el Gobierno presidido por el liberal Rutte tenga un serio obstáculo en el camino para poner en marcha su agenda verde.
A pesar de su pequeño tamaño y sus a priori pocas condiciones naturales para el sector primario, Países Bajos ha vivido en las últimas décadas una auténtica revolución que le ha llevado a convertirse en el segundo país, tan sólo por detrás de EE UU, en exportaciones agrícolas. Un territorio comparable a Aragón exporta la misma cantidad que Francia y España de manera conjunta. Aunque parte de esta producción es llevada a cabo en invernaderos y con técnicas vanguardistas y respetuosas con el medio ambiente, el auge de la ganadería ha llevado a que el país sea un gran contaminante de nitrógeno.
Con el modo de cumplir con los estándares promulgados por Bruselas, el Gobierno holandés se ha comprometido a disminuir el 75% de compuestos de nitrógeno en cultivos en determinadas reservas naturales y hasta un 50% de los terrenos de aquí a 2030. Además, el Gobierno de coalición quiere reducir la ganadería un tercio y está dispuesto a comprar terrenos a los agricultores para reubicarlos o incluso a medidas de expropiación si estos se niegan a poner a la venta sus explotaciones.
El buen resultado de este partido que defiende a los agricultores no ha sido una sorpresa, si se tiene en cuenta que desde el pasado verano este colectivo se ha organizado en diferentes protestas multitudinarias e incluso se han producido altercados violentos.
Este movimiento cuenta con simpatías más allá de las fronteras holandesas. Curiosamente ha suscitado el apoyo de formaciones conocidas por su carácter euroescéptico como la Reagrupación Nacional de Marine Le Pen o incluso el propio Donald Trump. Aún es pronto para calibrar las repercusiones a largo plazo de esta formación, pero sus mensajes recuerdan la brecha abierta en Francia por los "chalecos amarillos" y sus protestas por el alza del precio del combustible y hacen reflexionar sobre cómo el mundo rural se siente agraviado por las élites urbanitas.
El fenómeno tampoco es una buena noticia para Bruselas, que ha hecho de la lucha contra el cambio climático una de sus grandes señas de identidad. La UE se ha comprometido a convertirse en el primer territorio del mundo en alcanzar la neutralidad climática en el año 2050 y, por eso, ha puesto en marcha diferentes medidas para reducir el uso de pesticidas en la Agricultura.
Anteriormente, permitía a algunos países como Países Bajos, Dinamarca, Irlanda y zonas de Bélgica e Italia utilizar hasta 250 kilos de nitrógeno de estiércol de animal por hectárea, una cifra superior a la de otros países de la UE, debido al diferente rendimiento de los pastizales y el clima. Pero la mala calidad del agua en Países Bajos ha hecho que Bruselas quiere terminar con esta situación de excepcionalidad y de ahí las medidas dictadas por el Gobierno holandés.
Algunas políticas para luchar contra el cambio climático no sólo encuentran oposición en el mundo agrícola y ganadero, sino también en la industria. Para gran sorpresa de las instituciones europeas, Alemania decidió hace dos semanas vetar por sorpresa la normativa para prohibir la venta de los coches de motor de combustión en el año 2035.
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