Perfil
Gabriel Attal, el hijo pródigo del macronismo que adora la derecha francesa
El exmilitante socialista es una estrella ascendente de la política del Hexágono
Hay dos formas populares que muchos analistas tienen para definir a Gabriel Attal de forma rápida: la del joven discípulo fiel a Macron, competente y primero de la clase y la de joven de izquierdas al que la derecha adora. Quizás tanto como para que la izquierda no se reconozca en Attal, pese a su pasado socialista. Un ejemplo perfecto del hipercentro fundacional del macronismo. Sus posiciones contundentes en el Ministerio de Educación en asuntos como la «abaya» o túnica islámica o sobre la mano dura con alumnos que se saltan principios laicos han hecho de Attal un ministro popular y con fama de trabajador. Tanto como para llegar a ocupar el puesto número 1 en el ránking de popularidad del Consejo de Ministros.
Ni siquiera sus detractores niegan la carrera fulgurante del nuevo primer ministro, si bien cobijada en los últimos años bajo las alas de su mentor, el presidente. A los 22 años ya era consejero en un ministerio. A los 29, secretario de Estado. Después fue portavoz del Gobierno, ministro de Cuentas Públicas, y hasta ayer ministro de Educación. Incluso su nombre suena en la carrera por suceder a Macron en las presidenciales de 2027.
Nacido en 1989 en la localidad de Clamart, a 40 kilómetros de París, Attal encarna los valores del joven burgués bien educado, de principios liberales, europeísta y con un pasado socialista de esos que son completamente compatibles con el liberalismo macronista. Fue militante del PS entre 2006 y 2016. Abiertamente gay, aunque fue la prensa y no él quien lo revelara de primeras, mantiene una relación con otro de los fieles a Macron: Stéphane Séjourné, jefe de filas del grupo Renew en el Parlamento Europeo y leal colaborador de Macron desde el inicio de su carrera política. Un amor que nació en las juventudes que impulsaron el movimiento En Marcha a través del cual el entonces ministro de Economía del socialista François Hollande, Macron, llegó al Elíseo en 2017.
La oposición centra sus críticas en la cuestionable autonomía que Attal va a tener respecto de Macron y en un balance forjado en sus buenas dotes de comunicación. «Soy un soldado e iré allá dónde sea útil», decía el propio Attal a la emisora France Info en 2021. Más recientemente, en una entrevista publicada el año pasado en «Le Parisien», Attal confesaba que le «debía todo» a Macron.
En su breve paso por Educación, donde fue nombrado en julio, se ha disparado su popularidad. Ha recogido aplausos, también en la derecha, con medidas como la prohibición en las aulas de la «abaya». Ha impulsado un plan piloto para experimentar con el uniforme, algo transversal a derecha e izquierda en Francia. Y ha hecho del combate contra el acoso escolar su prioridad, una lucha compartida por Brigitte Macron. Ese objetivo de restaurar la autoridad en las aulas es lo que ha permitido que se haya posicionado como el ministro más valorado para los franceses. La combinación de autoridad con amabilidad y competencia reencarnados como valores en una nueva generación de treintañeros a la que pertenece Attal es la fórmula que Macron quiere dar a su acción de gobierno en la antesala de las europeas de junio. Hay, en el nombramiento de Attal, una voluntad de cambio generacional. La otra estrella ascendente de la política en Francia es Jordan Bardella, presidente del Reagrupamiento Nacional y mano derecha de Marine Le Pen a sus 28 años. Bardella será el candidato de la formación ultra a las europeas.