
Reino Unido
El veto laborista a la primera diputada negra de Westminster pone en aprietos a Keir Starmer
La parlamentaria fue suspendida hace un año por un polémico artículo sobre el racismo y los judíos, ahora ha sido readmitida, pero, en principio, no podrá presentarse a las elecciones del 4 de julio

La política británica se ha convertido en el mejor reflejo de la población de un Reino Unido multicultural. El primer ministro Rishi Sunak, es hindú de origen indio; el alcalde de Londres, Sadiq Khan, es un musulmán practicante; el ministro principal de Gales, Vaughan Gething, nació en Zambia. Pero no siempre ha sido así.
Cuando Diane Abbott fue elegida en 1987 como diputada protagonizó grandes titulares al convertirse en la primera mujer negra en entrar en la Cámara de los Comunes. Y ahora vuelve a ocupar portadas, pero por un motivo muy distinto. El Partido Laborista que lleva representado en las últimas cuatro décadas no le permite presentarse como candidata en los próximos comicios del 4 de julio.
La polémica se ha convertido en un importante escollo para el líder de la formación Keir Starmer quien, pese a liderar todas las encuestas por un amplio margen, es consciente de que no puede permitirse ningún paso en falso que ponga en peligro su entrada en Downing Street.
Abbott fue suspendida del partido en abril del año pasado tras escribir un controvertido artículo en "The Observer" donde intentó trazar una distinción entre el racismo basado en el color de la piel y los “prejuicios” que afectan a minorías como los judíos. Estos últimos, afirmó, no sufrieron el racismo permanente que padecieron los negros.
Starmer, que buscaba librar al Partido Laborista de la mancha del antisemitismo de los años en los que estuvo liderado por el radical Jeremy Corbyn, quiso actuar con dureza. La suspensión se vio entendible en ese contexto. Lo que no estuvo tan justificado fue la investigación de trece meses que siguió después de que Abbott pidiera perdón y la decisión que se ha tomado ahora al respecto.
Pese a que la investigación interna concluyó en diciembre, se mantuvo en secreto hasta ayer, cuando se anunció que Abbot era readmitida en la formación, pero no podría presentarse como candidata en el distrito de Hackney (Londres), donde cuenta con una mayoría de 33.188.
El asunto ha causado tal revuelo que incluso los más críticos con la diputada consideran que el castigo es desproporcionado. El propio "The Times" salió en su defensa recalcando que, pese a los errores cometidos durante su carrera, “ocupa un lugar especial en la historia británica”. “Hay que reconocer que abrió un camino para las mujeres de minorías étnicas que buscaban ingresar a la política. El precio que ha pagado por ese papel pionero ha sido un flujo constante de abusos racistas bastante atroces”, matizó el rotativo.
La formación también ha vetado a Lloyd Russell-Moyle, por conducta vejatoria, y Faiza Shaheen después de que diera “me gusta” a una serie de tuits que desestimaban las acusaciones de antisemitismo del “histérico” lobby de Israel y afirmaban que el partido era “institucionalmente islamófobo”.
La Organización Musulmana Laborista tacha de “inaceptable” los episodios y esto crea graves problemas para Starmer, ya que el apoyo del voto musulmán es crucial para los comicios de julio.
Por otra parte, la polémica también ha creado división en las propias filas laboristas ya que los vetados pertenecen al núcleo duro de la izquierda y son del círculo del antiguo líder, Jeremy Corbyn, quien tras ser expulsado también del partido se presenta ahora como independiente. Este sector acusa ahora al líder de llevar a cabo una purga. “Es una decisión espantosa, ¿de quién ha sido la idea inteligente de sacrificar a los izquierdistas?”, denunció ayer la propia Abbot.
Las nominaciones para candidatos a elecciones se cierran legalmente el 7 de junio. Starmer, quien recalcó ayer que aún no se había tomado una decisión, se encontraba al cierre de esta edición bajo gran presión para readmitir a Abbot. Las guerras internas no es precisamente lo que mejor le viene a una fuerza política en plena campaña electoral. Asimismo, el líder laborista ha sido acusado nuevamente de no actuar con autoridad cuando un asunto requiere comprensión, claridad y una solución decisiva. El que fuera fiscal general del estado, cuyo carisma brilla por su ausencia, no acaba de convencer en los sondeos cuando se evalúa su marca personal. Por lo que no se puede permitir más errores.
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