Efecto "Disneylanda"
Venecia impone desde hoy una tasa turística de 5 euros para limitar las aglomeraciones
Desde este jueves hasta el 14 de julio los turistas que quieran visitar la ciudad tendrán que reservar entrada: "Es un experimento"
Venecia lucha desde hace años para no morir de éxito. La Ciudad de los Canales es patrimonio de la UNESCO desde 1987, pero el año pasado, la organización amenazó a las autoridades italianas con incluir a la 'Serenissima' en su lista negra si no implementaba medidas urgentes para proteger su patrimonio histórico y medioambiental. Una decisión que habría supuesto una bofetada para la imagen internacional de la ciudad. Como parte de esta estrategia de 'redención', la Ciudad de los Canales prohibió la entrada de grandes cruceros en su laguna, y ahora se ha convertido en la primera del mundo en cobrar una entrada para poder acceder.
A partir de este jueves y hasta el 14 de julio, los turistas que quieran visitar Venecia deberán reservar por adelantado y pagar una entrada de 5 euros; no será todos los días, pero si la mayoría de fines de semana entre las 8.30 y las 16 horas. La tasa se aplicará a quienes no estén alojados en hoteles o viviendas de alquiler temporal, mientras que los residentes en la región de Véneto, estudiantes y quienes trabajen en la ciudad estarán exentos. El billete se comprará en Internet y generará un código QR que los turistas deberán presentar en los principales puntos de acceso a la ciudad italiana, principalmente, en la Estación de Santa Lucía.
“Es un experimento y es la primera vez que se hará en el mundo”, dijo el alcalde veneciano, Luigi Brugnano, que subrayó como “con la clave adecuada puede convertirse en un modelo en el que otros lugares del mundo pueden trabajar porque tenemos el deber de preservar los grandes centros históricos”, defendió.
En esta primera fase, la iniciativa tiene un alcance muy limitado: en 2024, sólo 29 días considerados de gran afluencia turística estarán afectados por esta nueva tasa. Aunque las autoridades locales habían avanzado en el pasado que el objetivo era imponer un techo al número máximo de personas que podrían visitarla cada día para evitar la masificación, finalmente no habrá un límite de ingresos porque en ese caso “no seríamos una ciudad, sino un museo”.
Turistofobia
Según explicó Brugnano, se trata de “un experimento” disuasorio contra el exceso de turismo, que “no tiene nada que ver con la turistofobia”, sino que tiene como objetivo “buscar una solución que nos ayude a gestionar mejor los flujos turísticos”. “Estamos intentando proteger a nuestra delicada ciudad”. Las autoridades locales no esconden su temor a que la estrategia pueda ser interpretada como un ataque hacia los turistas, que son la principal fuente de ingresos de la ciudad, por eso el alcalde prometió controles “muy suaves, al azar”, aunque está prevista una multa de entre 50 y 300 euros para los infractores. Los turistas que no hayan realizado este trámite, podrán adquirirlo a su llegada con la ayuda de los operadores locales.
Desde que la ley de presupuestos autorizó en 2018 al ayuntamiento veneciano cobrar una entrada, la propuesta había sido anunciada varias veces y todas ellas aplazada por diferentes motivos. En enero entró en funcionamiento una página en Internet para que los turistas pudieran reservar su entrada por adelantado para los días en los que se exige una tasa de acceso. Desde entonces, más de 151.000 personas ya lo han hecho, según datos oficiales.
“Nuestro objetivo es hacer Venecia más habitable”, defendió Brugnano. De hecho, uno de los principales problemas junto con el turismo incontrolado es el éxodo masivo de residentes. En la actualidad, en la Ciudad de los Canales viven alrededor de 49.300 personas mientras que el número de alojamientos turísticos superó por primera vez en septiembre al de residentes alcanzando las 49.693 estructuras sólo en el centro histórico.
La medida ha sido aplaudida por las asociaciones de comerciantes y restauradores venecianos, mientras que la organización de consumidores ha denunciado que se trata de la “privatización de la ciudad”. “Estamos dispuestos a estudiar el impacto de este enésimo impuesto a los visitantes, que ya están llamados a pagar precios disparatados por el transporte y por todo lo relacionado con el comercio y la restauración”, denunció Carlo Garofolini, presidente de Adico. “El temor”, añadió, “es que más ciudades en Italia sigan el ejemplo de Venecia, transformando nuestro hermoso país en Disneylandia”.
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