Primeras críticas
Gabriel Attal genera malestar entre pesos pesados del Gobierno
El primer ministro francés ultima con Macron un nuevo Ejecutivo de alto perfil político
El nuevo primer ministro de Francia, Gabriel Attal, ya trabaja en la formación de su nuevo Gobierno como primera tarea después de haber sido nombrado por Emmanuel Macron. Ambos mantuvieron un encuentro hasta altas horas del martes por la noche para estudiar perfiles que podrían entrar en un renovado Ejecutivo del que algunos medios galos avanzan ya algunas pistas. Se trataría de un Gobierno concentrado, con menos carteras y en el que podrían convivir algunos pesos pesados del Gobierno actual (Darmanin, Le Maire o Duppont-Moretti) con la entrada de otros inspirados en la línea renovadora de Attal, el primer ministro más joven de la V República a sus 34 años.
En principio, el perfil de dicho Ejecutivo sería más político que el anterior de cara a enfrentar las elecciones europeas de junio. Un reflejo del recambio de la tecnócrata Elisabeth Borne por el comunicador político que es Attal. La composición completa será anunciada antes del fin de semana.
Uno de los que mantendría el puesto sería Gérald Darmanin, el titular del Interior según él mismo ha dejado entrever tras haber mantenido una conversación con Macron. La de Darmanin era una continuidad con máximo interés. Sabido es que su relación personal con Attal no es buena y que no recibió bien la nominación del nuevo primer ministro, más si cabe cuando él pretendió acceder al puesto el pasado verano, en un momento de crisis tras el estallido social de los suburbios que sucedía a la contestación por la reforma de las pensiones. Finalmente Macron decidió seguir con Borne en el puesto y las ambiciones de Darmanin no se cristalizaron.
El ministro del Interior junto al titular de Economía, Bruno Le Maire, son los dos pesos pesados del Ejecutivo que muestran ambiciones para suceder a Macron en 2027. El nombramiento de Attal ha sido interpretado por ambos como una afrenta por su juventud y falta de experiencia. Pero sobre todo por haber sido designado como una especie de alumno aventajado de cara a la carrera por la sucesión.
Macron confía en que la marcha de Borne y la llegada de Gabriel Attal dé un impulso a un mandato que parecía atascarse a tres años de las próximas presidenciales. Sin mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, el margen de maniobra del presidente es reducido. Después de formar Gobierno, Attal tendrá como misión articular mayorías para sacar adelante una agenda política que se le atraganta a Macron a causa de dicha fragilidad parlamentaria.
Las reacciones a la llegada de Attal al palacio de Matignon (como se conoce la residencia del primer ministro en París) siguen sucediéndose a la espera de conocer al resto de miembros del nuevo gobierno. La oposición, tanto de extrema derecha como de izquierdas, denuncia la presunta falta de autonomía que Attal tendrá de Macron. También la prensa crítica pone en valor esa relación de dependencia. “Macron primer ministro” titulaba el martes en portada Libération. En esa misma línea, el líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon dijo al poco de conocerse el nombre del nuevo primer ministro “Attal recupera el puesto de portavoz. Desaparece la función de primer ministro” haciendo un paralelismo con el cargo de portavoz que el propio Attal ocupó entre 2020 y 2022. “Una nueva marioneta a Matignon” ha dicho el soberanista Nicolas Dupont-Aignan.
La líder ultraderechista, Marine Le Pen, cuya lista sigue primera según los sondeos de cara a las elecciones europeas de junio, transformaba la crítica en una pregunta retórica en la red social X: “¿Qué pueden esperar los franceses de este cuarto primer ministro y de este quinto gobierno en siete años? Nada”. El primer examen para el nuevo primer ministro serán esos comicios europeos. Una derrota amplia para los macronistas ante la extrema derecha será un duro golpe para Macron.
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