Crisis independentista
Nicola Sturgeon dimite tras el fiasco del "procés escocés"
El liderazgo de la primera ministra de Escocia se había visto debilitado por los fallos en la estrategia secesionista y de la ley trans
La responsable del Ejecutivo escocés, Nicola Sturgeon, presentó ayer su dimisión tras más de ocho años en el cargo, en una intervención completamente inesperada que pilló por sorpresa incluso a sus propias filas. Su salida deja ahora al Partido Nacionalista Escocés (SNP) en su peor crisis en las casi dos décadas que lleva dominando el parlamento de Edimburgo. Por primera vez, no hay un claro relevo. Ni tampoco un plan definido para conseguir una independencia que, según las últimas encuestas, solo es apoyada por el 47% del electorado.
Incluso los críticos más duros de Sturgeon (52 años) -la primera mujer en estar al frente del Gobierno de Escocia y la persona que más años ha estado en el puesto- la destacan por ser uno de los representantes políticos más efectivos del Reino Unido de la última década y uno de los mejores activistas de su generación.
Pero desde hace semanas estaba en el punto de mira por una importante crisis autoinfligida sobre los derechos de las personas transgénero, a raíz de la polémica generada en torno a la primera mujer trans condenada por violar a dos mujeres antes de cambiar de sexo mientras esperaba juicio.
El caso de Isla Bryson -conocido antes como Adam Graham- había provocado la indignación pública en todo el Reino Unido, exacerbando las divisiones entre las propias filas nacionalistas sobre la controvertida ley aprobada en diciembre en el parlamento escocés que reduce la edad para poder cambiar de género a los 16 años, elimina la necesidad de un diagnóstico médico y acorta a tres meses el período en el que alguien tiene que vivir en su género antes de obtener un certificado. Dos tercios de los escoceses se oponen a la normativa, según las últimas encuestas.
El Gobierno central de Londres bloqueó a principios de este año la normativa utilizando, por primera vez en la historia, la sección 35 de la Ley de Escocia. El "premier" Rishi Sunak argumentó que entraría en conflicto con la Ley de Igualdad de 2010 al dificultar, por ejemplo, que los espacios solo para mujeres excluyan a las personas que nacieron biológicamente hombres.
Pese al intento de Sturgeon de volver a mostrar a Westminster como el enemigo, la mitad de los escoceses dieron la razón a Downing Street. Es más, la crisis derivó en una caída en el apoyo de la independencia: del 53% ha pasado al 47%, la cifra más baja desde la primavera pasada. El índice de aprobación de la propia líder del SNP pasó de más siete a menos cuatro. Por lo que todo exacerbó aún más la propia crisis por la que atraviesa la formación, dividida desde hace tiempo sobre la estrategia secesionista.
Durante su emotiva intervención, Sturgeon dijo ayer no obstante que la polémica trans no estaba detrás de su decisión de renunciar y que ese problema “no fue la gota que colmó el vaso”. “Esta decisión no se debe a cuestiones coyunturales. Me he enfrentado a más problemas a corto plazo en mis años en la política de los que me gustaría recordar. Y, si fuera solo eso, no estaría aquí”, aseveró. “Podría haber continuado. Pero eso no habría sido lo adecuado para mi país, mi partido y la causa independentista a la que he dedicado toda mi vida”, matizó.
El anuncio de su dimisión llega a un mes de la celebración de un congreso extraordinario en el que el SNP debatirá los próximos pasos hacia un nuevo referéndum de autodeterminación.
Desde hace años, el debate constitucional de Escocia lleva estancado en punto muerto, con el SNP electoralmente dominante desde 2007 reclamando regularmente un mandato para otro plebiscito con el argumento de que el Brexit ha cambiado las reglas de juego y el Gobierno central señalando repetidamente que la votación de 2014 fue “única en una generación”.
Después de que a finales del año pasado los jueces del Tribunal Supremo de Londres decidieran por unanimidad, que el Parlamento autónomo de Edimburgo -con una mayoría a favor de la secesión- no cuenta con la autoridad para organizar un nuevo plebiscito sin el consentimiento del Ejecutivo central del Reino Unido, Sturgeon planteó que las próximas elecciones generales previstas para 2024 debían considerarse como un referéndum de facto.
Pero un importante sector de sus filas no estaba de acuerdo con el plan. Una encuesta publicada en Holyrood a principios de esta semana reveló asimismo que los votantes del SNP están divididos sobre esta cuestión, con menos de la mitad de los que votaron al SNP en las elecciones generales de 2019 a favor de usar la próxima cita con las urnas como un medio para determinar la voluntad del público sobre la independencia.
En 2014, el 55.3% del electorado escocés votó a favor de la permanencia en el Reino Unido. Pero, pese a la derrota, el SNP ha seguido dominando la política escocesa. En mayo de 2021, los independentistas se quedaron a tan solo un escaño de la ansiada mayoría absoluta en las elecciones al parlamento de Edimburgo, pero el resultado siguió siendo considerado un triunfo histórico al conseguir su cuarto mandato consecutivo en Holyrood, pese a los problemas existentes.
La divergencia en el rendimiento educativo entre los niños nacidos en diferentes clases sociales sigue siendo amplia. El Servicio Nacional de Salud de Escocia está “roto”, según la BMA, la principal asociación de médicos. Y la falta de vivienda está en niveles récord. En cualquier caso, el debate del SNP siempre ha girado en torno a la causa secesionista.
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