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En esta isla europea los coches están prohibidos: sus habitantes se mueven en burro

El sonido de las bocinas o el ruido del tráfico es inexistente en este territorio, gracias a una ley aprobada en la década de los sesenta

La isla de Hydra no permite a los coches circular por sus calles, así que sus habitantes y turistas deben usar el burro como medio de transporte
La isla de Hydra no permite a los coches circular por sus calles, así que sus habitantes y turistas deben usar el burro como medio de transporteDreamstime

Desde que aparecieran los primeros coches hace más de cien años, es casi indispensable encontrar un lugar en el mundo donde no se vea ninguno a día de hoy. Un medio de transporte tan necesario que todas las familias tienen al menos uno en sus casas. No obstante, existe en Europa una isla donde estos vehículos están prohibidos, y sus ciudadanos solo disponen de un medio de transporte para desplazarse más allá de la bicicleta: el burro. Se trata de Hidra, una región insular al sur de Atenas.

Esta isla se encuentra en el Golfo Sarónico de Grecia, situada en el Mar Egeo y cerca de la península de la Argólida. Su superficie es menor a los cincuenta kilómetros cuadrados y su población no supera los 2.000 habitantes. Los hidriotas (como se llama a las personas procedentes de Hidra) no se transportan en automóviles, pues salvo los camiones de basura, los bomberos y las ambulancias, ningún vehículo está permitido en la isla.

Eso sí, la isla está construida sobre colinas empinadas, de tal manera que aunque la bicicleta sea un medio de transporte alternativo y útil en una isla sin vehículos, sus habitantes optan por los animales. Mayoritariamente, montan en burro para desplazarse, pero también se dejan ver mulas o carruajes por caballos.

Sin coches, pero con burros y caballos: así es Hidra, la isla de Grecia donde los coches están prohibidos

Esto se debe a una prohibición sobre los vehículos motorizados que se implementó en la década de los sesenta. Las autoridades locales decidieron elaborar esta política de estado como parte de un esfuerzo para preservar el encanto tradicional de la isla, así como sus paisajes naturales y su aire limpio. Por otro lado, se buscó también mantener la tranquilidad de la atmósfera y evitar la saturación de un turismo masivo sobre la isla.

Se trata de un lugar que no se diferencia mucho del resto de islas vecinas, pues mantiene la premisa de edificios bajos con fachadas blancas y tejados de arcilla muy típica de otras como Corfú, Mykonos o Santorini. Los árboles y las fuentes de agua desaparecieron casi por completo en el siglo XIX, puesto que Hidra y la vecina Spetses contribuyeron con su flota al levantamiento contra la ocupación otomana, que culminó con la independencia y creación del moderno Estado griego.

Todo ello a una hora en ferry de una ciudad tan masificada como Atenas, donde el ruido y el alboroto causado por los turistas que buscan quedar impresionados por los restos de la Antigua Grecia son dos de las características más típicas. En cambio, en Hidra reina el silencio o el golpeo de las olas, ya que sin coches, autobuses o motos, la calma es el principal sonido ambiente. Esto solo es roto por las patas de los animales, que llevan a los terratenientes por ancho y largo de la isla.

Una costumbre que puede generar muchos hándicaps. Haga frío, calor o llueva, esta es la única forma de desplazarse. Del mismo modo, los turistas o viajeros que transportan maletas, bolsas o suministros solo pueden usar estos métodos, que también ejercen de taxis para particulares. En verano, la alternativa a esto son los barcos-taxi que rodean la isla y que pueden dejar a los viajeros en puntos opuestos de la ínsula.