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La cautela de Bruselas contrasta con la euforia de los eurófobos

La Comisión Europea espera una «cooperación constructiva» con el futuro Gobierno italiano

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der LeyenEfrem LukatskyAgencia AP

Aunque la victoria Giorgia Meloni en Italia supone un balón de oxígeno para los partidos euroescépticos europeos que han saludado con euforia su éxito, las instituciones europeas han preferido la cautela y el espíritu constructivo en sus declaraciones públicas. En todo caso, la procesión va por dentro.

Para el portavoz del Ejecutivo comunitario, Eric Mamer, “ver estas elecciones como un juicio a Europa me parece una simplificación extrema”. Bruselas trabajará con el Gobierno que finalmente tome las riendas del país, independientemente de los colores de la nueva coalición. “Esperamos tener una cooperación constructiva con las nuevas autoridades italianas. Pero permítanme recordar que por el momento esperamos a que Italia proceda a la nominación de gobierno”, ha asegurado este lunes el mismo portavoz.

Bruselas guarda varios ases en la manga, para intentar rebajar las previsibles tensiones con el nuevo Ejecutivo, de modo que la sacudida no derive en cataclismo. Aunque la marcha deMario Draghi hace temer que el nuevo gobierno posponga las reformas acordadas con Bruselas en materia económica, las instituciones comunitarias tienen en su poder bloquear el desembolso de los fondos post pandemia Next Generation EU o, al menos, trocear la siguiente remesa de ayudas si el nuevo Gobierno italiano no hace los deberes. Además, la imponente deuda italiana - la segunda más elevada de la zona euro tras Grecia- aconseja no jugar con fuego, ante el peligro de desatar otra crisis de la prima de riesgo, en un contexto de subida de tipos de interés del Banco Central Europeo para luchar contra la inflación. Asimismo, un buen comportamiento de Roma en este flanco también puede ayudar a poner en marcha una reforma de las normas fiscales europeas – el Pacto de Estabilidad y Crecimiento- para que la senda de ajuste de deuda, tras las políticas expansivas de la pandemia, tenga en cuenta las peculiaridades de cada país, tal y como propugnan los socios del sur de la zona euro.

El papel del Presidente de la República, Sergio Mattarella, también puede desempeñar un papel clave como muro de contención. Ya en el pasado, el veterano político, llegó a vetar el nombramiento del euroescéptico Paolo Savona como ministro de Economía al considerar que pondría en peligro la estabilidad financiera del país.

En las últimas semanas, la propia Meloni ha ido dulcificando su postura ante la grave crisis energética que sacude al país y el temor de que Italia se vea relegada del club comunitario en momentos especialmente oscuros. Si uno de los grandes temores tras la renuncia de Draghi era que el país transalpino – habitualmente pro Kremlin- dejara de apoyar la política de sanciones contra Rusia motivadas por la invasión de Ucrania, en las últimas semanas esa amenaza no se ha desvanecido pero sí parece haberse aminorado. También será necesario analizar la labor que desempeñen el resto de los socios de la coalición. Sobre todo el papel a priori centrista de la Forza Italia de Silvio Berlusconi, formación que pertenece al Partido Popular Europeo, la fuerza política de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

A pesar de estos signos apaciguadores, es difícil saber la postura de Meloni sobre los expedientes abiertos por parte de Bruselas a Hungría y Polonia por no respetar el Estado de Derecho y que incluso, en el caso del primero, pueden derivar en la congelación de los fondos europeos. Los hermanos de Italia, el partido de Meloni, comparte muchas de las líneas maestras de las fuerzas que gobiernan en estos dos países. La semana pasada, von der Leyen, recordó en un coloquio en la universidad de Princeton (EEUU) que la Unión Europea tiene “mecanismos” para hacer frente a una hipotética deriva autoritaria en Italia, en referencia a los instrumentos que ya están siendo aplicados en el caso de Budapest y Varsovia. Unas palabras que levantaron polvareda en los últimos días de la campaña electoral y que ahora Bruselas prefiere olvidar como modo de no echar más leña al fuego.

El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, se ha convertido en uno de los primeros líderes europeos en felicitar a Meloni, lo mismo que el Gobierno húngaro de Víktor Orban, cuyo uno de sus portavoces ha señalado compartir “un visión común en torno a los desafíos que afronta Europa en estos tiempo difíciles”. En el hemiciclo europeo, Meloni pertenece al grupo de los Conservadores y Reformistas que acoge al partido de Ley y Justicia y a Vox, formación que también ha respondido con euforia la victoria de la líder italiana. Según su líder, Santiago Abascal, Meloni “ha mostrado el camino para una Europa orgullosa, libre y de naciones soberanas, capaces de cooperar para la seguridad y la prosperidad de todos”.

En Francia, tanto Marine le Pen como Eric Zemmour, conocidos por sus postulados eurófobos, han aprovechado la ocasión para felicitar a Meloni . La líder de Agrupación Nacional ha alabado a la futura primera ministra italiana por “haber resistido a las amenazas de una Unión Europea antidemocrática y arrogante al obtener este grado de victoria”.