Terremoto político

El Gobierno de Israel se rompe y aboca al país a las quintas elecciones en tres años

La renuncia de tres parlamentarios de la mayoría supone el colapso del “Ejecutivo del cambio”

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En un movimiento inesperado, el primer ministro israelí Naftali Bennett y su socio Yair Lapid anunciaron la disolución de la Knesset, que supondrá el colapso definitivo del “gobierno del cambio” en Israel. La votación se convocará la próxima semana, y podría suponer la celebración de las quintas elecciones en el estado judío desde 2019. Lapid, que firmó un pacto de rotación con Bennett y debía asumir el mando del país en 2023, ejercerá interinamente el cargo de premier.

El ejecutivo estaba agonizando en las últimas semanas. La renuncia de tres desertores –dos del derechista Yamina; una del izquierdista Meretz-, dejaron en minoría a la coalición, por lo que cada sesión parlamentaria suponía una quimera. El último ejemplo fue el fracaso para renovar las “medidas de emergencia”, una ley que se renueva cada cinco años para aplicar el código civil israelí sobre las colonias judías de Cisjordania.

“Es un día difícil, pero tomamos la decisión correcta. Hace un año conformamos un gobierno que pensaban que era imposible, y paramos el caos en que estábamos sumergidos. Con los misiles lloviendo sobre Jerusalén y la violencia desatada en las calles, decidí hacer un movimiento difícil, pero el más sionista de mi vida. Con la ayuda de Dios logramos hacer un gobierno bueno para Israel, que logró sacarnos del bucle”, pronunció Bennett en una comparecencia conjunta con Lapid.

Presumió de haber logrado la unidad –con ocho facciones de distinto signo político-, y de devolver la gobernabilidad tras cuatro ciclos electorales. “Demostramos que se pueden dejar las diferencias al costado. En las últimas semanas hicimos todo para salvar la coalición, cuya continuación era un interés nacional”, prosiguió. Pero los intentos para estabilizar el ejecutivo ante los últimos bandazos fracasaron.

Como es habitual, Bennett dijo anteponer la seguridad nacional a todo lo demás. “No renovar las medidas de emergencia (en Cisjordania) suponía el caos, algo que no puedo permitir. Hicimos todos los esfuerzos pero no logramos aprobarlo. Por ello, junto a Yair Lapid decidimos disolver el parlamento y convocar nuevas elecciones”, explicó el premier. La ruptura del gobierno supondrá la renovación automática de la medida para preservar el status diferencial de los colonos.

Bennett cargó contra la oposición liderada por el Likud de Benjamín Netanyahu, que “antepuso los cálculos partidistas al interés nacional” por no aprobar las “medidas de emergencia”. Tras elogiar a su socio Lapid, prometió que hará una transferencia tranquila y ordenada de sus responsabilidades como primer ministro. Ante la incertidumbre sobre el futuro político del país, Lapid exhortó a la ciudadanía a “evitar el retorno de las fuerzas de la oscuridad”, refiriéndose a un eventual retorno del Likud al poder.

Se pronosticó que las nuevas elecciones podrían convocarse el próximo 25 de octubre. Aunque tras la disolución de la actual Knesset, Netanyahu podría intentar conformar una mayoría alternativa y evitar así los nuevos comicios. Para ello, debería sumar a sus aliados naturales –ultraortodoxos y extrema derecha-, junto al voto de tránsfugas que abandonaron el Yamina de Bennett.

El opositor “Bibi” -en pleno proceso judicial tras ser inculpado en tres causas por fraude, soborno y abuso de confianza-, celebró el colapso de la coalición como “una gran noticia para millones de israelíes”, ya que supone el fin del “peor gobierno en la historia israelí”. Para el líder del Likud, se trataba de un gobierno dependiente de “apoyadores del terrorismo, que abandonó las necesidades de seguridad, elevó el coste de la vida, aprobó impuestos innecesarios y puso en peligro el carácter judío del estado”. Con su eventual retorno al poder, Netanyahu podría maniobrar para promover su inmunidad judicial. “Con la ayuda de Dios, lo lograremos”, vaticinó triunfante.