Cumbre en Versalles
La UE duplica el fondo para enviar armas a Ucrania ante la agresión de Rusia
La Unión Europea se compromete en el suministro de material militar pero frena las esperanzas de Kiev para una adhesión exprés al club comunitario
Los líderes de la Unión Europea se han conjurado en el histórico Palacio de Versalles para iniciar un giro sin precedentes que marcará el futuro del bloque bajo dos premisas fundamentales: una Europa más fuerte militarmente y menos dependiente energéticamente. Aunque de la cumbre informal de Versalles no sale un consenso igual de sólido en ambos puntos. Sí en el de gasto en Defensa y en multiplicar la ayuda armamentística a Ucrania pero no tanto en cerrar el grifo al gas ruso del que siguen dependiendo economías europeas como Alemania, Austria o Italia.
La declaración final de la cumbre arranca con una clara alusión a aumentar sustancialmente el gasto en Defensa, algo sobre lo que hay una unidad que se intenta exhibir como fortaleza ante el régimen de Putin. Esta cumbre informal de Versalles se ha celebrado dos semanas después de que Moscú iniciara la invasión y desde entonces la Unión ha dado una respuesta mucho más firme de la esperada por el propio Kremlin, con fuertes sanciones económicas que han puesto contra las cuerdas la economía rusa. En Versalles, Ursula Von der Leyen ponía el broche a la cumbre anunciando un cuarto paquete de sanciones destinado a aislar aún más al régimen de Putin. Pero quizás lo más remarcable de las conclusiones haya sido la decisión de duplicar el Fondo Europeo de Apoyo a la Paz para destinar hasta 1.000 millones de euros de material militar letal y no letal a Ucrania. Hace casi dos semanas, en una decisión insólita, los líderes europeos ya pactaron la creación de ese instrumento con el fin de que financiara el envío de material bélico a Ucrania por 500 millones. Ahora en Versalles no ha habido ninguna discrepancia para duplicar el monto a petición del Alto Representante de Política Exterior, Josep Borrell. Pese a que la decisión en la activación de este fondo era algo impensable hasta antes de la invasión rusa a Ucrania, lo cierto es que sigue bastante lejos de los más de 13.000 millones de dólares aprobados el pasado jueves por el Senado estadounidense con el mismo motivo.
La ayuda a Ucrania por la vía militar, sin embargo, no llega acompañada de un respaldo a una aceleración en sus deseos de adhesión a la UE. Países como Francia, Holanda o España impusieron su doctrina de “no instrumentalizar los procedimientos de ampliación” en este caso y Ucrania tendrá que seguir el procedimiento habitual para ingresar al club. La declaración final subraya los lazos con Kiev. “Familia europea” sí, pero nada de hablar de socio vía exprés. Así las cosas, los 27 se inclinan por otorgar a Ucrania un estatus de “país asociado reforzado”, con vínculos estrechos en materia comercial e integración en la red energética, a la espera de que concluya el conflicto y comience una negociación que durará años.
La declaración final de Versalles que deberá concretarse en medidas en el consejo europeo ordinario del 24 y 25 de marzo, está plagada de referencias a un considerable aumento en el gasto en Defensa. En ella se habla de desarrollar “adquisición conjunta de capacidades de defensa” o “invertir en tecnologías emergentes para la seguridad”. Desde el final de la Guerra Fría, los países europeos han ido reduciendo considerablemente su gasto en la rúbrica de defensa del 4% del producto interior bruto hasta el 1,5%. Parece que los tiempos llevan ahora a revertir esta tendencia, un despertar provocado por la guerra de Putin y sus implicaciones en seguridad para la UE. En lo troncal, hay consenso, otra cosa es el marco, y ahí sí que persisten diferencias sustanciales entre miembros. Existe un grupo de países próximos a EE.UU. como Países Bajos que se inclinan por hacerlo en el marco de la OTAN mientras que Macron cree que la guerra en Ucrania da la razón a su proyecto de impulsar una Europa de la Defensa sin desvincularse de la OTAN, pero con identidad propia.
Pero quizás la cuestión más acuciante sea la de la soberanía energética, el otro asunto central en Versalles. La declaración apela a “suprimir progresivamente la dependencia del gas, el petróleo y el carbón” de Rusia, un objetivo que Macron fijaba al final de la cumbre “de aquí a 2027″. Pese al anuncio estadounidense de un embargo sobre las importaciones energéticas rusas, la UE no seguirá el mismo ejemplo. Al menos de momento. Pero sí que contempla reducir este año en dos tercios sus importaciones de gas de Rusia, según ha propuesto esta semana la Comisión Europea. Este objetivo se augura arduo para los países de Europa del este y la misma Alemania, donde el gas ruso representa el 65% de las exportaciones de esta energía. Para lograrlo, los líderes europeos pretenden buscar recursos alternativos a través del gas licuado, el gas natural o el hidrógeno, desarrollar las renovables y mejorar las interconexiones energéticas entre países miembros. Hay mucha presión para establecer un sistema que contenga los precios, dado el daño social y político de una inflación desbocada. En este sentido, la delegación española ha mostrado su satisfacción en Versalles señalando que “por fin” Europa escucha las tesis españolas y la necesidad de plantear una estrategia con medidas concretas que reduzcan los precios de la energía.
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