Italia
Berlusconi pone en marcha la “operación ardilla” para ser el presidente de la República
El líder de Forza Italia oficializa su candidatura con el respaldo del centro derecha y trata de seducir a los senadores y diputados indecisos con promesas y regalos de lujo
¿Quién es Silvio Berlusconi?, se preguntaba recientemente el diario “Il Giornale”, propiedad de la familia del magnate, en una publicidad a toda página en la que enumeraba una veintena de supuestos logros políticos, empresariales, familiares y deportivos del líder de Forza Italia. Entre otras cosas, Silvio Berlusconi es para sus más acérrimos defensores “una persona buena y amable”; “el héroe de la libertad que entró en política en 1994 para evitar un régimen autoritario e iliberal”; “el fundador de la televisión comercial en Europa” y “el italiano más competente en política internacional”. El autobombo llega hasta el punto de definirle como “el presidente que puso fin a la Guerra Fría”.
La publicidad –presuntamente financiada por un grupo de militantes del partido– no hace referencia explícita a su candidatura como próximo presidente de la República, un deseo que el ex Cavaliere ya no esconde. Berlusconi lleva en la primera línea política casi 30 años y con 85 recién cumplidos se resiste a abandonar los mandos de Forza Italia, el partido que fundó a principios de los años 90, y con el que pasó de ser un empresario de éxito a primer ministro del país. Después de superar el coronavirus, varias operaciones a corazón abierto, una condena por fraude fiscal y una lista interminable de escándalos sexuales, el magnate aspira a culminar su carrera política al frente de la más alta institución del Estado.
La campaña mediática para sustituir a partir de febrero a Sergio Mattarella comenzó hace meses, aunque no fue hasta este viernes cuando el líder de Forza Italia anunció formalmente a sus socios su intención de convertirse en el próximo inquilino del Palacio del Quirinal. Un paso adelante inusual, ya que nunca antes un posible candidato había manifestado abiertamente su voluntad de presentarse a la elección.
Votación abierta
La votación, que arrancará el próximo 24 de enero en la Cámara de los Diputados, se prevé como una de las más inciertas de los últimos años. El primer ministro, Mario Draghi, dejó abierta la puerta recientemente a suceder a Mattarella si la mayoría parlamentaria que sostiene su gobierno apoya su candidatura. Sin embargo, Berlusconi amenazó con retirar el apoyo al Gobierno de unidad si el ex presidente del BCE se convertía en su rival en la carrera hacia la Presidencia. Una hipótesis que dejaría muy debilitado el Ejecutivo y podría precipitar la convocatoria de elecciones anticipadas.
Antes de dar un paso adelante, el líder de Forza Italia tuvo que convencer a sus aliados en el centroderecha, Matteo Salvini y Giorgia Meloni, a quienes reunió en su residencia romana para comenzar a trazar la estrategia. Berlusconi “es la figura adecuada para ocupar el cargo en esta difícil situación con la autoridad y la experiencia que el país merece”, zanjaron en una nota conjunta tras la reunión, apoyando oficialmente su candidatura.
La coalición conservadora cuenta en teoría con unos 450 votos, pero le faltan medio centenar para superar el ‘quorum’ en la cuarta votación, aunque desde Forza Italia aspiran a lograr algunos apoyos extra para evitar que los llamados ‘francotiradores’, parlamentarios que cambian su voto ignorando la disciplina de partido, puedan hacer naufragar la elección. “El centroderecha está unido sobre la candidatura de Silvio Berlusconi”, adelantó el día anterior el líder de la Liga. “No aceptaremos vetos del centroizquierda”, añadió, en respuesta a la negativa del Partido Democrático de Enrico Letta de negociar un candidato de consenso hasta que el nombre de Berlusconi no esté fuera de la lista.
“Operación ardilla”
La carrera hasta el Quirinal está llena de obstáculos para el ex Cavaliere, pero quien fuera tres veces primer ministro ya ha empezado a jugar sus cartas. En Italia la han bautizado “operación ardilla”, que no es otra cosa que una campaña salvaje de ‘fichajes’, como cuando el político se sentaba en la tribuna de honor del A.C. Milan, el equipo de fútbol del que fue presidente durante 35 años. Según la prensa local, el líder de Forza Italia lleva semanas llamando personalmente a senadores y diputados ajenos al centroderecha para tratar de seducirlos con promesas o incluso regalos como obras de arte. El escenario es de lo más favorecedor para él, ya que a partir de la próxima legislatura, el Parlamento reducirá un tercio de los escaños, lo que implica que cerca de 300 de los actuales parlamentarios no serán reelegidos. Y más de uno necesita asegurarse un futuro fuera del hemiciclo.
En auxilio del magnate podría acudir también Matteo Renzi, quien con sus 43 “grandes electores” podría acabar siendo decisivo. En 2015 el líder de Italia Viva, entonces al frente del Gobierno, pactó con Berlusconi la elección del ex primer ministro Giuliano Amato como jefe del Estado. Pero al cuarto escrutinio, Renzi traicionó el acuerdo y consiguió que el Parlamento eligiera a Sergio Mattarella, enemigo histórico de Berlusconi hasta el punto que llegó a dimitir como ministro en 1990 en protesta por una ley audiovisual que favorecía el conglomerado mediático del empresario. Siete años después, la imprevisible política italiana podría dar un nuevo golpe de efecto y colocar al anciano líder de Forza Italia como sustituto del actual jefe del Estado
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