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Olaf Scholz, el político sin carisma que salvó a la socialdemocracia alemana

Contra todo pronóstico, el ministro de Finanzas de Merkel dio la vuelta a las encuestas y logró el primer triunfo electoral del SPD en veinte año

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El socialdemócrata Olaf Scholz, de 63 años, sucede a partir de hoy a Angela Merkel como canciller de Alemania, que ha dominado la vida política de su país durante los últimos 16 años. ¿Quién lo hubiera pensado en agosto de 2020, cuando se postuló como candidato del partido socialdemócrata a la cancillería? Apenas un año antes, en 2019, había perdido las elecciones internas para la jefatura del SPD, no solo porque el partido añoraba una cúpula del ala izquierda, sino también porque el introvertido y pragmático dirigente nunca logró conquistar realmente los corazones socialdemócratas. “La encarnación del aburrimiento” le apodaba el semanario “Der Spiegel”.

Pero Olaf Scholz, que desde 2018 detentaba los cargos de ministro de Finanzas y vicecanciller en la Gran Coalición de Merkel, era la única figura de peso del SPD en condiciones de asumir el desafío de la candidatura a canciller, una batalla que se daba con perdida bajo unos sondeos auguraban un “sorpasso” de los pujantes verdes.

El SPD estaba por los suelos en las encuestas y, durante meses, casi nadie daba un céntimo por el candidato Scholz. Pero la forma estoica en que llevó adelante su campaña es uno de los secretos de su éxito. Aceptar las derrotas sin quejarse, volver a levantarse, seguir siempre adelante sin dudar de sí mismo: ese es el lema del cuarto canciller socialdemócrata de la Alemania federal, nacido en 1958 en Osnabrück. Desde hace años vive en Potsdam, a las puertas de Berlín, con su mujer, la ministra de Educación del Estado de Brandeburgo, Britta Ernst.

Durante su trayectoria política de décadas ha sufrido más de un revés, pero a largo plazo nada pudo sacarlo de su carril. Ni siquiera las investigaciones parlamentarias por dos escándalos financieros en las que tuvo que declarar. Las críticas se diluyeron y no salió perjudicado.

Con tenacidad fue escalando peldaños en la escalera política. Y en ese proceso experimentó una notable evolución. Como subjefe de la organización juvenil del SPD, abogaba en los años ochenta por “superar la economía capitalista”. Pero en su trabajo como abogado especialista en derecho laboral, con un despacho propio en Hamburgo, aprendió mucho acerca de cómo funciona la economía y el empresariado, y eso lo marcó.

Pronto se lo adscribió más bien al ala conservadora del SPD, y no solo en materia de política económica. Como secretario general del partido a comienzos de siglo bajo el Gobierno de Gerhard Schröder, impulsó una reforma laboral que incrementó la presión financiera sobre los desempleados.

Como Merkel, Scholz es un hombre que no muestra sus emociones. Siempre se controla, incluso en momentos de gran alegría. Los que lo conocen de cerca, afirman que jamás lo han oído gritar, ni siquiera cuando seguramente estaba furioso. Por su tono monocorde al hablar se ganó el apodo de “Scholzomat”.

Desde 2007, el ahora canciller ha ocupado casi continuamente cargos gubernamentales. Primero como ministro del Trabajo y Asuntos Sociales en la primera coalición de Merkel (2005-2009), luego como alcalde de Hamburgo. En 2018, asumió como ministro de Finanzas y vicecanciller en Berlín. Se dice que ya entonces tenía en la mira la cancillería.

Durante la pandemia, su influencia creció. El ministro de Finanzas era el encargado de las millonarias ayudas a empresas y autónomos, y supo aprovechar la situación para presentarse en escena una y otra vez. “Esta es la bazuca, con la que ahora hacemos lo que es necesario”, prometió ya en la primavera de 2020, poco después de que la pandemia irrumpiera.

Alemania puede resistir la pandemia financieramente: esa fue su consigna. El país habrá contraído nuevas deudas por 400.000 millones de euros hasta fines de 2022. Pero podrá superarlo, según Scholz: “Nadie debe tenerle miedo a eso, ya lo logramos una vez, tras la última crisis de 2008/2009, y lo lograremos nuevamente, en cerca de diez años”.

Actualmente, sin embargo, resulta evidente que la pandemia dista de haber quedado atrás. Las altas tasas de contagio tienen un impacto negativo en la economía de la locomotora europea. Y el próximo Gobierno de socialdemócratas, verdes y liberales tendrá que seguir endeudándose para respaldar a las empresas. Ese también será un gran desafío para la “coalición semáforo” encabezada por Olaf Scholz. “Tenemos la oportunidad de un nuevo comienzo para Alemania”, prometió al SPD este fin de semana durante un congreso telemático que avaló con un 99% el acuerdo de coalición con verdes y liberales. En un guiño al primer canciller socialdemócrata, Willy Brandt, el pacto se denomina “Atrévete por más progreso”, en un guiño al “Atrévete por más democracia” del histórico líder socialdemócrata que gobernó Alemania entre 1969 y 1974.