Extremismo religioso
Encuentran 103 cadáveres en Kenia pertenecientes a una secta que les animaba a ayunar hasta la muerte para "encontrarse con Dios"
El líder de la secta animaba a seguidores en una situación de vulnerabilidad a practicar el ayuno extremo y luego los enterraba en fosas comunes en el bosque de Shakahola
No le faltaba razón, pero sí cordura. Cuando Paul Mackenzie Nthenge dijo a los seguidores de su secta que podrían llegar a Dios a través del ayuno extremo, una realidad irrefutable es que la inanición conduce a la muerte, a un posible encuentro con Dios y con San Pedro; y la otra realidad sería que Nthenge es un loco. Aunque, por extraño que parezca, este loco tenía más seguidores de lo esperado en la comunidad donde actuaba. La policía keniana ha encontrado hasta la fecha a 103 personas enterradas en fosas comunes en un bosque a las afueras de la ciudad de Malindi, al este de Kenia, mientras la dirección de la Cruz Roja en el país ha determinado que podrían quedar otros 110 cuerpos por desenterrar.
El país está en shock. Sólo ayer, la policía encontró 8 cuerpos repartidos en diversas zonas. El presidente William Ruto indicó en una comparecencia pública que “los terroristas utilizan la religión para avanzar en sus horribles actos y el señor Mackenzie hizo exactamente lo mismo”, mientras solicitó a los legisladores estrechar las regulaciones que controlen a aquellos que utilizan la religión para promover las ideologías radicales. Las alarmas saltaron el 14 de abril, luego de que Nthenge se entregase a las autoridades y los cuatro primeros cuerpos fueran hallados en el bosque de Shakahola. Uno tras otro han sido desenterrados hasta alcanzar la escalofriante cifra que se supone que irá en aumento, mientras varias fuentes apuntan que entre las víctimas se encuentra un elevado número de niños y de familias al completo enterradas juntas.
La morgue del hospital local se encuentra colapsada por la avalancha de cuerpos que llegan. Tal es así, que las excavaciones en el bosque podrían suspenderse de forma temporal debido a que los funcionarios no tienen tiempo suficiente para practicar las autopsias y a que los cuerpos hallados se encuentran en un estado de composición muy avanzado. El ministro de Interior keniano, Kithure Kindiki, confesó tras trasladarse a la zona que se ignora cuántas fosas encontrarán en los próximos días.
Un taxista convertido en predicador
Esta historia comenzó hace más de veinte años, cuando Nthenge, taxista de profesión, decidió convertirse en pastor y predicar a las masas como polémico televangelista. Su mensaje religioso le llevó a ser arrestado en dos ocasiones bajo la acusación de llevar a cabo predicaciones extremas: entre sus enseñanzas negaba la escolarización de los niños porque la educación no estaba reconocida por la Biblia y profetizaba el fin de los tiempos a “ciudadanos ignorantes”, según especifican los informes de la policía.
Llegados a 2003, fundó por cuenta propia la Iglesia de las Buenas Nuevas, hoy renombrada por los medios de comunicación como la Secta del Hambre. La organización que ha provocado la muerte de al menos 103 personas. Nthenge se dirigía a un público ya ubicado en una situación de vulnerabilidad y fácilmente manipulable: madres solteras, familias con escasos recursos económicos, analfabetos a quienes lavaba el cerebro con doctrinas escatológicas y asegurándoles “llevar el Evangelio de nuestro señor Jesucristo, libre del engaño y del intelecto del hombre”. Cuando apareció ante las cámaras tras su detención, antes de ser subido al vehículo que le trasladaría a prisión, tuvo tiempo de levantar el puño con media sonrisa asomándole del rostro y exclamar “¡Alabado sea Jesús!”.
El daño provocado traspasa de lo físico a lo psicológico. Hussein Khalid, director de la ONG Haki Africa, expresó ante la CNN su preocupación por los supervivientes, algunos de los cuales se negaron a ser atendidos por los sanitarios ni a alimentarse: “necesitamos ayuda psicosocial para que [las víctimas] puedas ser desradicalizadas y que comprendan lo que está ocurriendo”. Tal es así, que cuatro de las quince personas rescatadas tras la detención de Nthenge fallecieron de camino al hospital. La agencia AFP informa que Nthenge será juzgado a partir del 2 de mayo, y podría ser acusado de terrorismo, según afirmaron las autoridades kenianas.
María Sánchez, experta psicóloga en pensamiento grupal y en procesos de desradicalización en España, apunta que, en casos de este tipo, “las carencias de identidad se mezclan con la superstición”, mientras el ayuno extremo, al igual que la privación de sueño “interrumpen los procesos cognitivos del individuo y su capacidad crítica”. Determina que este caso no se debe en exclusiva al fanatismo religioso, sino también a una situación de control social donde un individuo con un perfil narcisista (Nthege) sufre de “una debilidad de ego que necesita generar una identidad fuerte” para experimentar una gran excitación megalómana que le hace pensarse capaz de cualquier cosa.
Sánchez indica que el aislamiento de las víctimas frente a los seres queridos también es un factor crucial para tener en cuenta. Tal es el caso del adolescente Issa Ali, que contó a periodistas de AFP que recibió palizas por parte de otros seguidores de la secta cuando expresó su deseo de abandonarlo. No fue hasta que su padre le rescató que pudo salir de allí. Su madre, ferviente seguidora de Nthege, permaneció en el culto pese a las súplicas de sus familiares y se encuentra actualmente en paradero desconocido.