Elecciones
El liberal Joko Widodo se afianza en Indonesia
La oposición islamista no reconoce la derrota hasta los datos oficiales.
La oposición islamista no reconoce la derrota hasta los datos oficiales.
Indonesia vivió ayer una jornada electoral de campeonato. Más de 190 millones de electores fueron convocados a lo largo de las más de 17.000 islas que componen la nación asiática para votar en unos comicios en los que, a falta de que se conozcan los resultados oficiales el próximo mes de mayo, se dio por vencedor con un 55% de los votos al actual presidente del país Joko Widodo. La tercera mayor democracia del mundo celebró en el mismo día sus comicios presidenciales y legislativas. Jokowi, como se conoce a este político musulmán de corte liberal, era consciente de qué hacer para vencer al ex militar conservador Prabowo Subianto, que, según el voto escrutado por las agencias privadas, obtuvo un 44% de los apoyos.
Sabedor de que la religión jugaba un papel fundamental en estos comicios, apuntaló bien a su partido eligiendo como aspirante a la vicepresidencia al ultraconservador presidente del Consejo de Ulemas, Maruf Amin, con un movimiento que dejó en evidencia su preocupación por recabar el voto de los ciudadanos más conservadores. Su contrincante en la carrera presidencial hizo lo propio a la hora de robar votos entre los sectores menos afines a sus posturas radicales y decidió poner en la lista como segundo a un hombre de negocios que le ayudara a llegar a esos electores. Una jugada que, al parecer, no le salió como él esperaba. Todo lo contrario que a Jokowi, quien celebró la victoria, pero pidió cautela a la espera de que se confirmen los resultados que revalidan su título presidencial. «Tenemos que ser pacientes y esperar al recuento oficial de los votos», advirtió ante sus seguidores en un teatro de Yakarta, donde dio una rueda de prensa tras el cierre de las urnas. Allí, celebraban con júbilo el triunfo una multitud de votantes a los que este político de 57 años había convencido, más allá de la religión, por su gestión de las finanzas destinado a convertirse en la cuarta economía del mundo para 2050.
Si bien el mandatario no cumplió con el crecimiento prometido del 7%, logró mantenerlo en un 5%, una cifra suficiente para demostrar que el país sigue avanzando por el camino adecuado. Como este dato, su plan de cobertura sanitaria nacional o su inversión en infraestructuras con la construcción de carreteras, aeropuertos o puertos marítimos ayudaron a decantarse por él a muchos jóvenes, un sector que representa al 40% de los votantes y determinante en el resultado.
No obstante, los obstáculos fueron diversos en la carrera electoral. El que un día se ganó el favor de las minorías, en estos comicios recibía un importante revés. Aquellas organizaciones a favor de los derechos LGTBI emprendieron una campaña conocida como «golput» para promover el voto en blanco o abstenerse y mostrar su disconformidad con ambos candidatos. Las irregularidades también fueron protagonistas del proceso en diversos momentos. A lo largo de la campaña, los aliados de Prabowo denunciaron la aparición de multitud de papeletas marcadas a favor de Jokowi en Malasia o de un censo «inflado» con votantes que no existían. Ayer, Prabowo, que perdió las últimas elecciones contra el actual dirigente, no admitió su derrota y se adjudicó la victoria sobre las elecciones presidenciales. «Ésta es una victoria para el pueblo indonesio. Seré el presidente de todos los indonesios. Seré y ya soy el presidente de todos los indonesios», afirmó tras acusar que las encuestas eran «partidistas».
Con este panorama, ahora queda contar los votos de los 800.000 colegios electorales repartidos por el país, en los que los indonesios tuvieron que elegir, además de entre cuatro candidatos a presidente y vicepresidente, a otros 245.000 que aspiraban a 20.000 puestos a nivel nacional y local. Indonesia celebró una fiesta de la democracia que se desarrolló en paz. Los dos hicieron un llamamiento para que el país con mayor número de musulmanes del mundo mantenga la estabilidad, una excepción en el sureste asiático.