Elecciones en Grecia
La economía impulsa a la derecha griega en las urnas
El primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, confía en la reelección gracias a la bonanza económica y la división de la izquierda helena
Grecia vuelve a las urnas este domingo en medio de una alta inflación, especialmente en el precio de los alimentos básicos, y con el recuerdo aún fresco del trágico accidente de tren que dejó más de medio centenar de muertos el pasado febrero. Con la extrema derecha 'vetada' y los socialdemócratas del PASOK en sus horas más bajas, los últimos sondeos dan como favoritos a los conservadores de Nueva Democracia, el partido del primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, que confirmaría un nuevo mandato frente a la coalición de izquierda encabezada por el ex primer ministro, Alexis Tsipras, líder de Syriza, el principal partido de la oposición.
Los comicios se celebran con una nueva ley electoral, que implica un sistema proporcional en el que el ganador necesita obtener la mitad más uno de los 300 escaños del Parlamento. Los analistas estiman que el partido que aspire a gobernar en solitario deberá conseguir al menos el 45% de los votos. Si ninguna formación supera ese umbral, se celebraría una segunda vuelta o se abrirían las negociaciones para formar un gobierno de coalición. Una posibilidad poco habitual en la política helena a la que Syriza no cierra la puerta con el PASOK de Nikos Androulakis.
Según EuropeElects, que ofrece la media de los sondeos nacionales, la derecha liderada por el primer ministro Mitsotakis obtendría el 36,6% de los votos, seguida de Syriza, con el 29,5%, y el PASOK con el 10,3%. En mayo la Justicia excluyó de las elecciones a la formación de extrema derecha Los Griegos y a su líder –que hizo campaña desde prisión-- en una sentencia histórica. Sin embargo, el temor es que otro pequeño partido, el EAN, que sí se presenta, pueda aglutinar el voto de los neonazis y nostálgicos de la desaparecida Amanecer Dorado.
A pesar de las encuestas poco favorables, Tsipras no se rinde y en los últimos días volcó su energía en pedir el voto de las nuevas generaciones. “La participación decidirá el resultado. Si los jóvenes van a las urnas, las predicciones darán un vuelco”, afirmó el ex primer ministro, recordando que Syriza mantiene una ventaja significativa entre los electores menores de 45 años.
Por su parte, el primer ministro aspira a renovar su mandato, pero la carrera de Mitsotakis para mantenerse en el poder no está siendo fácil. El jefe del Ejecutivo llega a la cita electoral tocado después de que el año pasado superara una moción de censura tras ser acusado por la oposición de ordenar a los servicios secretos que espiaran a políticos y periodistas, cuyos teléfonos móviles fueron intervenidos a través de un programa ilegal. El líder de Nueva Democracia aseguró desconocer esas operaciones, sin embargo, su jefe de gabinete así como el jefe de los servicios secretos dimitieron tras la revelación del llamado “Watergate griego”.
Por si fuera poco, la colisión de dos trenes en febrero, que dejó 57 muertos, suscitó movilizaciones masivas contra el Gobierno para protestar por el desmantelamiento de los servicios públicos y el deterioro de las infraestructuras. Los sindicatos ferroviarios convocaron paros a los que se unieron otras organizaciones y colectivos como médicos, profesores, estudiantes, desempleados... que derivaron en la mayor huelga general en el país en la última década.
“Mitsotakis ha fracasado en los problemas que estaba llamado a enfrentar, como la pandemia y la crisis energética. Ha engañado a la mayoría de la sociedad, los hospitales han sido abandonados, mientras que la clase media necesita subsidios para sobrevivir”, denunció Tsipras.
Hace exactamente cuatro años, Mitsotakis, descendiente de una larga dinastía política y el símbolo de todo aquello contra lo que luchaba la izquierda radical, se convirtió en primer ministro tras imponerse en las urnas al líder de Syriza, en las que fueron las primeras elecciones generales desde que finalizó el último rescate en Grecia. Tsipras estuvo al frente del Gobierno durante los años más duros de la crisis financiera y ejecutó las políticas de austeridad impuestas por la Troika. Llegó al poder en 2015 como un héroe, como el salvador de un país humillado por Bruselas después de ser saqueado durante décadas por sus propios dirigentes, pero para muchos no tardó en convertirse en un traidor de sus propias promesas. Y algunos, incluido su ex mano derecha Yanis Varoufakis, que podría entrar en el Parlamento al frente de la formación Frente Realista Europeo de Desobediencia (MeRA25), aún no se lo han perdonado.
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