Mali
Un doble ataque en Bamako atribuido a Al Qaeda causa conmoción en la capital maliense
Dos grupos de hombres armados atacaron en la madrugada del martes una escuela de la gendarmería y la Base Aérea 101, uno de los atacantes fue linchado por la muchedumbre
Rondaban las cuatro de la mañana cuando la guerra llamó a la puerta de Bamako. Disparos y detonaciones arrancaron del sueño a la población de la capital maliense en el distrito de Faladié, cuando un grupo de hombres armados atacaron la escuela de la gendarmería ubicada en el mismo sector. Al mismo tiempo, un segundo grupo inició un asalto contra la base aérea 101 de Sénou, cuyos resultados son todavía confusos. Los combates continuaron durante horas, y no sería hasta mediodía que el caos originado en la madrugada fue controlado por las fuerzas de seguridad malienses.
El ministerio de Seguridad y de Protección Civil emitió un comunicado poco después de los acontecimientos, donde aseguraba a la población civil que “la situación está totalmente bajo control” e invitaban a “continuar libremente con sus ocupaciones”. Un segundo comunicado, emitido por las Fuerzas Armadas de Mali (FAMA), añadía que “las operaciones de rastreo siguen en curso en toda la zona” y solicitaban a los civiles que siguieran en todo momento las consignas indicadas por las fuerzas de seguridad. Ambos textos culpaban del ataque a “terroristas”, mientras que la filial de Al Qaeda en la región, conocida por las siglas de JNIM, reivindicó la autoría del ataque mientras aseguraba haber acabado con “docenas” de militares malienses y varios aviones de combate que se encontraban estacionados en la base aérea. Un vídeo publicado en redes sociales mostraba a los terroristas prendiendo fuego al avión presidencial. En Sénou también se conoce que había estacionados drones Bayraktar TB2 de fabricación turca, aunque todavía se desconoce en qué estado se encuentran o si resultaron dañados durante el ataque. Apenas se conoce que varios hangares han sido incinerados y que ocurrieron violentos enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los terroristas en el interior del aeropuerto.
El distrito de Faladié se encuentra a medio camino entre el río Níger y el Aeropuerto Internacional de Bamako-Sénou, algo fundamental a tener en cuenta cuando se buscan los motivos que hayan llevado a los atacantes a escoger esta localización. Todo vehículo que pretenda circular entre el aeropuerto internacional y el centro de la capital debe cruzar necesariamente este sector, llevando a que las autoridades hayan ordenado el cierre temporal del aeropuerto y la desviación de los vuelos que se disponían a aterrizar en Bamako. El ataque ha sido un símbolo y un aviso. Un símbolo por haber golpeado al futuro de la gendarmería maliense, a los jóvenes que representan la esperanza de una nación. Un aviso porque demuestra a las autoridades que los terroristas están infiltrados en la capital y tienen la capacidad de golpear infraestructura crítica en el momento menos esperado.
Los rumores bullen asimismo con furia y la máquina de la desinformación funciona en sexta marcha. Se dijo a primeras horas de la tarde que los atacantes habían tomado el aeropuerto internacional de Bamako. Falso. Se dijo que el doble ataque se trataba de un posible golpe de Estado. Falso, desde que las instituciones de Gobierno se encuentran ubicadas en la orilla opuesta del río Níger. Se dijo que mandos militares contrarios a Assimi Goita estaban encerrados en la escuela atacada, como dando a entender que el asalto tenía por objetivo la liberación de elementos disidentes. Falso, dado que los militares contrarios al régimen se encuentran encerrados en la prisión militar que hay dentro del cuartel de Commune III.
Las imágenes de la escuela de la gendarmería de Faladié son espantosas: cuerpos calcinados en las literas que ocupaban en el momento del ataque y cadáveres con la masa encefálica deslizándose hacia el suelo es todo lo que queda de quienes estaban destinados a proteger su país de las amenazas que lo asfixian. Una fuente local aseguró a este periodista que varios de los atacantes se refugiaron en una mezquita cercana, momento en que ocurrió un breve tiroteo tras el cual fueron atrapados. Algunos de los atacantes (entre los que se aprecian varios adolescentes) se encuentran en disposición de las autoridades, mientras que la muchedumbre de la capital, enfurecida por este ultraje a su integridad como nación, consiguió hacerse con uno de los atacantes para lincharlo y prender fuego a su cuerpo, entre gritos y empujones de quienes querían ver mejor o tirarle una última piedra al rostro sanguinolento. El hecho de que varios de los atacantes fueran de etnia peul, añadido a la furiosa reacción popular, hizo temer durante las horas inmediatas al ataque que se produjera algún tipo de represión contra individuos de la etnia citada; temor que, por el momento, no se ha cumplido.
Pero la tensión está allí. Así lo expone Abdoulaye, un residente en Bamako de etnia peul y cuya vivienda se encuentra próxima al lugar del ataque: “Bamako es hoy una ciudad peligrosa. Hay muchos controles militares y no es buena idea moverse, es muy peligroso”. Y lo repite una vez más al otro lado del teléfono: “Bamako es hoy una ciudad peligrosa”.
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