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Polémica en Francia

La cruzada laica de Macron en la escuela

Siete de cada 10 ciudadanos apoyan la medida que prohíbe la abaya en los centros educativos

El presidente francés, Emmanuel Macron CAROLINE BLUMBERG / POOLEFE

El curso escolar ha arrancado en Francia con una clara apuesta del Gobierno de Emmanuel Macron por la defensa de los principios laicos, no exenta de críticas desde ciertos sectores y tampoco de razones de peso mirando al pasado reciente del país.

Las más de 4000 denuncias, según cifras oficiales, que se produjeron el curso pasado por infringir el principio de laicidad que rige los centros educativos públicos, el doble que el año anterior, ha hecho reaccionar al Ejecutivo galo ante una sociedad en la que aún resuenan los ecos de la ola de disturbios provocados por adolescentes que se produjeron a principios de verano tras la muerte del joven de 17 años Nahel a tiros de la policía. También las sucesivas críticas por directores de centros educativos cansados de no obtener una directiva clara del anterior titular de Educación sobre la prohibición o no de la abaya o túnica islámica y delegar la responsabilidad en el criterio de cada centro.

Macron, otrora acusado de ejercer un laicismo laxo y demasiado flexible con las circunstancias y excepciones, se ha ido convenciendo de una línea firme apegada a la laicidad como valor y donde los enredos acaban saliendo caros política y socialmente.

La primera medida fue el anuncio de la prohibición de la abaya, sin excepción, amparándose en la ley de laicidad de 2004 que prohíbe prendas religiosas ostentosas. Durante el primer día de clase el lunes, que la primera ministra Élisabeth Borne calificó de normal y sin incidentes, se registraron un total de 67 casos de alumnas que se negaron a quitarse la prenda a la entrada de sus colegios y por tanto, no pudieron asistir a clase aunque en todos los casos se aplicó el protocolo de recibirlas en el centro y mantener una charla explicativa con ellas sobre los motivos que fundamentan la decisión del Gobierno.

En total, y según cifras del ministerio de Educación, fueron 298 personas las que se presentaron con la túnica islámica en este arranque de curso, lo cual supone que para una mayor parte de los casos funcionó la estrategia de explicar y razonar. «Identificamos unos 513 centros que podrían verse afectados potencialmente por este tema», indicó el titular de Educación, Gabriel Attal, a la radio RTL.

La medida es ampliamente respaldada por los franceses. Según los últimos sondeos siete de cada 10 ciudadanos apoyan la decisión de la prohibición, incluso los que votan a la izquierda de Jean-Luc Mélenchon, pese a que los dirigentes del partido sigan criticando duramente la prohibición al considerar que puede estigmatizar a alumnas y que, según su opinión, vuelve a perseguir a los musulmanes. También afirman desde la izquierda que Macron ha creado un problema donde no lo hay pues afecta a un número residual de establecimientos escolares. Esta crítica ya es más fina a juzgar por los 67 casos del primer día y al 0,25% de colegios afectados según la izquierda. ¿Hay una oportunidad de teatralizar la laicidad de forma sobredimensionada en este inicio de curso por parte de un Ejecutivo que parecía desbordado a principios de verano? Hay movimientos que invitan a pensar en ello.

A la polémica de la abaya le ha seguido la del uniforme. El lunes, por sorpresa, Gabriel Attal, nuevo titular de Educación en el que muchos ven una especie de fiel discípulo de Macron, lanzaba la idea. «Es una solución a probar», y anunciaba programas piloto en algunas escuelas del país a petición de alcaldes o consejeros locales. «No creo que sea una solución milagrosa que permita resolver todos los problemas de la escuela, pero creo que merece la pena probarla», dijo el ministro, que abogó por hacerlo «rápidamente».

El Gobierno reabría así un viejo debate transversal en la sociedad francesa donde hay partidarios y detractores tanto a derecha como a izquierda del arco parlamentario.

Horas más tarde era el propio Macron quien daba su opinión este martes en una entrevista en YouTube afirmando que es favorable más bien a una «vestimenta única» en las clases. «Sin que tenga que ser un uniforme, pero sí se puede decir poneros unos jeans, camiseta y chaqueta», ha dicho el jefe de Estado francés subrayando que existe una «minoría» que intenta «desafiar a la República y la laicidad», algo que el Gobierno parece ahora combatir con mucho mayor ímpetu que durante el primer quinquenio del mandatario.