Geopolítica

La Confederación de Estados del Sahel fuerza nuevos cambios en África Occidental

El 29 de enero será la salida oficial de Mali, Níger y Burkina Faso de la CEDEAO, abriendo una nueva etapa en las relaciones internacionales y la gobernanza de África Occidental

Burkina.- El líder de Burkina Faso anuncia la remodelación de su gabinete tras el cese del primer ministro
Bandera de Burkina Faso.Europa Press

La semana que viene llegará el fin de una era en África Occidental. Por primera vez en la historia de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), no una, sino tres naciones, saldrán oficialmente de la organización regional para seguir su propio camino de la mano de su propia organización: la Confederación de Estados del Sahel (AES). Un hecho que no se había dado desde la fundación de la CEDEAO en 1975. Mali, Níger y Burkina Faso son las naciones que saldrán, las tres gobernadas por juntas militares que accedieron al poder mediante golpes de Estado. Las tres sostienen posturas abiertamente opuestas a Francia. Las tres combaten hoy al yihadismo armado.

La salida de estos países de la CEDEAO responde a una fuerte crisis en la región que divide a sus participantes en tres posturas: continuista, reformista y rupturista. Entre los perfiles continuistas encontraríamos a aquellos gobiernos que desean que las dinámicas que afectan a la CEDEAO continúen tal y como ha sido hasta ahora. Serían por ejemplo Costa de Marfil y Nigeria. Entre los reformistas tendríamos como principal abanderado a Senegal, un país gobernado por un partido progresista, conocido como PASTEF, que desea cambiar las dinámicas de la CEDEAO desde dentro de la organización, al considerar que no ha sabido adaptarse a los cambios del tiempo. Ya lo dijo el presidente senegalés, Bassirou Faye, cuando señalo en junio de 2024 la importancia de “asentar nuevas bases” que permitan una evolución natural de la CEDEAO. El último perfil, el rupturista, lo forman las tres naciones que saldrán de la organización el próximo 29 de enero y que buscan crear un nuevo sistema de cero.

La existencia de dos sistemas paralelos en la región ya empieza a dejar huella. Por ejemplo, este jueves anunció la AES que se establecerá un nuevo tipo de pasaporte para los países que integran la confederación, contando a partir del 29 de enero, y que responde a un programa de libre circulación establecido entre las tres naciones participantes. Un programa que responde a su vez a las restricciones de movilidad transfronteriza que ha impuesto la CEDEAO a los ciudadanos de Mali, Níger y Burkina Faso. Existen otros proyectos del lado de la AES que se enfrentan directamente al sistema de la CEDEAO. Uno de los más importantes sería la creación de un banco regional que se enfrenta directamente al Banco Central de los Estados de África Occidental y que tiene como objetivo sacar a Mali, Níger y Burkina Faso de la circulación del franco CFA, una moneda de carácter regional y vinculada (algunos dirían que atada) a la economía francesa.

Nuevos pasaportes. Un nuevo banco regional con vistas a una nueva moneda común. La creación de una fuerza militar conjunta para combatir a las amenazas que se ciernen sobre la AES, ya sean los grupos terroristas, insurgentes o terceras naciones que puedan poner en peligro la integridad de su territorio. Una nueva balanza de aliados, donde la cooperación con Francia, Estados Unidos y la Unión Europea ha dado paso a nuevos acuerdos con Rusia y Turquía.

Es importante comprender el impacto que Mali, Níger y Burkina Faso han supuesto para el futuro de África Occidental, más allá de sus fronteras. Un ejemplo claro puede encontrarse en la salida de las tropas francesas de Costa de Marfil este mes de enero. Si bien puede considerarse al presidente marfileño, Alassane Ouattara, como el mayor aliado de París en la región, desde la capital europea se han visto obligados a readaptar su estrategia militar en el continente como medida preventiva y como respuesta al sentimiento antifrancés y panafricano que se ha propagado por la región de la mano de las juntas militares del Sahel. “La françafrique ha terminado”, y son palabras textuales que dijo Emmanuel Macron en su visita a Libreville en 2023. La françafrique, sobra decirlo, no habría terminado de no haber existido las juntas militares que gobiernan las tres naciones protagonistas de este artículo.

La CEDEAO se trata de una organización subrogada a la Unión Africana. La Confederación de Estados del Sahel, no. Las normas que aplican a la primera, las leyes, las obligaciones, no aplican a la otra. Esto hace de la AES una interesante opción para algunos gobiernos africanos que se sientan limitados en múltiples niveles por los marcos que impone la CEDEAO en cuestiones de independencia (como puede ser la atadura del franco CFA a Francia), pero también en cuestiones de democracia y libertades del ciudadano.

No debería extrañar a nadie que el 100% de los gobiernos de la AES sean de corte autoritario, mientras que el país que ha mostrado un mayor interés por entrar en la confederación sea Togo. Togo lo gobierna desde 2005 por Faure Gnassingbé, hijo de Gnassingbé Eyadéma, que gobernó el país africano con mano de hierro desde 1967 hasta su muerte en 2005. Fue el ministro de Exteriores de Togo, Robert Dussey, quien dijo en una entrevista reciente al canal VoxAfrica que “pregunte al pueblo togolés si Togo quiere unirse a la AES y verá su respuesta. Te diría que responderían con un sí”. Por otro lado, los actuales gobiernos de Ghana o Chad (este último no pertenece a la CEDEAO) han mostrado un creciente interés por estrechar lazos con la organización y deberá calibrarse la posibilidad de que se introduzcan en la confederación en un futuro.

La Confederación de Estados del Sahel busca una nueva ruta, distinta a la CEDEAO. Nuevos socios, nuevas normas, nueva moneda, nuevas formas de gobierno válidas. Su popularidad entre la población joven de los países que aún conforman la CEDEAO obligarán a la organización de Estados a promover cambios (algunos de ellos ya son visibles, como la retirada de las tropas francesas de la región) cada vez mayores que eviten su desintegración total o una fuga de países hacia la AES.