Oriente Medio

Cuatro muertos en el segundo bombardeo israelí contra el feudo de Hizbulá en Beirut tras la tregua

Preocupación por la posibilidad de una nueva escalada entre las FDI y la organización proiraní en Líbano

Lebanese residents gather around damaged cars at the site where an Israeli airstrike hit a building in Dahiyeh, a southern suburb of Beirut, Lebanon, early Tuesday, April 1, 2025. (AP Photo/Hussein Malla)
Libaneses observan los escombros sobre los coches tras un bombardeo israelí contra el barrio beirutí de DahiyehASSOCIATED PRESSAgencia AP

“Hay preocupación, pero no miedo. Creemos de verdad que no habrá escalada porque Hizbulá no está en condiciones de volver a atacar a Israel”. Así lo cree Michel, taxista beirutí residente en el sureste de Beirut, al volante por las calles aún engalanadas por el Ramadán de Ras el Beirut horas después del segundo ataque israelí en el sur de la capital libanesa tras el fin de la tregua, que las FDI e Hizbulá alcanzaron el pasado 27 de noviembre.

Si el sábado la operación israelí iba destinada a un supuesto almacén de drones de Hizbulá, la de la madrugada de ayer tuvo como objetivo la vida de Hassan Bdeir, responsable de los asuntos de Hamás en la Fuerza Qods y la “unidad 3900” de Hizbulá, y con la rama terrorista de la entidad palestina preparaba un atentado en suelo israelí, según el anuncio difundido por los portavoces militares del Estado judío en redes sociales. El ataque contra un edificio de viviendas del barrio de Sfeir, en el Dahiyeh -el suburbio de mayoría chií donde el movimiento proiraní tiene su feudo-, ocurrido pasadas las tres de la mañana, se ha cobrado un total de vidas y ha dejado siete heridos, según datos de las autoridades sanitarias libanesas.

Aunque vacunados contra el optimismo, como Michel, que palpa la realidad de la ciudad y el país cada día al volante de su vehículo, los libaneses creen que no hay posibilidad de una vuelta a un escenario como el del pasado mes de septiembre, cuando Israel iniciaba una ofensiva a gran escala contra Hizbulá en sus feudos libaneses, sobre todo la gobernación sur del país y el Dahiyeh beirutí. La dura campaña israelí contra los mandos -empezando por Hassan Nasrallah- y el arsenal de Hizbulá -los especialistas creen que hasta el año pasado sus fuerzas estaban mejor preparadas y dotadas que las del Ejército libanés- ha dejado desde entonces a la organización muy debilitada. La fragilidad del ‘broker’ absoluto de la política libanesa en las últimas décadas ha abierto un nuevo escenario nacional que se ha plasmado, por ahora, en la elección de un presidente, un primer ministro y un nuevo jefe de las fuerzas armadas tras años de bloqueo y que cuenta con la simpatía de gran parte de la población.

La primera ejecución israelí en Beirut desde el fin de la tregua mereció ayer la condena del presidente Aoun, quien consideró lo ocurrido “una seria advertencia sobre las intenciones premeditadas contra el Líbano” y abogó por redoblar los esfuerzos diplomáticos para defender la “plena soberanía” de su país.

Entretanto, Hizbulá, que confirmó ayer a mediodía la muerte de Bdeir en el ataque israelí, instaba a través de sus diputados Ibrahim Moussawi al Estado libanés a asumir la respuesta al ataque israelí. El domingo, el secretario general, Naim Qassem, había asegurado que si “el Estado libanés es incapaz de alcanzar políticamente los resultados necesarios, nos veremos forzados a recurrir a otras opciones”.

Para el taxista Michel, como para muchos libaneses, el contradictorio mensaje transmitido por la organización concebida y apoyada por Teherán encierra su impotencia actual, pues que en otro momento no habría dudado en arrogarse el papel de defensor del país y de vanguardia en la “resistencia” contra el “enemigo sionista” y no negar haber tenido que ver con el lanzamiento desde suelo libanés de un proyectil hacia Israel la semana pasada. Con todo, nadie se fía de nadie en esta parte de mundo curada de espanto. Después de lo ocurrido durante meses, sobre todo entre septiembre y noviembre del año pasado, operaciones ‘quirúrgicas’ como las ejecutadas por Israel el sábado y ayer son un mal menor que los beirutíes y libaneses asimilan con incomparable parsimonia.