Diplomacia
El canal secreto entre EE UU-China: El viaje de Sullivan para evitar choques geoestratégicos y desvinculación económica.
El asesor de Seguridad Nacional de Biden también abordará la cobertura de China a la guerra de Ucrania
El asesor de seguridad nacional estadounidense, Jake Sullivan, viajará este martes a Pekín para reunirse con altos cargos chinos, a medida que Washington trata de reforzar las líneas de comunicación con su principal adversario. En el ultimo lustro, las relaciones bilaterales han entrado en una espiral lineal descendente. La guerra comercial, la pandemia, la creciente competencia tecnológica, el aumento de las tensiones en el mar de China Meridional y el estrecho de Taiwán, o los enfoques contrapuestos del conflicto entre Rusia y Ucrania han alimentado una sensación de fatalismo de que las potencias se dirigen hacia el abismo de la desvinculación económica absoluta y un posible conflicto militar desastroso.
Las complejas y volátiles relaciones bilaterales han dado lugar a la creación de un "canal estratégico" de comunicación de alto nivel entre ambos países -como lo denomina la Casa Blanca-, que ha desempeñado un papel fundamental en la gestión de las tensiones y la prevención de posibles escaladas en un contexto geopolítico cada vez más competitivo y conflictivo. Al parecer, a lo largo de los últimos meses se han producido varias citas entre altos funcionarios de ambos gobiernos, celebradas en diversos escenarios como Malta y Tailandia, de acuerdo con el rotativo Financial Times. Estas reuniones han permitido a las partes mantener un diálogo confidencial y construir cierta confianza mutua y han servido de mecanismo amortiguador para ayudar a reducir el riesgo de errores de cálculo y prevenir posibles escaladas.
Según informes de la agencia estatal Xinhua, en estos tres días los funcionarios discutirán los "límites entre la seguridad nacional y las actividades económicas", así como las principales crisis regionales, con especial énfasis en la situación en Ucrania y Oriente Medio. No obstante, la cuestión de Taiwán, considerada por Pekín como una "línea roja" infranqueable, dominará sin duda gran parte de las esperadas conversaciones.
En los últimos años, China ha intensificado significativamente su actividad militar en torno a “la isla rebelde”, que considera parte integral de su territorio nacional. La frecuente intimidación, con incursiones de aviones del Ejército Popular de Liberación sobrevolando la antigua Formosa cada vez con más frecuencia, ha generado un temor real a una posible invasión. Esta postura ha generado una creciente preocupación en Washington, que a su vez ha reforzado sus esfuerzos por armar y entrenar a las fuerzas armadas taiwanesas, lo que ha enfurecido aún más al régimen de Xi.
La crisis alcanzó un punto álgido en agosto de 2022, cuando la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, visitó Taipéi, convirtiéndose en la más alta autoridad estadounidense en hacerlo en 25 años. Como era de esperar, China respondió con una contundente demostración de fuerza, y llevó a cabo amplios ejercicios militares, lo que elevó las tensiones en la región a niveles nunca vistos. Y es que el líder chino ha reiterado incansablemente que el territorio constituye uno de sus intereses estratégicos fundamentales, y ha advertido que cualquier intento de declarar su independencia formal desencadenaría una respuesta contundente, incluyendo el uso de la fuerza si fuera necesario.
Otro punto conflictivo son las disputas territoriales en el Mar de China Meridional, donde China reclama grandes porciones de aguas, incluidas zonas cercanas a Filipinas, un aliado clave de Washington. En los últimos meses se han recrudecido los incidentes entre barcos chinos y filipinos, con acusaciones mutuas de violaciones de la soberanía marítima. Frente a la creciente presencia militar china en la región, Manila, respaldada por Estados Unidos, ha reforzado su propia posición, aumentando así el riesgo de una confrontación directa. Asimismo, la cuestión de los derechos humanos sigue siendo una fuente de fricción entre las dos superpotencias. El encuentro de destacadas personalidades estadounidenses con el Dalai Lama, líder espiritual tibetano en el exilio, provocó duras reacciones del gobierno chino, ya que considera al líder tibetano en el exilio un separatista.
Por último, otro factor de fricción es la relación cada vez más estrecha entre Pekín y Moscú, que Sullivan tratara de desactivar de alguna manera. En los últimos años, los “amigos” han consolidado una asociación estratégica, presentándose como contrapeso a la hegemonía occidental. Un estrecho vínculo que se reforzó tras la invasión ucraniana, mientras Pekín adoptó una postura ambigua para tratar de evitar sanciones directas o un conflicto abierto con Occidente. El creciente intercambio de tecnología militar y los ejercicios conjuntos se perciben como una intenciónde plantar cara a la influencia estadounidense en zonas estratégicas, como Asia Central o el Indo-Pacífico.
Además de abordar la volátil situación en la región, se espera que profundicen en las principales tensiones comerciales y financieras que aquejan a la compleja relación bilateral. Desde los aranceles impuestos hasta las últimas restricciones a la inversión y las sanciones cruzadas, el ámbito económico se ha convertido en un campo de batalla, con graves implicaciones para la estabilidad del orden comercial global. Recordemos que Biden anunció en mayo nuevos e importantes gravámenes sobre los vehículos eléctricos, las baterías avanzadas, las células solares, el acero, el aluminio y los equipos médicos chinos. Por otra parte, se espera que se aborde la cooperación en el ámbito de la prevención del flujo de sustancias químicas utilizadas en la fabricación de fentanilo, o la inteligencia artificial.
La capacidad para encontrar un modus vivendi en estas áreas de fricción económica determinará en gran medida el rumbo futuro de una relación bilateral cada vez más tensa y conflictiva. La búsqueda de soluciones pragmáticas será clave para evitar una mayor espiral proteccionista que ponga en riesgo la recuperación económica global.
Con todo, las próximas elecciones marcarán el telón de fondo del viaje de Sullivan, mientras Pekín evalúa cómo debe responder al consenso bipartidista en el seno de ambos partidos de que Washington debe considerar a los chinos como una amenaza a la que hay que hacer frente. Por su parte, Trump ha prometido reanudar las duras políticas comerciales que su administración aplicó contra el país asiático. A su vez, la vicepresidenta Kamala Harris prometió en su discurso de aceptación en la Convención Nacional Demócrata que, bajo su batuta, "Estados Unidos, y no China, ganará la competencia del siglo XXI".
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