Berlín

Cameron prioriza el plebiscito de la UE

La reina Isabel II de Inglaterra y su marido, el duque de Edimburgo (detrás), a su llegada al Palacio de Westminster en un coche de caballos para la apertura solemne de la nueva legislatura en Londres
La reina Isabel II de Inglaterra y su marido, el duque de Edimburgo (detrás), a su llegada al Palacio de Westminster en un coche de caballos para la apertura solemne de la nueva legislatura en Londreslarazon

El referéndum sobre la permanencia británica en el club europeo centra el Discurso de la Reina. Hoy presenta a los Comunes una ley para celebrarlo antes de acabar 2017.

Los británicos podrán votar antes de que acabe 2017 si quieren seguir siendo parte de la UE. Tras ganar la mayoría absoluta, el «premier» David Cameron presentó ayer su programa legislativo a través del llamado Discurso de la Reina. Con la tradicional pompa que rodea la apertura formal del Parlamento, Isabel II, de 89 años, acudió en carroza desde el Palacio de Buckingham hasta Westminster para leer en la Cámara de los Lores los planes de su nuevo Gobierno. Y no hubo sorpresas. El referéndum sobre la permanencia en la Unión se ha convertido en la prioridad absoluta de la agenda del primer ministro. De hecho, hoy se presentará ante la Cámara de los Comunes la normativa que dará forma legal a la consulta, que podría incluso adelantarse a 2016.

Los analistas señalan que cuanto antes se convoque, más posibilidades tendrá Cameron de convencer al electorado de quedarse en una UE reformada. La historia ha demostrado que los referendos pueden ser utilizados como voto de castigo para los políticos. Cuando el Ejecutivo empiece a implementar las medidas de austeridad que ha prometido para eliminar el déficit, la luna de miel tras la victoria electoral habrá llegado a su fin. Por otra parte, está la presión de la «City» y del propio Banco de Inglaterra, que han trasladado a Downing Street la incertidumbre que esta situación provoca en los inversores. Sin embargo, otras voces dentro del Partido Conservador advierten de que si el calendario se adelanta, no habrá tiempo de tener un debate adecuado ante una cuestión de tal calibre.

Lo que está claro es que Cameron quiere tener antes del verano un boceto de cómo podrían ser las nuevas relaciones entre Londres y Bruselas. Y con el objetivo de plantear a sus socios comunitarios las reformas que quiere llevar a cabo, el «premier» empezará hoy un «tour» que le llevará por diferentes capitales europeas, entre ellas París y Berlín. Según un portavoz del número 10, «su intención es hablar en persona o por teléfono con todos los países miembros antes del Consejo Europeo del 25 y el 26 de junio».

Sin embargo, ni el presidente francés, François Hollande, ni la canciller alemana, Angela Merkel, van a ponérselo fácil. Ambos preparan una reunión para el lunes con el objetivo de lanzar el mensaje contrario, es decir, que hay que reformar la UE, pero para lograr una mayor integración en torno al núcleo de la zona euro y no para debilitarla, como quiere el primer ministro británico. El panorama en casa no es mucho mejor. La oposición laborista pretende presionar para extender el voto a los jóvenes de 16 y 17 años y los nacionalistas escoceses, con más poder que nunca en Westminster después de haber conseguido 56 de los 59 escaños reservados a la región, exigen una «doble mayoría» para dificultar una hipotética salida del Bloque. «Escocia no puede ser forzada a salir de la UE contra su voluntad», advirtió la líder independista, Nicola Sturgeon. La nacionalista asegura que no aceptará el resultado a menos que se cuenten los votos parciales de cada región y no el cómputo total del país. En otras palabras, la mayoría de los escoceses tendría que apoyar la salida de la Unión Europea.

No es éste, sin embargo, el único punto que enfrenta a Cameron con Sturgeon. El Discurso de la Reina, el primero en 18 años en ser redactado por un Gobierno enteramente conservador, también incluye leyes para repatriar más competencias a los Gobiernos regionales de Cardiff, Belfast y Edimburgo. Tras el referéndum de independencia de Escocia del pasado septiembre, en el que el 55% del electorado votó a favor de la unidad, los tres principales partidos de Westminster formaron la llamada Comisión Smith. El pasado mes de noviembre, dicha comisión ya propuso que el Gobierno regional debía controlar el impuesto sobre la renta en lo que suponía la mayor transferencia de competencias en la historia de Reino Unido. La medida permitiría a Edimburgo gestionar directamente alrededor de 13.000 millones de libras. Algunos críticos lo calificaron ya entonces como una secesión «light». El «premier» tiene ahora la difícil tarea de llevar a cabo este proceso, pero los nacionalistas escoceses ya han advertido de que quieren más, muchos más poderes.

Paralelamente, el primer ministro ha prometido una ley para garantizar que las normativas que se vayan a aplicar sólo en Inglaterra sean votadas exclusivamente por los diputados ingleses. Por lo tanto, analizando las medidas en conjunto, algunos analistas advirtieron de que Reino Unido avanzaba hacia un modelo federal.

Lo que no incluyó el «premier» en el Discurso de la Reina fue el proyecto de ley destinado a suprimir la Ley de Derechos Humanos, debido a la sensibilidad que la propuesta ha generado entre algunos sectores de su propio partido y las organizaciones defensoras de los derechos civiles. El objetivo de Cameron es suprimir en el futuro esa ley para evitar que ciertos casos judiciales controvertidos, sobre todo en materia de inmigración o terrorismo, terminen en la Corte Europea de Derechos Humanos de Estrasburgo cuando sus recursos hayan sido rechazados por los tribunales británicos. De momento, el «premier» ha optado por iniciar primero una consulta legislativa.

Los planes con la Ley de Derechos Humanos y las medidas de austeridad para atajar el déficit llevaron a decenas de personas a concentrarse ayer en la londinense plaza de Trafalgar. Algunas de ellas se acercaron luego hasta Downing Street, donde tuvieron lugar altercados menores con las Fuerzas de Seguridad.