EE UU vs China

Biden y Xi: una reunión para aliviar tensiones globales

Ambos mandatarios vuelven a verse las caras en San Francisco con la guerra en Oriente Próximo de fondo

Joe Biden y Xi Jinping se conocen desde hace más de una década, cuando ambos eran vicepresidentes. Biden ha destacado en anteriores ocasiones las horas que habían pasado juntos –78, calcula– y los kilómetros recorridos durante este tiempo en las visitas entre un país y otro –17.000, estima al alza–.

Desde la toma de posesión de Biden en enero de 2021, ambos han compartido horas de conversación en seis interacciones y solo una de ellas en persona. Ese primer encuentro cara a cara de los dos líderes se produjo en noviembre del año pasado en el marco del G20 en Bali, en medio de tensiones geopolíticas por la invasión rusa de Ucrania y tras un verano de continuas discusiones entre EE UU y China tras la visita de la expresidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a Taiwán y la respuesta militar china en el Estrecho.

Ahora, los mandatarios se vuelven a reunir en persona en los márgenes del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC) en San Francisco. Como telón de fondo tienen las tensiones por la guerra entre Israel y Hamás y la guerra en curso en Ucrania. Los países tienen posturas diferentes sobre estos dos conflictos: Pekín ha expresado su preocupación por las víctimas civiles en Gaza y se ha abstenido de respaldar la postura de Estados Unidos contra el presidente ruso Vladimir Putin. Las preocupaciones por la creciente agresividad de Pekín en el Mar Meridional de China y en el estrecho de Taiwán tampoco pueden pasarse por alto.

Se espera que Biden sugiera a Xi que China utilice su influencia sobre Irán para dejar claro que Teherán o sus representantes no deben emprender acciones que puedan conducir a la expansión de la guerra entre Israel y Hamás. Xi buscará que Biden le garantice que no apoyará la independencia de Taiwán, isla que China considera parte de su territorio y que celebra elecciones presidenciales en unas semanas.

Las discrepancias entre ambas potencias inquietan al resto del mundo y ambos líderes deben demostrar que, aunque EE UU y China son competidores económicos, no están enfrentados en un pulso con implicaciones mundiales. La reunión no supondrá un cambio de dirección en sus relaciones, pero servirá para ayudar a aliviar las tensiones diplomáticas, que se han topado con grandes baches este año.

El martes, Biden calificó la reunión como una oportunidad para que Washington y Pekín vuelvan a «seguir el curso normal correspondiente». Pero el portavoz del Consejo Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, afirmó que Biden «no va a tener miedo de enfrentarse cuando sea necesario en cuestiones en las que no estamos de acuerdo».

La prioridad en la agenda es restablecer las comunicaciones militares y avanzar en frenar la venta ilegal del fentanilo en EE UU. Algunos de los productos químicos con los que se fabrica este opiáceo que arrasa las calles del país provienen de China. Se espera que lleguen a acuerdos concretos para ambos asuntos.

En la agenda de Xi prima que Biden suavice las restricciones a las importaciones tecnológicas estadounidenses y presentar a China como un buen lugar para invertir en 2024. Las empresas extranjeras que operan en China afirman que las tensiones con Washington sobre tecnología, comercio y otras cuestiones, así como la incertidumbre sobre las políticas chinas, están dañando el entorno empresarial y haciendo que algunas se replanteen sus planes de inversión en el gigantesco mercado. Tras el encuentro con su homólogo, el líder chino mantendrá una reunión con ejecutivos empresariales estadounidenses donde intentará atraer su interés y aclarar las crecientes preocupaciones.

Con la economía del gigante asiático recuperándose lentamente de los estragos de la pandemia, Biden necesita dejar claro que EE UU no quiere librar una guerra económica con Pekín.

Las conversaciones entre Xi y Biden en Bali fueron un gran avance en apaciguar relaciones bilaterales turbulentas pero el deshielo no duró demasiado. Las relaciones entre Pekín y Washington se truncaron en febrero de 2023 después de que EE UU derribase un globo espía chino que sobrevoló su territorio.

Tampoco pasó desapercibido que un grupo de hackers chinos atacara los correos electrónicos de la Secretaría de Comercio y otras cuentas del gobierno de EE. UU., ni las restricciones que Washington ha impuesto sobre las exportaciones de semiconductores y otra tecnología clave a China con el fin de evitar avances en el sector de la inteligencia artificial.

Varios altos funcionarios de la administración Biden, entre ellos el secretario de Estado Antony Blinken, la secretaria del Tesoro Janet Yellen y la secretaria de Comercio Gina Raimondo, han visitado Pekín en los últimos meses y se han reunido con sus homólogos chinos para aliviar las tensiones.

Parte de esos esfuerzos se ha traducido en un acuerdo sobre energías renovables que el Departamento de Estado anunció el martes. Los dos países más contaminantes del mundo se comprometen a triplicar la capacidad mundial de energía renovable para 2030, mediante energía eólica, solar y otras renovables.