Reino Unido
Assange luchará en 2020 contra el “ataque frontal” al periodismo de EE UU
La audiencia para extraditar a Julian Assange a EEUU comenzará en febrero de 2020
La audiencia para extraditar a Julian Assange a EEUU comenzará en febrero de 2020
Julian Assange, detenido en el Reino Unido, se enfrentará a su juicio de extradición a Estados Unidos el 25 de febrero de 2020, en un caso que su defensa tildó este viernes de “ataque frontal y atroz” contra los derechos del periodismo.
El fundador de WikiLeaks, de 47 años, compareció hoy por vídeoconferencia desde la prisión británica de alta seguridad de Belmarsh ante el Tribunal de Magistrados de Westminster (Londres).
En ese tribunal se celebró otra vista preliminar en la batalla legal que libra Assange para tratar de evitar su entrega a Washington, que le reclama por haber conspirado para supuestamente interceptar ordenadores del Pentágono.
El activista afronta ahora 18 nuevos cargos, entre ellos por espionaje y publicación de documentos altamente clasificados en un juicio que se espera que vaya a durar unos cinco días, según reveló hoy la magistrada Emma Arbuthnot.
Visiblemente desaliñado, Assange defendió que WikiLeaks “no es nada más que un medio de comunicación” y afirmó que “están en juego 175 años” de su vida, en referencia a la pena a la que puede ser condenado.
La escueta audiencia se produjo apenas un día después de que el ministro británico de Interior, Sajid Javid, firmara la petición de extradición de Washington.
En representación de la justicia norteamericana, el abogado Ben Brandon, arguyó hoy que el caso de Assange “guarda relación con uno de los mayores compromisos de información confidencial en la historia de Estados Unidos”.
Por contra, defendiendo al periodista, el letrado Mark Summers enfatizó que el proceso que afecta a su cliente representa “un ataque frontal y atroz” contra el derecho a la libertad de información.
En esa misma línea se expresó otra de las representantes legales de Assange, Jennifer Robinson, que alertó del “espeluznante impacto” que tendrá en los periodistas y medios de todo el mundo el hecho de que “EE. UU. busque extraditar y procesar a un periodista de fuera de ese país, que no es ciudadano norteamericano, por haber publicado información verdadera sobre Estados Unidos”.
El material filtrado por WikiLeaks incluye, agregó Robinson, “evidencias de crímenes de guerra, abusos contra los derechos humanos y corrupción”.
En otra audiencia preliminar celebrada el pasado 2 de mayo, el australiano ya rechazó su entrega a la justicia norteamericana, al insistir en su apuesta por un periodismo “que ha protegido a muchas personas”.
Un día antes, Assange había sido condenado por otro tribunal londinense a una pena de 50 semanas de cárcel por haber roto en 2012 las condiciones de su libertad condicional.
En concreto, infringió los requisitos de su libertad condicional al refugiarse el 19 de junio de 2012 en la embajada de Ecuador de Londres para no ser llevado a Suecia, que lo requería en relación a presuntos delitos sexuales que él siempre ha negado.
Tras agotar todos los recursos legales en este país, el activista acudió al anterior Gobierno ecuatoriano de Rafael Correa, que le permitió refugiarse en su legación británica durante casi siete años.
El australiano siempre ha mantenido que le daba miedo que Suecia lo entregara a EE. UU., donde temía por su vida.
Precisamente, en la audiencia celebrada hoy, sus abogados revelaron que el activista planea recurrir ante el Tribunal de Apelaciones contra esa sentencia de 50 semanas de cárcel.
El pasado 11 de abril, Assange fue detenido por la fuerza por varios policías británicos que irrumpieron en la embajada de Ecuador después de que el actual presidente de ese país, Lenín Moreno, pusiera fin el asilo diplomático del que gozaba.
Paralelamente, EE. UU. le acusa de conspiración para infiltrarse en sistemas informáticos, al acordar descifrar la clave de un ordenador del Pentágono con información clasificada.
Según la versión de Washington, en marzo de 2010, el australiano se coordinó con la exsoldado Chelsea Manning -entonces analista de Inteligencia del Departamento de Defensa con la identidad de Bradley Manning- con el objetivo de acceder a material clasificado del Gobierno.
Ambos posibilitaron la filtración a través de WikiLeaks de más de 700.000 documentos secretos con información sobre los conflictos de Irak y Afganistán y cables del Departamento de Estado.
La diplomacia norteamericana se resintió duramente a causa de la divulgación masiva de esa información reservada.
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